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La CE aprueba una política cultural basada en la diversidad y protección del patrimonio

Solé Tura propugna en Bruselas un concepto de cultura superadora de los aldeanismos

Lluís Bassets

Pocas veces en los últimos tiempos saltan las buenas noticias en la Comunidad Europea. A juicio del ministro español de Cultura, Jordi Solé Tura, la aprobación el martes de un reglamento y de una directiva sobre la exportación y recuperación de obras de arte es "una excelente noticia para España y el mejor sistema posible de libre circulación de las obras de arte en el nuevo Mercado único europeo". El ministro, español propugnó en Bruselas, en el debate sobre la política cultural de la Comunidad Europea celebrado en el Consejo de Ministros de Cultura, un concepto de cultura europea abierto y plural. "No hay que encerrarse en las identidades nacionales" dijo Solé Tura.

La presidencia semestral británica de la Comunidad, que ha contado con muy pocas ocasiones de lucimiento, se ha apuntado con la liberalización del mercado del arte un tanto indiscutible. El martes el Consejo de Ministros de Mercado Interior aprobó un reglamento sobre exportación de bienes culturales y adoptó una directiva sobre restitución de bienes culturales exportados de forma ilícita que permitirá la libre circulación de obras de arte en el Mercado único del 1 de enero de 1993.Se enfrentaban el liberalismo de los países del norte, donde está el mercado más activo de objetos de arte, con el proteccionismo del sur, donde se encuentra el patrimonio más importantes. La posición griega, que considera imprescriptible el expolio de obras de arte, venía a complicar las cosas y a dificultar el acuerdo.

España reivindicaba su propio concepto de patrimonio, en el que incluía los bienes de la Iglesia, y solicitaba un certificado o pasaporte que permitiera controlar la legitimidad de las transacciones futuras entre países de la CE. "Hemos conseguido casi todo lo que queríamos", aseguró el ministro de Cultura español. "Y nos han felicitado como si nosotros fuéramos los autores de la directiva y del reglamento".

Negativa de Grecia

La votación final registró únicamente la abstención de Alemania y el voto negativo de Grecia. Según algunas fuentes, el Reino Unido no habría vota do en favor de no haber ocupado la presidencia de la Comunidad, que infiere una cierta responsabilidad, en la obtención de resultados satisfactorios durante el semestre.El Consejo de Ministros de Cultura aprobó también un documento de líneas directrices sobre política cultural de la CE, en el que se desarrolla lo establecido por el Tratado de Maastricht, en su artículo 128. Al igual que dicho artículo, el documento contiene enunciados muy genéricos, cuya traducción práctica dependerá en buena parte de la voluntad de los Doce. Según el Tratado de Maastricht, los acuerdos sobre Cultura deberán tomarse, precisamente, por unanimidad.

El documento subraya lo establecido en Maastricht respecto a la necesidad de "respetar, las diversidades nacionales y regionales" y destaca la voluntad de situar en primer plano de la política cultural europea, el cuidado del "patrimonio cultural común". Enumera los campos de actividad cultural en los que la Comunidad debe tomar iniciativas, entre los que destacan las distintas infraestructuras culturales, el intercambio de personal especializado y la promoción de los distintos productos y formas de expresión culturales, como el libro y la lectura o los audiovisuales.

Los ministros propugnan la moderación financiera en la realización de proyectos. Cualquiera puede comprender que se trata de una discreta alusión crítica al abundante dinero dilapidado en los últimos años en proyectos de dudosa utilidad. Los ministros no desean construir una inexistente "cultura de los Doce", sino que observan la cultura europea como un conjunto que afecta tanto a los miembros de la Comunidad como a los otros países europeos. De ahí que el documento propugne la cooperación europea extracomunitaria, en sintonía con la nueva línea de ciudades culturales, en las que se incluirán países que no pertenecen a la CE. El documento hace especial mención a la atención cultural que merecen los países del centro y del este europeo. Finalmente, invita a la Comisión Europea a presentar un programa de acción anual en el terreno de la cultura.

"El problema es cómo hacer compatible el hecho europeo, con su historia, sus identidades culturales, sus diferencias, sus siglos de enfrentamientos y guerras, con el actual proceso de integración. Para ello hace falta el surgimiento de una cultura europea", declaró Solé Tura. Y añadió: "Si la subsidiariedad significa encerrarse en la propia casa, entonces no estaremos de acuerdo. No hay que encerrarse en las identidades nacionales". El ministro propugnó un concepto de subsidiariedad que sirva para respetar la realidad plural. "No puede promocionarse el libro y la lectura igualmente en países con una sola lengua o en otros en los que hay pluralismo lingüístico. No hay que olvidar que la diversidad lingüística es precisamente uno de los valores europeos".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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