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¿'Mater Spania'?

El artículo Mater Spania, de Alberto Oliart (EL PAÍS, 21 de octubre de 1992), es una muestra más del discurso de buena voluntad con que muchos intelectuales "del centro" (como Laín Entralgo, por ejemplo) intentan comprender a los "nocastellanos" de España y hacerse comprender de ellos. Es un discurso que muchos no-castellanos suscribiríamos en buena parte; pero en la parte que no suscribiríamos permanece intacta una barrera de incomprensión muy dificil de salvar. Quisiera precisar en qué consiste, a partir del artículo citado.

1.El "uso abusivo" y "el sentido patrimonial, ofensivo, limitador y agresivo" del término España no se limita al periodo 1936-1977. Tiene su origen en 1714, con el Decreto de Nueva Planta. El régimen que instaura Felipe V no es sólo un "poder centralizador y unificador" que se ejerce "en nombre del despotismo ilustrado", sino un poder ejercido en nombre del justo derecho de conquista, por el cual se impone a toda España "una sola lengua y un solo código legal" -los de Castilla- y se pretende hacer tabla rasa de todos los demás. Desde aquel momento, las nacionalidades no castellanas de España han sobrevivido "a pesar de España", es decir, a pesar de que su lengua y cultura propias eran absolutamente ignoradas, cuando no oprimidas, por el Gobierno de España. Para Mallorca, por ejemplo, que no gozó del breve periodo de autonomía que tuvo Cataluña durante la II República, no hay solución de continuidad entre el inicio de la dinastía de los Borbones y el final del franquismo.

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2. Es cierto que, en el presente, España es "una realidad histórica, política y social, vigente en el Estado español actual y en las relaciones y organismos internacionales", y que en su marco legal "caben Cataluña, el País Vasco, Galicia y todas y cada una de las autonomías creadas a partir de la instauración de la democracia y de la Constitución de l978". Pero es evidente que resulta dificil ajustar la realidad a ese marco legal, y que la construcción del "Estado de las autonomías" tropieza con serias dificultades, debidas en parte a la inercia de siglos de centralismo y en parte a que las comunidades autónomas se han creado ajustándose más a la división provincial hecha por el centralismo borbónico que a realidades históricas o geográficas vigentes.

3. La España en que podemos caber todos no es "... una lengua, o lenguas, y una cultura", sino una suma de lenguas y culturas con personalidad propia. Las nacionalidades que la forman no son 17, sino cuatro, que se configuraron a partir de los avatares de los reinos de la Edad Media; y cada una de ellas tiene como principal signo de identidad una lengua, que es vehículo de su cultura: Andalucía comparte nacionalidad con Castilla, y las Baleares, con Cataluña. La realidad, sin embargo, es que Andalucía no se identifica con Castilla, ni Baleares con Cataluña: no existe una conciencia de "Países Castellanos", y la de "Países Catalanes" es muy minoritaria. Pero es absurdo hablar de una nacionalidad o "comunidad histórica" catalana refiriéndose exclusivamente a Cataluña y dejando a los baleáricos en el saco del "territorio MEC", o inventarse una Iengua valenciana", de la que se publican en el BOE unos textos constitucionales idénticos a la "versión catalana" que aparece a su lado.

¿Serán estas identidades históricas y culturales, carentes de un proyecto de futuro común diferenciado, lo que designa el término "nacionalidades", que la Constitución usa, pero no define? En todo caso, esta realidad de hoy hace posible que la España de la Constitución vuelva a ser la Mater Spania que Oliart invoca. Pero para ello es preciso que sea de nuevo la España anterior a los Borbones, que él define como "una realidad política y social unitaria en armonía con la existencia de reinos (léase comunidades autónomas) diferentes".

El hecho de que varias comunidades autónomas compartan hoy una nacionalidad y una lengua común es también una realidad que no puede modificarse negando su reconocimiento político. Así, la Comunidad Valenciana no deja de tener la misma lengua que Cataluña y las islas Baleares por el hecho de que su Estatuto de autonomía le dé el nombre de valenciano (de la misma manera que la lengua oficial del Estado no deja de ser el español, aunque la Constitución la denomina castellano). Pero la falta de reconocimiento político hace dificil que todas recuperen plenamente su identidad. Así, los absurdos recelos hacia un inexistente imperialismo catalán" han impedido hasta ahora los necesarios acuerdos culturales (previstos en la Constitución) entre las comunidades autónomas de lengua catalana para cuanto se relacione con su lengua y cultura común, mientras con muy buen criterio se organizan, a iniciativa española, encuentros con los países de Hispanoamérica para la promoción del castellano, sin temor alguno al fantasma del imperialismo español.

4. Oliart considera "justo y deseable que se afirmen, profundicen y desarrollen los diferentes nacionalismos de la España de hoy", para que se convierta en la madre España, "en estos momentos tormentosos en que tantas aberraciones y perversiones nacionalistas nos rodean y nos amenazan". Ahora bien, en España hay nacionalismos de dos clases: el nacionalismo "de supervivencia", como el de catalanes y vascos, cuya única pretensión es conseguir el pleno reconocimiento de su identidad y la posibilidad de desarrollarla libremente, y el "nacionalismo de Estado", que, consciente o inconscientemente, quiere mantener la "nación española" conseguida artificialmente a partir de Felipe V ("borrando o intentando borrar las nacionalidades que bajo su mando coexistían", en palabras de Oliart). El primero perderá su razón de ser -y la excrecencia aberrante del terrorismo en cuanto sea reconocida la personalidad de sus pueblos, y el segundo, además de ser opresor en la medida en que obstaculiza ese reconocimiento, por ser nacionalismo de Estado resulta un escollo para la construcción de Europa, como acaba de denunciar Felipe González. Lo deseable es que nadie, ni del centro ni de la periferia (porque hay separadores, además de separatistas), considere incompatible ser español con ser vasco, o gallego o catalán; ni ser lingüística y culturalmente catalán con ser valenciano o balear, ni ser balear con ser mallorquín, menorquín o ibicenco.

5. Para ello es preciso, en efecto, "el diálogo democrático y la tolerancia y comprensión recíprocas" y, tal vez en primer lugar, una labor didáctica por parte de las instituciones de gobierno, de las autoridades académicas, de los textos escolares y de los medios de comunicación. Esa labor se ha hecho, con mayor o menor intensidad y fortuna, en las comunidades de lengua no castellana, pero no en las lingüísticamente castellanas, ni desde el Gobierno central. El resultado ha sido patente con ocasión de los Juegos Olímpicos: en Barcelona convivieron pacíficamente el catalán y el castellano (con el inglés y el francés) y las banderas catalana y española en todos los, actos y discursos oficiales, en los estadios y en la calle sin el menor incidente, y esta convivencia perfecta provocó rasgamiento de vestiduras por parte de ciertos académicos y de ciertos medios de comunicación que la veían como una "afrenta a España". Lo cual me hacía terminar una primera versión de este artículo expresando mi deseo de que, una Mater Spania válida para todos sea pronto realidad, pero constatando que "mientras muchos, como Alberto Oliart, la afirman, quedan todavía muchos que quieren imponerla como madrastra, muchos que como a tal la niegan y muchos otros que, sintiéndolo de veras, seguiremos expresándola en forma interrogativa".

No obstante, la transmisión en directo que acabo de presenciar del "homenaje a la lengua castellana", felizmente convertido en "homenaje a la pluralidad lingüística de España", me permite terminar en forma más esperanzada. Las palabras del director de la Academia Española -que ha situado acertadamente el origen de la falta de concordia lingüística en el Decreto de Nueva Planta-, las del lehendakari Ardanza y del presidente de La Rioja ensalzando la convivencia del castellano naciente y el vasco que quedó plasmada en las Glosas Emilianenses, y haciendo votos por su convivencia en el futuro, y sobre todo las palabras del Rey proclamando que asume con orgullo la pluralidad lingüística de España abren de nuevo la puerta a la esperanza que muchos teníamos al votar afirmativamente la Constitución.

Ojalá podamos verla cumplida.

es coordinadora general de la Campaña de Norrnalización Lingüística de las Islas Baleares.

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