_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Padres explotados

No es de extrañar que los niños crezcan sintiéndose siempre muy especiales, muy distintos a los demás, seres únicos que merecen tener todas las necesidades cubiertas

Tres menores participan en una representación teatral en un colegio.
Tres menores participan en una representación teatral en un colegio.Elyse Lewin (Getty Images)
Najat El Hachmi

Anoto en la agenda el enésimo festival de fin de curso al que debo asistir en cumplimiento de mis obligaciones parentales. Unas obligaciones que han ido creciendo de modo exponencial en los últimos años y son inversamente proporcionales al número de hijos que tenemos. Aunque esto no importa porque el sistema escuela-familia-gurús de crianza funciona como si todos los hijos fueran únicos y nacieran con el derecho a disponer de atención y cuidados exclusivos. Antes, los alumnos podían darse con un canto en los dientes si sus progenitores aparecían por la escuela una vez al año en una cita excepcional, pero ahora no hay trabajador o profesional que no mueva citas y reuniones, cambie turnos o gaste días de asuntos propios para sentarse a ver desfilar todos los cursos cantando o actuando y aplaudir con entusiasmo. Remedios Zafra debería escribir un libro sobre el entusiasmo parental, tan alienante como el laboral.

Fiesta de otoño, conciertos, función de Navidad, desfile de carnaval, fiesta de primavera, semana cultural, demostración de judo, fin del cursillo de natación, de la escuela de verano… Yo me di cuenta de que íbamos de perdidos al río cuando asistí a una ceremonia de graduación en la guardería. ¡En la guardería!

¿De dónde viene esta autoexplotación? De la culpa, sin duda. Y de tantas películas americanas en las que el niño se pone muy triste cuando el padre no llega a tiempo de ver cómo hace de arbolito y ya está pensando en cómo le contará a su futuro psicólogo lo traumático que fue sentirse abandonado. Las madres nunca habían hecho disfraces, ni jugaban con los críos porque los críos suelen preferir a sus iguales como compañeros, pero ahora, los padres (y más las madres) lo somos todo y tenemos que hacerlo todo. Como si no trabajáramos ni tuviéramos vida más allá de cuidar los frutos de nuestro proceso reproductivo. No es de extrañar que crezcan sintiéndose siempre muy especiales, muy distintos a los demás, seres únicos que merecen tener todas las necesidades cubiertas. Las reales y las inventadas porque me temo que en la trampa de las exigencias desmedidas los padres nos hemos metido solitos sin que nadie nos lo pidiera. La primera fiesta de cumpleaños cuando la criatura ni sabe ni andar, la segunda cuando se dedica a pasar de los invitados y va a su bola si no es que les da con algún juguete. Muchas de las cosas a los que los acostumbramos desde muy pronto no eran necesidades suyas sino nuestras. ¡Pobres padres explotados! ¡Pobres niños con sobredosis de atenciones, asfixiados por la parentalidad total!

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_