Escritores del Magreb debaten sobre el laberinto de lenguas
El Coloquio Magreb-Europa, que hoy finaliza en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, debatió ayer un tema capital para los intelectuales del norte de África: Relaciones entre lengua materna y lengua de escritura. Aunque se cayeron del cartel figuras como el marroquí Tahar Ben Yelún (premio Goncourt), el argelino Rachid Buyedra y el tunecino Monsef Wahaibi, las ponencias permitieron hacerse una idea del múltiple laberinto lingüístico con el que los escritores magrebíes tienen que lidiar.
El primer impulso de un europeo al oír hablar de la literatura magrebí es pensar en la lengua árabe. Pero el Magreb es un espacio cultural donde, además del árabe clásico -lengua administrativa y de la religión- confluyen diversos dialectos beréberes, el frances y el español. "Es un mosaico idiomático", dijo el moderador, Juan Goytisolo, que criticó el desinterés español por quienes escriben en castellano en Marruecos. Sin embargo, no había escritores de este grupo invitados.El hebreo marroquí Edmond El Maleh (1915) recordó, a través de un texto evocador, cómo "el árabe es la lengua materna de los judíos marroquíes"
El marroquí Abdelfatah Kilito (1945) analizó con ironía lo que para él ha significado usar tres lenguas: el árabe dialectal sin escritura, pero que le permite libertad, el francés "que me abrió el mundo de la ficción", y el árabe, cuya presión cultural le hizo comprender "la historicidad de la literatura, verla como algo no ajeno al tiempo y al espacio". Kilito contó cómo en frances sigue sintiéndose "observado" y "otro", y homenajeó a clásicos bilingües como Abu Nuwas e Ibn Al Muqaffa.
El argelino Tahar Yaút se proclamó, por escritor, "un viajero", alguien que sale "de lo admitido por la lengua impuesta". La argelina Assia Yebar habló de la Zoraida de Cervantes y se definió como "una fugitiva del pasado". El marroquí Mohamed Berrada reivindicó "la lengua híbrida". Su compatriota Mohamed Achaari se expresó poéticamente en árabe, pero la traducción simultánea decidió apostar por la babel.
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