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Hekmatiar amenaza con reanudar la lucha

Juan Jesús Aznárez

El dirigente radical Gulbudin Hekmatiar, que controla por el Sureste los accesos a la capital afgana, ha advertido que continuará combatiendo mientras el general Abdul Rashid Dostam no salga de Kabul con sus hombres. El destino de los milicianos de Dostam y la suerte del ex presidente Najibulá, refugiado en una de las sedes de la ONU en Kabul, constituyen dos de los principales obstáculos a superar por el Consejo Provisional de Gobierno en Afganistán. Mientras, un convoy con más de 100 camiones con comida, procedente de Pakistán, llegó ayer a la ciudad para aliviar las necesidades de sus dos millones y medio de habitantes.

Hekmatiar, cuyo partido integrista Hezbi Islami deberá ser incorporado al juego político si Afganistán quiere consolidar una convivencia pacífica entre todas sus etnias, recibió a un grupo de corresponsales extranjeros en una de sus bases y mostró una cierta flexibilidad. Serio, sin sonreír nunca, con ojos de iluminado, pero políticamente hábil, apuntó la posibilidad de colaborar con las nuevas autoridades afganas en la reconstrucción nacional si el general Dostam, odiado por los muyahidin de uno y otro bando, abandona la capital. "Lucharé hasta echar a Dostam de Kabul", advirtió con firmeza Hekmatiar.No es fácil, sin embargo, desembarazarse o encontrar un hueco al jefe militar uzbeko, que, al volver la espalda a Najibulá en los últimos días de la larga guerra civil, aceleró la descomposición del régimen de inspiración marxista y la derrota militar en todos los frentes. El comandante Masud, el hombre más poderoso de Afganistán en estos momentos, debe mucho al general, que manda unas milicias de reconocida solvencia en la lucha y en el saqueo. Su alianza de última hora con este hombre, a espaldas de Hekmatiar, facilitó la toma de Kabul, pero distanció todavía más a los dos principales dirigentes islámicos.

Por otra parte, no es mucha la capacidad ejecutiva del profesor Sibgatula Moyadedi, presidente del Consejo Provisional de Gobierno, integrado por 51 miembros de la resistencia política y guerrillera afgana.

En estos momentos de extrema confusión, las piezas de artillería y los carros de combate de Masud y Dostam, apostados en las alturas de la capital, son todavía el punto de referencia.

El inmediato reconocimiento del Gobierno provisional por Pakistán y Arabia Saudí, que se han apresurado a rentabilizar políticamente la ayuda militar prestada a la guerrilla durante 13 años, ha asestado a Gulbudin Hekmatiar un golpe más duro que todos los millones de proyectiles disparados contra sus posiciones. Irán, prudentemente, no se ha colocado en la trinchera.

El tercer dirigente guerrillero islámico en discordia, Abdul Haq, un pashtún, la etnia mayoritaria de Afganistán, al igual que Hekmatiar, duda de la viabilidad del consejo, controlado desde la sombra por Masud, un tayiko de 39 afios elevado a ministro de Defensa. Su partido, el Jamiat Islami, se disputará durante muchos años el vacío dejado por la Administración prosoviética.

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"Respeto mucho a Moyadedi, pero dudo que el consejo consiga gobernar Afganistán. Debemos dejar que el pueblo se manifieste no en unas elecciones como las de Estados Unidos o Europa, sino de acuerdo con nuestras propias tradiciones de representación", subrayó Abdul Haq en una conferencia de prensa celebrada en el hotel Intercontinental. Pocos entendieron qué tipo de consulta es posible en una nación todavía en armas, ni cuál es la verdadera alternativa de este dirigente guerrillero que se mantuvo neutral durante los choques de Kabul y que asegura que no aceptará ningún cargo de responsabilidad oficial.

La reconciliación entre Masud y Hekmatiar, cada vez más aislado política y militarmente, es dificil. El León de Panshir no ha olvidado la emboscada de 1989 contra 36 de sus más apreciados lugartenientes que perdieron la vida a manos de un comandante de Hekmatiar, quien, para mayor confusión política, agrupó en sus filas a reconocidos integristas marxistas de la etnia pashtún en el desaparecido régimen.

La suerte de Najibulá

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