Francisco Ayala recibió el Cervantes por su larga obra en "Ias dos orillas del idioma"

Francisco Ayala recibió ayer el Premio Miguel de Cervantes 1991 de manos de los Reyes, en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Tanto el escritor como el rey Juan Carlos y el ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, hicieron referencia a la identidad cultural de España e Iberoamérica y a la especial significación del premipo este año de 1992.Se recordó que "la patria es el idioma ", según este escritor de "las dos orillas" .

El acto de entrega del Premio Cervantes 1991 fue, dentro del protocolo habitual, rico en sencilla dignidad, como corresponde al galardonado, un joven escritor de 86 años que ha sido capaz, a lo largo de su carrera, de erigir grandes novelas como La cabeza del cordero o Muertes de perro, ensayos como Indagación del cinema o Cervantes Y Quevedo, estudios sociológicos como Tecnología y libertad y memorias como Recuerdos y olvidos, manteniendo paralelamente una presencia crítica en los medios de información como testigo del presente.Cuando Francisco Ayala, en su discurso, leyó: "Luego, las consecuencias de nuestra guerra civil, en la que actué como ciudadano (no, por cierto, como escritor) al lado de la República...", la Reina miró con una sonrisa al Rey. Los discursos de Ayala, del Rey y del ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, tuvieron un tono sereno, de constatación de las cosas, y al tiempo no esquivaron la emoción.

V Centenario

El Rey ligó desde el principio el galardón a Ayala con la conmemoración del quinto centenario del Descubrimiento, "o lo que es lo mismo, el principio de la larga y fecunda aventura del español como lengua universal. Y al mismo tiempo, el inicio de ese mestizaje cultural que ha dado frutos gloriosos, nacidos a un lado y otro del océano", y recordó que "la obra de Francisco Ayala se ha desarrollado en las dos orillas del idioma".

Señaló el Rey una característica fundamental de Ayala, presente desde "sus primeros libros al amparo intelectual de Ortega y Gasset y su Revista de Occidente, allá por el año l925": su calidad de "hombre ligado radicalmente a su tiempo". El Rey resumió eficazmente el aspecto político que hoy en día posee la figura del galardonado: "La Corona, vocacionalmente aglutinadora de todos los modos de sentirse español, encuentra en personalidades como Francisco Ayala el ejemplo más claro de una España definitivamente reunida". Mencionó además el Monarca la "satisfacción" por "la creación del Instituto Cervantes".

Si el Rey calificó a Ayala de "polígrafo" el ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, le llamó "escritor plural". Lo hicieron con sobrada razón, porque pocos autores pueden exhibir un historial tan rico en frutos narrativos, ensayísticos e incluso, como recordó Solé Tura, "colega en los vericuetos del derecho político y constitucional". El ministro, que leyó sus folios con emotiva emisión de voz, señaló a Ayala como "escritor absolutamente libre. Libre para escribir sin trabas ni imperativos. Libre para afrontar los contrastes, para ejercitar la tolerancia en los pareceres. Libre para denunciar, también".

Francisco Ayala, nacido en Granada en 1906, se instaló en Madrid en 1922 y pronto fue conocido en los círculos vanguardistas. Tras la República, ingresé en el cuerpo de letrados del Congreso. Al terminar la guerra civil, tiene que exiliarse en Argentina. En los años siguientes vivirá en Puerto Rico y Estados Unidos. En 1960 regresa a España. En 1972 recibe el Premio de la Crítica por El jardín de las delicias. En 1983 obtiene el Premio Nacional de Literatura y es elegido académico. En 1988 recibe el Premio Nacional de las Letras Españolas.

En la mesa presidencial, además de los Reyes, figuraban el presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina; el alcalde de Alcalá, Florencio Campos, y el rector de la universidad, Manuel Gala.