Pesos fuertes en la mermada presencia internacional
Arco 92 nace con nueva sede, la mejor de las tres que han jalonado sus 11 años de historia, y un espíritu que, como haciéndose eco de la tan cacareada crisis, parece mantenerse a la expectativa. Ello se deja notar, en parte, en la presencia internacional. Baja algo el número de galerías internacionales, volviendo al nivel del 89. Pero no quiero despertar falsas alarmas; siguen muchos pesos fuertes y, aun con un cierto descenso de espectacularidad en las apuestas, la feria continúa deparándonos una oferta de altos vuelos y muchas piezas memorables. Ya centrando el recorrido de la presencia internacional en Arco 92, comenzaré por aquellos pabellones que, en mi opinión, son de visita obligada por la contundencia y calidad del conjunto que presentan. Así, la galería Malborough reúne, entre otras, piezas de interés de Auerbach, Alex Katz, Grooms, Kitaj, Larry Rivers, collages de Schwitters, el inefable retrato caricatural que Botero hizo del general Franco y un impactante Francis Bacon. En síntesis de nombres históricos y más contemporáneos, la Waddington Integra piezas de Giacometti, Leger, Moore, Calder, Chamberlain, Warhol, dibujos de Matisse, Chamberlain, con otras importantes de Barry Flanagan, Schnabel y Paladino. En el pabellón compartido por Annely Juda y Hans Mayer, destacan, entre otras, esculturas de Caro, Tinguely y David Nash, piezas de la Popova, Moholy Nagy y un sólido De Kooning. Imprescindibles son, asimismo, los conjuntos presentados por Bruno Bischofberger -por sus Clemente, Warhol, Basquiat y, ante todo, por la contundente lona Blessed Clara de Schnabely por "Weber, Alexander y Cobo (ante todo, por los Baldessari, Tuttle, Artschwager y Olderiburg).
Siguiendo este primer núcleo de lo esencial de la feria, destacan también las propuestas de Leo Castelli (con alguna buena pieza del interesante Robert Therrien), Pieron¡ (por la instalación realizada en colaboración por Pistoletto, Pisani, Spalletti y West), Persano, Lisson (Graham, Boltansky, Cragg) e Isy Brachot (sobre todo, por el Richard Long y el conjunto de Broodhaerts).
Pero, más allá de esos pesos pesados, el recorrido de una feria es, ante todo, un deambular laberíntico al encuentro de sorpresas puntuales. Por supuesto, éstas dependerán de las querencias de cada visitante; por mi parte, citaré aquellos nombres o piezas que recabaron mi atención en el descubrimiento de esta edición de Arco. En Levy, desde luego, los Beckinann y Picabia, junto al sabroso diálogo que sobre ellos establece nuestro Eduardo- Arroyo; los Charlton de Artiaco, un Schinidt Rottluff en Grace Borgenicht, los Lüpertz y Gallo de Gian Ferrari, el Knoebel de Wilma Lock, dos Cornell, uno en Metastasio y otro en Aca; el Bruce Nauman de Metropol, los Torres García de Forni, la ironía mordaz de Alberto Gironella en OMR, las máquinas espectaculares de Nam June Paik y Alan Rath en Carl Solway, y los rostros de Roland Fischer en Mosel Und Tschechow y los de Franz Gertsch en Turske & Turske. Por último, alguna de esas sorpresas conlleva matices de pesadilla, como el espeluznante naturalismo de las dos esculturas de John de Andrea en Aca.
También galerías españolas incluyen una importante oferta de artistas internacionales. Destacaré, en primer lugar, el stand monográfico que Theo ha dedicado a. Jesús Soto. Adami, por su parte, ocupa en solitario el de Fandos. Gamarra y Garrigues ofrece una espectacular instalación del griego George Lappas, y Oliva Arauna otra, muy hermosa, de Alfredo Jaar. Mencionaremos, también, los Dokoupil de Leyendeker y Juana de Aizpuru, los William Borroughs y Brion Gysin en Sephira, los Motherwell de Joan Prats, Allen Jones en punto y la gráfica de Richard Serra en Edurne, y de Matisse y algunos vorticistas en Estiarte.
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