Emociones duras en el itinerario español
A primera vista, con todo lo que pueda significar de ulteriores correcciones, de complementos o matices, algo que en una visita a una feria resulta siempre imprescindible, pues hasta el último momento uno se puede encontrar con lo inesperado, he aquí el registro de mis primeras impresiones acerca de lo que sobre artistas españoles ofrece esta edición de Arco.Desde esta perspectiva de urgencia, y no sin alabar antes el esfuerzo desplegado por nuestros galeristas en este año de vacas anunciadamente flacas, quiero comenzar resaltando lo presentado en Arco por un Eduardo Arroyo completamente en vena, que se ha descolgado con una soberbia colección de sombreros de señora en la galería Taché y una no menos asombrosa, pero sí más alarmante recreación de grabados de Max Beckinan, en su línea consuetudinaria de los, en este caso, Beckman rehechos, en la galería Levy. Para el amante de las impresiones fuertes no puede haber, desde luego, mejor fondeadero que éste para comenzar su recorrido por Arco, como, si se le ocurre seguir estos consejos, el detenerse a mirar lo que ha hecho, en este mismo espacio de Taché, Pep Durán, el cual, como si se tratase de pensar el traje de Adán, ha desplegado su vestuario personal en una serie de vitrinas transparentes con dibujos seriados en forma de hojas.
Declinación vegetal
Esta declinación vegetal de uno de los más brillantes artistas catalanes actuales se puede acompañar con la visita a lo que presenta Carlos Pazos en la galería Ciento, de Barcelona, y en la madrileña de Masha Prieto, visitas ambas que, con toda seguridad, elevarán el tono vital del contemplador, porque Pazos es un artista que lleva muchos años sin decepcionar no sólo al amante del arte, sino, sobre todo, al amante de la vida, lo que es generalmente más di fícil. Por lo demás, quien lo busque allí mismo podrá encontrarse con la sorpresa de las últimas obras de Patricia Gadea, que, igual a sí misma, continúa radiante y expansiva.
Puestos a seguir buscando emociones fuertes, por intensasauténticas, nadie debe perderse, además de admirar el radiante columnario que bellamente ha dispuesto Andreu Alfaro como un pórtico clásico en la galería Gamarra y Garrigues, lo que exhibe Miguel Barceló (Bischofberger), Manuel Saiz (Moriarte), Cosme Churruca (Dieciséis), Christine Boshier y Pilar Insertis (Machón), Jordi Cano (Salvador Riera), Torconal (Seiquer), Fernando Sinaga y Rosa Brun (Oliva Arauna), Gruber y Trueba (E. Botella), Isabel Garay (Edurne), Montserrat Pérez-Osuna y Pedro Pertejo (Egam), José Ramón Amondaráin (Eladio Fernández), Ángel Bados (Fúcares), Nacho Angulo y Sánchez Calderón (Jorge Kreisler), Ramírez Blanco (Leonarte), Fran López Bru (Víctor Martín), J. M. Sirvent (Pelaires), X. Artiaga (Emilio Navarro), Elena Blasco y Manuel Rufo (Ángel Romero), Zush Perejaume (Joan Prats), Susana Solana y Ferran García Sevilla (Luis Adelantado), Paloma Navarés, etcétera.
Luego, claro, están esas galerías que imprimen carácter, aunque lo hagan desde muy diferentes registros, y a las que siempre hay que prestar atención, habiendo presentado casi todas ellas selecciones típicas de la casa, como, por ejemplo, Soledad Lorenzo (con bellísimos cuadros de Sicilia, unas brillantes piezas de Peio Irazu y una espectacular instalación de Ángeles Marco), Miguel Marcos (con un conjunto de piezas de Brossa, dos hermosos cuadros de Dario Urzay, un impresionante cuadro de Juan Carlos Savater, varios cuadros de Mira, etcétera), Ediciones T (con espléndidas estampaciones de Sicilia, García Sevilla, Jaume Plensa, y, naturalmente, soberbios Tápies) y, en general, Siboney, Silió, Temple, Tórculo, La Máquina Española, Theo, Winsor-Kultur-Guintza, Juana de Aizpuru, Alfonso Alcolea, Bretón, Magda Belloti, Buades, Ferran Cano, Eude, Rita García, Cayubo, Línea, René Metrás, Juana Mordó, Sen, etcétera.
Se trata, en cualquier caso, como decía al principio, de un primer recorrido, que no agota ni menos discrimina todo lo mejor, que es difícil siempre de abarcar en una feria, ya que es preciso deambular mucho para hallar lo que más intimamente complace. De lo que no cabe la menor duda, sin embargo, es que lo presentado por los galeristas españoles en esta edición merece un sobresaliente.
Babelia
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