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'Los contrabandistas de Alá'

Una nueva clase social ha irrumpido con fuerza en Argelia. Cada mañana se les puede encontrar en los alrededores de los grandes mercados, en los barrios populares, mientras extienden un lienzo en la acera sobre el que depositan las mercancías más dispares. A veces, interrumpen su trabajo tras escuchar una voz o una señal imperceptible para el viandante, recogen precipitadamente su mercancía, se esconden en una escalera y esperan pacientemente. a que se aleje una patrulla de la gendarmería.Son los travendistas. Una barbaridad lingüística a caballo entre el francés y el castellano y que, como es fácil deducir, se dedican a abastecer el mercado nacional de productos de primera necesidad que ellos mismos importan ilegalmente del extranjero. El travendista goza de cierta impunidad oficial y de una total simpatía popular porque resuelve muchos de los problemas cotidianos de la población. Lo que los argelinos no saben, o prefieren ignorar, es que un gran sector de esta red de comerciantes ilegales forma parte de las finanzas ocultas del Frente Islámico de Salvación (FIS).

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El travendismo no es un fenómeno nuevo. Surgió en Argelia en la década de 1980, pero se ha desarrollado con fuerza en los últimos años como consecuencia de las penurias económicas y de una escasez generalizada de productos en los comercios y almacenes oficiales. El travendo constituye, desde un punto de vista económico, una privatización forzada de las redes comerciales y de la distribución, hasta ahora y desde un punto de vista oficial en manos del Estado. Desde un punto de vista político, significa el triunfo del FIS, que viene reivindicando en su programa de Gobierno la liberalización absoluta del mercado y el retorno a la economía de bazar. Y desde una óptica laboral es, además, la solución para muchos desempleados.

El travendista vive permanentemente a caballo entre Argel, Nápoles o Casablanca, gracias a los precios subvencionados de los pasajes de avión, que le permiten comprar un billete de ida y vuelta por algo menos de 4.600 dinares argelinos (21.000 pesetas), trayéndose a su regreso mercancías que en algunos casos pueden reportarle unas ganancias de 10.000 dinares (45.000 pesetas). Un travendista puede efectuar al mes uno o varios viajes, depende siempre del destino, ya que si se trata de Francia o Italia necesitará visado, pero no así Marruecos, donde los argelinos pueden acceder simplemente con el pasaporte. La suma de todas estas operaciones le permiten al travendista alcanzar un salario mensual muy por encima de los sueldos medios de un funcionario, que en ningún caso supera los 8.000 dinares (36.000 pesetas) al mes.

El travendismo está perfectamente estructurado. Detrás del simple viajero cargado de paquetes -calzoncillos, calcetines, mecheros, tabaco, tejanos, medicamentos, mantas o piezas de recambio para automóviles- se encuentran los comanditarios o cerebros de este mercadeo, que financian los primeros viajes y que han impulsado la formación de esta clase social. Se asegura que los comanditarios son los verdaderos banqueros del FIS, mientras que los pasadores de frontera son militantes y simpatizantes.

Además del comercio internacional, el travendista se viene dedicando desde hace algún tiempo a regular el mercado interno de consumo argelino y se ha especializado en acaparar productos de primera necesidad.

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