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La apertura es la base de la riqueza cultural, según los escritores europeos

La muerte de Montserrat Roig amargó el último tramo de la fiesta ibérica que ha constituido la Encrucijada de Literaturas Europeas, clausurada ayer en Estrasburgo. Recibida por Javier Tomeo en la noche del domingo, esa noticia sembró la consternación en unos encuentros que han estado consagrados al Sur.Si el fallecimiento de Roig entristeció a Tomeo, Jullán Ríos, Juan Goytisolo y José Saramago, la explosión de odio entre las diferentes comunidades de Yugoslavia y el clima racista en Francia y Alemania fueron la gran causa de inquietud para la treintena de escritores reunidos en la ciudad alsaciana.

La principal conclusión de la Encrucijada fue resumida así en el denominado Manifiesto de Estrasburgo. "La historia europea prueba que los periodos de expansión cultural coinciden con la multiplicación de intercambios y contactos con el exterior; las épocas de decadencia se caracterizan, en cambio, por la búsqueda estéril de valores propios, el miedo al otro y el repliegue sobre sí mismo".

Goytisolo, cuyas Virtudes del pájaro solitario fueron objeto de una hermosa lectura en los baños romanos de la ciudad, defendió la idea de que, "en una época literariamente tan árida como la nuestra", el escritor es "una planta del desierto". Su única patria, proclamó, es la lengua castellana, y sus compatriotas, aquellos que, desde Cervantes a Julián Ríos y Carlos Fuentes, han explorado sus riquezas tradicionales para renovarla

Ríos, cuya novela Larva intenta traducir al francés un editor parisiense, explicó que Tiempo de silencio, de Martín Santos, representa el nacimiento de la nueva ficción española. "Martín Santos", dijo, "encontró un nuevo lenguaje para luchar contra el franquismo: atacó el poder con una lengua distinta que la del poder". El vasco Bernardo Atxaga se declaró contrario al "nacionalismo cultural" e hizo el elogio de la riqueza que para sus paisanos representa la posibilidad de hablar dos o tres lenguas. El autor de Obabakoak lamentó la mala suerte de vivir en "el peor momento" de la historia vasca.

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