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LA CONFERENCIA DE MADRID

Gorbachov sólo obtiene buenas palabras de Bush

Antonio Caño

La cumbre de Madrid no fue tal, sino un duelo desigual entre un George Bush pletórico y un Mijaíl Gorbachov a la defensiva, que tuvo que advertir en la conferencia de prensa conjunta: "Sigo siendo el presidente; nadie ha ocupado mi lugar". El presidente de la Unión Soviética no obtuvo de su homólogo norteamericano más que buenas palabras y una promesa de que lo respeta tanto como antes de la intentona golpista del pasado mes de agosto. Nada más. La ayuda económica tendrá que esperar todavía.

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La reunión entre el líder de la única potencia mundial y el dirigente de un país en crisis fue lo que se preveía con anterioridad: un almuerzo entre dos amigos que coincidían en la capital española. No hubo acuerdos sobre ninguno de los dos temas principales: el desarme nuclear y la asistencia humanitaria que la URSS necesita para hacer más llevadera la difícil transición política.El ambiente externo fue el mismo que en ocasiones anteriores -sonrisas, saludos afectuosos y coincidencia de puntos de vista sobre temas internacionales-, pero algo había cambiado respecto a otros encuentros entre los dos dirigentes. El golpe de agosto ha dejado una huella indeleble en la imagen de Gorbachov, y Bush no estaba ahora presionado por el líder de una superpotencia: Gorbachov tenía muy poco que ofrecer a cambio de la ayuda norteamericana.

La sensación de desequilibrio fue tan palpable que en la sala de conferencias de la pretenciosa Embajada soviética en Madrid circulaba entre los periodistas una prpgunta: ¿Qué hace Gorbachov aquí? Bush hizo lo que pudo para situar a su homólogo en un plano de igualdad.

En ésta, que era la primera reunión entre ambos desde el fallido golpe en Moscú, "no he sentido ninguna diferencia con respecto a reuniones anteriores", dijo el presidente norteamericano. Los dos líderes se reunieron la última vez en Moscú justo tres semanas antes del intento de golpe de Estado.

"Mi respeto por Gorbachov no es ahora menor. Há sido una gran satisfacción encontrarme con mi amigo aquí, y nada ha cambiado como consecuencia de lo ocurrido en agos ' to", añadió.

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Sin embargo, Bush no fue capaz de traducir esas bellas palabras en hechos. El presidente estadounidense escuchó durante una comida de dos horas -de las que sólo una mínima parte de tiempo estuvo dedicado a la Conferencia sobre Oriente Próximo- las explicaciones que le dio Gorbachov en cuanto a1as reformas que ha introducido en el camino hacia la economía de mercado y las garantías ofrecidas acerca de su pretendido control sobre las repúblicas.

-Pero, al parecer, todo eso no fue suficiente para convencer a Bush, que anunció que esperará hasta conocer los informes del Grupo de los Siete en relación con la economía soviética antes de tomar una decisión sobre el paquete de 4.500 millones de dólares (463.000 millones de pesetas) en ayuda alimentaría y técni~ca que la Unión Soviética le ha pedido a Washington para hacer frente a las necesidades más urgentes.

"Gorbachov me ha explicado que, en el tema de la ayuda económica, las repúblicas están actuando más unidas que nunca con el centro", dijo George Bush. Insuficiente. "Hemos empezado a dar pasos realistas y concretos hacia la economía de mercado, hemos dado pasos hacia . la liberalización de los. precios y hacia la regulación del orden financiero en nulestro país", dijo Gorbachov. También insuficiente.

"Nadie me va a retirar"

En la Unión Soviética, "todos hacen lo que tienen que hacer y se ocupan de sus funciones. Yo. me siento más tranquilo y con fiado que nunca. Nadie me va a retirar", añadió el presidente soviético. Todavía insuficiente.

Todos estos argumentos sólo sirvieron para que George Bush afirmase que Mijail Gorbachov sigue siendo su interlocutor en la Unión Soviética, aunque también hable, según reconoció, con el presidente ruso, Borís Yeltsin, y con los dirigentes de las otras repúblicas.

En el terreno de los hechos, lo único.a lo que se comprometió el, presidente norteamericano es a mantener su buena disposición a entregar a la Unión Soviética ayuda humanitaria, pero sólo después de que el Grupo de los Siete emita su diagnóstico y entregue sus recomendaciones sobre la situación existente en aquel país.

Tampoco se consiguieron avances sustantivos sobre desarme nuclear estratégico. Bush y Gorbachov elogiaron sus respectivas ofertas, pero sólo acordaron crear dos grupos de estudio para buscar un punto en común entre las posiciones que mantienen ambos países.

Antes de estrechar sus manos vacías con las de Bush, Gorbachov se despidió con un mensaje poco optinústa: "Quizá en el futuro habrá otras ocasiones en las que tengamos que volver a pedir más ayuda, porque la vida está llena de sorpresas".

El portavoz de, la Casa Blanca, Marlin Fitzwater, dijo a los periodistas por su parte que Estados Unidos discutiría la ayuda con las repúblicas soviéticas separadamente del Gobierno central, informa Reuter. "Confiamos plenamente en Gorbachov, pero esto no. debe interpretarse como apoyo con exclusión de las repúblicas". Fitzwateir añadió que esto era necesario para asegurar que los créditos agrícolas fueran reembolsados y asegurar también que las repúblicas obtengan una cuota justa en ayuda humanitaria.

La incertidumbre sobre el futuro de la URSS ha generado una fuerte disputa en la Administración norteamericana sobre si la ayuda debe ser canalizada hacia repúblicas específicas o hacia el Gobierno central.

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