La Antártida, un continente ganado para la ciencia
La firma ayer en Madrid de un tratado histórico de protección de la Antártida puso de acuerdo, en un hecho sin precedentes en los problemas del medio ambiente, a ministros, delegados y ecologistas. Todos estaban satisfechos cuando los representantes de 30 países del Protocolo rubricaron el documento. "Es la primera vez que se regula el medio ambiente -mar, tierra y aire en todo un continente", dijo ayer Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Asuntos Exteriores.
Satisfacción fue ayer la palabra más pronunciada en el Ministerio de Asuntos Exteriores. En segundo lugar se habló de extracción de minerales, cuya prohibición durante 50 años en el continente de los hielos ha sido el punto más controvertido y, una vez acordado, el mayor éxito del Protocolo para la Protección del Medio Ambiente de la Antártida."No sólo se ha hecho de la Antártida un auténtico territorio de paz, sino que se ha impulsado de forma notable su utilización para el desarrollo de la investigación científica", dijo el ministro Francisco Fernández Ordóñez en el acto de la firma. "Nadie pensaba hace 10 meses que fuera posible", comentó, haciendo referencia a las "muchísimas dificultades" que ha habido que sortear en su negociación.
Atrás. quedaron los fuertes debates por las condiciones de revisión del Protocolo, cuando los representantes de 23 de los 26 países consultivos y siete de los 14 no consultivos estamparon su firma en las cuatro copias del documento -en inglés, español, francés y ruso- Corea, Japón y la India tienen ahora un año para firmar el mismo, que entrará en vigor posiblemente en 1993, una vez que sea ratificado por todos los países.
Por el Reino Unido, Francia y Bélgica firmaron los ministros del Medio Ambiente (Michael Heseltine, Brice Lalonde y Erick Derycke). Lalonde, antes del acto, había expresado su satisfacción "por el acuerdo de protección de la más grande reserva natural del mundo", y comentó que el problema era diferente en otro de los grandes temas pendientes del medio ambiente mundial: la Amazonía, porque "allí vive mucha gente que acepta hablar de su selva siempre y cuando los países ricos hablen del problema energético".
"La Antártida es ahora un territorio dedicado a la ciencia, protegido como una reserva natural mundial", afirmó Luis Oro, secretario general del Plan Nacional de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, que añadió: "El ecosistema antártico es muy especial y sumamente frágil, cada pequeña modificación que se haga puede tener un efecto irreversible". Oro destacó la creciente cooperación de la ciencia entre los países que realizan allí investigaciones, entre ellos España, que tiene una base de verano en la isla Livingston, las Shetlands del Sur.
Esta actividad científica en el continente blanco no está suficientemente regulada según la organización ecologista Greenpeace, que, sin embargo, calificó ayer de "importante victoria" la firma del Protocolo.
Hambre de materias primas
"Tenemos que estar todos satisfechos porque, en un área tan difícil como ésta, el haber conseguido que todos los países renuncien a explotar la Antártida durante 50 años con el hambre de materias primas que tiene la civilización occidental es un hecho a destacar; la Antártida es un caso excepcional y como tal hay que tratarlo", comentó José Borrell, ministro de Obras Públicas y Transportes, que acudió a la firma del Protocolo como responsable español de medio ambiente. Óscar Pinochet de la Barra, delegado de Chile, país más próximo a la Antártida, comentó que para los siete países con reivindicaciones territoriales en el continente blanco el acuerdo supone una renuncia dura. Pero reconoció que también lo era para EE UU. "Ese país tiene una capacidad tecnológica para extraer allí petróleo, si lo hay, que nosotros no alcanzaremos en muchos años", dijo, al tiempo que se unía a la satisfacción general."El Protocolo es una victoria realmente importante para todo el mundo porque une, por primera vez que yo sepa, a las organizaciones de defensa del medio ambiente y a los Gobiernos en una solución, una buena solución", afirmó James Barnes, consejero de la Coalición para la Antártida y el Océano Meridional, de la que forman parte unas 200 organizaciones de 45 países.
Barnes señaló también que los cambios que se han producido entre el borrador inicial redactado hace unos meses y el documento final sobre las condiciones de revisión del tratado dentro de 50 años son menores. "La cuestión principal", dijo, "es la prohibición permanente de actividades mineras y el hecho de que sea una ley medioambiental para toda la Antártida. Son dos grandes pasos".
Una excepción
Para Steve Sawyer, director ejecutivo de Greeripeace Internacional, el Protocolo es "un paso adelante gigantesco y la prohibición de actividades mineras durante 50 años es el acuerdo más significativo de este tipo en la historia". Señaló, sin embargo, que la Antártida es una excepción en comparación con el resto de los problemas medioambientales del mundo e indicó que el acuerdo firmado ayer debe ser un precedente para la comunidad internacional que debe seguirse en otras áreas, como el calentamiento global. El responsable de Greenpeace destacó que para ellos está pendiente la limitación del turismo y la protección de los recursos marinos."Aunque consideramos que la firma del acuerdo es una importante victoria, sabemos que la Antártida aún no está protegida de las continuas actividades humanas que se desarrollan en la zona", añadió. Dijo también que la intensa actividad pesquera en los caladeros de krill y la masificación de las bases científicas instaladas en la zona constituyen las principales amenazas para el equilibrio ecológico del continente antártico.
Base desmantelada
Greenpeace ha anunciado que desmantelará su base científica permanente en la Antártida, que será sustituida por equipos móviles. Paralelamente ha elaborado una lista en la que figuran las 10 bases más nocivas para la preservación mediambiental del continente, según informa Albert Solé.Para el histórico acto de la firma, el patio del palacio de Santa Cruz del Ministerio de Asuntos Exteriores estuvo decorado con tres enormes fotos de la Antártida del fotografo suizo Bruno J. Zehnder, quien afirmó emocionado que la firma era "el momento más feliz de mi vida desde el día de mi nacimiento".
Zehnder, a sus 46 años, ha estado 17 veces en la Antártida y considera que aquélla es su tierra. No en vano se ha ganado el apodo de guardián de la Antártida.
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