Regreso a Pilares
La recuperación de su legado significa, simbólicamente, la vuelta de Pérez de Ayala a esa Pilares (Clarín la llamó Vetusta) que centra toda su creación narrativa.Como buen novecentista, Pérez de Ayala era plenamente europeo. Las cartas a su amigo Rodríguez-Acosta muestran que estuvo a punto de recibir el Premio Nobel en tres ocasiones. Su formación es inglesa: Antonio Machado lo retrata "con gesto petulante / de bachelor en Oxford...
Pero su raíz es radicalmente asturiana. (Lo han demostrado, entre otros, Fernández-Avelló, Martínez Cachero, Carmen Castafión y Florencio Friera). Ante todo, por el liberalismo krausista que aprendió de una serie de ilustres profesores en aquella universidad.
Después, por su Filiación clariniana. Aunque admire a Galdós, a quien sigue Pérez de Ayala es a Clarín: novela rica en ideas, centrada en la visión muy crítica de una capital de provincia.
Su pesimismo se suaviza por dos elementos típicos del espíritu asturiano: un sentido del humor muy suave y el lirismo melancólico ante la naturaleza.
No se puede entender Tigre Juan, por ejemplo, sin haber estado en el Fontán, acechando la sombra inquieta de Ana Ozores junto al antiguo Corral de Comedias, bebiendo agua en el nuevo cañu, recordando las representaciones de La barraea, oliendo las frutas y hortalizas y viendo cómo va cambiando la plaza a lo largo del día, mientras suenan las horas y nos asusta el estallido del carillón de La Escandalera.
Con sus papeles -sus libros, sus cartas, sus cuadernos de trabajo, sus manuscritos- retorna definitivamente a su tierra un asturiano universal.
En su Antología asturiana, recoge Elías García Domínguez una Epístola a mis paisanos en la que declara: "Soy un regionalista de las letras... / Pero escuché el consejo homérico:/ Ton la mira en el blanco adonde un interés universal converja-.
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