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Despertar en Bogotá

Juan Cruz

Los colombianos resisten con la paciencia de los indios la maldición que sobre su país ha desatado la violencia y tratan de acabar con el tópico que identifica el nombre de cada una de sus ciudades principales con un reguero de pólvora al final del cual hay un alijo de coca y una mancha de sangre. Mientras la realidad alimenta dramáticamente ese lugar común, ocurren muchas otras cosas y la cultura, por ejemplo, permite el sueño de que alguna vez este país se despierte en paz.

La Feria Internacional del Libro de Colombia se dedicará a España en 1992La semana pasada concluyó en Bogotá la cuarta Feria Internacional del Libro, que congregó a 380 expositores de 19 países latinoamericanos y que provocó a su alrededor 530 actos culturales. Entre estos últimos, un encuentro internacional sobre periodismo cultural que puso de manifiesto la necesidad de incrementar en países como éste la difusión de la cultura por todos los medios para cumplir aquel sueño de despertar en paz en Colombia.En la clausura de la cuarta Feria Internacional del Libro celebrada en Bogotá, su director, Jorge Valencia Jaramillo, hizo el anuncio de que la próxima edición, la de 1992, será dedicada a España. España ha sido este año, en que la feria se ha dedicado a Colombia, una convidada abundante: Planeta, Alfaguara, Plaza y Janés, las ediciones del Quinto Centenario, Santillana, entre otras firmas, coexistieron con sus novedades con competidoras latinoamericanas que luchan por salvar la crisis que el sector padece como un mal pegajoso.

Ya España tuvo su presencia literaria este año: en la feria se presentó Muchos años después, la novela con la que José Antonio Gabriel y Galán ganó el Premio Eduardo Carranza.

El ambiente era de optimismo, y el aire de fiesta que la propia ocasión propiciaba parecía dar la razón a Valencia Jaramillo: "El libro nos puede ayudar a despertar en paz".

Los colombianos tienen en el libro una de sus esperanzas de despegue, y citan esta cifra de negocios como el símbolo que les puede convertir en la capital editorial de América: para el primer semestre de este año, el producto de las exportaciones de libros, que compra sobre todo Estados Unidos, fue de 40 millones de dólares, unos 4.000 millones de pesetas.

Paralelamente a la Feria del Libro, periodistas latinoamericanos, entre los cuales también había españoles, debatieron sobre las obligaciones que tiene la prensa a la hora de difundir la cultura, y un grupo de estos escritores pusieron en orden sus ideas sobre la creación literaria en cada uno de sus países.

El encuentro de los llamados periodistas culturales era el primero de su clase que se celebraba, y fue organizado en el contexto de la feria por Colcultura. El propósito, según el director de esta entidad estatal, Juan Manuel Ospina, era el de establecer "paradigmas para que las empresas periodísticas tomen nota de la particular importancia que tiene para países como el nuestro la generación de contextos que nos ayuden a mirar de modo complejo la realidad de Colombia".

Colcultura trabaja ahora en la creación de una red de informaciones culturales, que no se pretende tutelada por el Estado colombiano, "sino que quiere", según Ospina, "ofrecer la mayor información cultural posible para que el país empiece a mirar para otro lado".

El carácter autocrítico con que los colombianos afrontan hoy el desarrollo del periodismo, y que presidió al menos la discusión entre los periodistas, lo definieron dos profesionales culturales notorios en Bogotá: los directores de los suplementos dominicales de El Espectador, Marisol Cano, y de El Tiempo, José Hernández, en sus intervenciones respectivas. Dijo Hernández: "Aquí está todo por inventar en el campo de la información cultural. Y afirmó Cano: "A veces los periodistas nos olvidamos de cuál es nuestro lugar y sucumbimos ante oleadas de banalidad".

Guillermo González, director del encuentro, puso énfasis en el desconcierto que se vive en su país al resumir la mayor inquietud de todas: "Nuestro drama es el más grande que existe, como periodistas y como ciudadanos, porque todos los días nos levantamos preguntándonos lo mismo: quiénes somos, qué debemos hacer".

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