Argentina y la historia

El señor Menem ha indultado a los militares responsables no sólo de la más terrible dictadura que recuerde la historia de su país, sino también del asesinato y desaparición de 30.000 personas. Esta cifra deja en segundo plano al número, proporcionalmente mayor, de torturados, violados, violadas y encarcelados; de familias destruidas, de desequilibrados y enloquecidos, de emigrados involuntarios, de niños robados a sus padres o abuelos, de gente despojada por la codicia de los uniformados y sus cómplices.En el juego político al que el mundo actual nos va acostumbrando, los valores formales se alejan de los reales; el nombre se impone a su propio significado; la forma, al fondo. Así, a las calles argentinas vuelve el miedo. El violador y el corrupto comulgan en las iglesias. ¿Qué importancia tiene? La palabra democracia es un jabón que todo lo limpia.

Ningún Gobierno ha reaccionado. Al respaldar con su silencio al presidente democráticamente electo de Argentina, los políticos del mundo no hacen más que afirmar un sistema en el que sólo medran ellos y la clase a la que sirven. Son Gobiernos que no preguntan a sus pueblos si mandan tropas al Golfo ni si sacan de las cárceles a los asesinos de sus electores. ¿Podría ser de otra manera cuando esos Gobiernos tampoco se opusieron a la dictadura mientras duró, mantuvieron sus embajadas e hicieron buenos negocios?

Entonces, no sólo se ha indultado a Videla y a su pandilla, sino también a todos los Gobiernos que con su silencio son cómplices... Son manos que se lavan la una a la otra, porque el dinero es tan sucio que hay que tocarlo con manos limpias.

Si de hipocresía se trata, habrá que luchar en ese campo. Por eso proponemos algo que introduzca coherencia en este orden de valores: el indulto a Carlos. Monzón, quien tal vez por no tener la educación privilegiada de Videla o Suárez Mason no hizo más que arrojar a su mujer por el balcón. No supo que también podía completar su gesta matando a su suegra, al vecino, a varios parientes, a algunos estudiantes, ex rivales, etcétera.

Indultar también a todos los detenidos por haber cometido cualquier delito sin la misma impunidad y, como quisieron los militares indultados, volver a poblar las cárceles con quienes piensan en cosas tan extravagantes como son una vida digna, justicia, honestidad, vergüenza o verdad.

Hacemos nuestra la pregunta histórica de los argentinos: "El pueblo quiere saber de qué se trata". ¿De qué se trata, eh?