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Escritores reunidos en Buenos Aires se pronuncian contra Menem

El encuentro literario latinoamericano ha significado la ruptura entre la cultura oficial y los intelectuales

El Encuentro Latinoamericano de Escritores, que se realizó a lo largo de la semana pasada en Buenos Aires con un agotador programa de actividades, tuvo un resultado de bumerán. Las secretarías de Cultura de la nación y de la municipalidad de Buenos Aires montaron con sus escasos recursos un "acontecimiento" internacional que sólo sirvió para difundir la bronca de los intelectuales argentinos y de otros países de habla hispana y el "rechazo" al presidente Carlos Menem y a su política.

El encuentro, inaugurado el lunes 26 con un discurso del ministro de Educación del Gobierno argentino, Antonio Saloma, empezó mal y, pocas horas antes de su final se previa algo todavía peor si los invitados extranjeros terminaban por adherirse ayer por la tarde -medianoche en España- a la convocatoria de los escritores argentinos, que promovieron un boicoteo al acto de clausura, en el que estaba previsto un discurso de Menem.Para empezar, hubo notables ausencias. Los telegramas enviados por Arturo Uslar Pietri, Isabel Allende, Jorge Amado, Jorge Semprún y Gabriel García Márquez -que estaban entre los escritores invitados cuando se lanzó la promoción del encuentro- no bastaron para consolar a los aficionados. Los funcionarios consultados tampoco pudieron explicar claramente las razones por las que el argentino Ernesto Sábato, uno de los históricos, no estaba entre los nombres destacados. Este debate entre el proyecto de la cultura oficial de la Argentina actual y el de sus intelectuales, que no apareció en el programa, surgió espontáneamente al margen y resultó el más interesante.

Protestas

Un grupo amplio y numeroso de escritores argentinos se sumó a los extranjeros recién llegados, entre los que el público podía reconocer al uruguayo Mario Benedetti, el peruano Alfredo Bryce Echenique, al brasileño Darci Ribeiro, el argentino Daniel Moyano -residente en Madrid- o los chilenos Ariel Dorfman y Antonio Skármeta. Entre tanta mesa redonda de título ambiguo, una de las más fecundas ideas de cooperación posible resultó la convocada por El rol de la cultura en la integración latinoamericana. En ésta fue donde el chileno Skármeta impulsó la creación de un mercado común de la literatura: "Mientras Europa se dedica a limar asperezas, los países latinoamericanos permanecen embobados en sus provincias, expuestos a caprichos de caudillos y profetas esporádicos". Skármeta observó la perversión de los medios de comunicación argentinos y la responsabilidad que les cabe en el proceso cultural: "Anoche anunciaron la apertura del encuentro en el Canal 13 de televisión y mencionaron la presencia de José Donoso, Ernesto Cardenal y Augusto Roa Bastos, justamente tres de los que no vinieron".La primera señal visible durante las jornadas de lo que verdaderamente se discutía fuera de ellas fue la silla vacía que el historiador, novelista y militante político de la izquierda David Viñas dejó en el panel de Historia y ficción en la narrativa latinoamericana. Viñas, junto con otros autores, había firmado un manifiesto en el que todos se oponían a que el "encuentro" sirviera para "avalarla política del Gobierno de impunidad a los genocidas y su programa de entrega y destrucción del país".

Al día siguiente, cuando se reunieron los críticos literarios, Susana Zanetti intervino para leer una declaración firmada por varios argentinos y ninguno de los extranjeros. Los escritores argentinos aseguraban que no irían anoche al cierre del encuentro para manifestar de esa forma su "repudio" a lo que consideran una política deliberada de no apoyo a la cultura, a la educación pública y también contra "la decisión presidencial de indultar a los ex comandantes de las fuerzas armadas y otros condenados por la justicia".

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