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CIENCIA

La información genética cabe en un disco compacto afirma el Nobel Gilbert

El norteamericano Walter Gilbert, premio Nobel de Química de 1980, afirmó ayer que todas las letras, frases y páginas que contiene la información que define al hombre, es decir, el genoma humano, "se conocerán totalmente antes de fin de siglo". Además, todo ese "ser humano nos cabrá en un disco compacto como éste", dijo mostrando el pequeño disco a los asistentes al seminario que en torno a las cuestiones éticas que plantea el desarrollo de la genética comenzó ayer en Valencia.

Gilbert está convencido de que toda la información genética, que ocupará un volumen equivalente "a 1.000 guías telefónicas de 1.000 páginas cada una", estará disponible al menos cinco años antes del 2005, fecha marcada oficialmente por el Gobierno de Estados Unidos. Ello será así, en su opinión, porque las técnicas evolucionarán más deprisa de lo previsto y porque los técnicos trabajarán con mayor rapidez a medida que aprendan a menejar bien los instrumentos.Cuando dentro de 10 o 15 años se conozca totalmente la base molecular de la información genética del hombre, "tendremos la lista de genes" pero nos faltará conocer aspectos importantísimos, "como la interrelación entre esos genes". Entonces se pasará de un periodo basado fundamentalmente en la experimentación a otro en que surgirán teorías para explicar el genoma como conjunto, comentó Gilbert.

El seminario ha atraído a Valencia a un amplio conjunto de científicos de primera línea vinculados al proyecto genoma humano en todo mundo, así como a representantes religiosos, filósofos y expertos legales que reflexionarán sobre los aspectos éticos.

Las sesiones fueron abiertas por el científico español Santiago Grisolía, máximo impulsor del seminario. James Watson, el hombre que junto a Francis Crick determinó en 1953 la estructura en doble hélice del ADN, la molécula que contiene la información genética, centró el debate de la reunión en una breve introducción: "Tenemos que aceptar el hecho de que hay diferencias entre los seres humanos; existe algún tipo de injusticia genética". Rechazó frontalmente la eugenesia y se preguntó: "¿Cómo podemos compensar a los que tienen alguna minusvalía genética?". "Por eso estamos aquí", se contestó escuetamente.

Enfermedades complejas

Eric Lander, un profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts con una amplia carrera de investigador pese a sus 34 años de edad, explicó que se han empezado a obtener resultados en la determinación del componente genético de enfermedades complejas, es decir, aquellas que dependen de más de un gen. En concreto, citó un estudio que establece que en el ratón la diabetes está relacionada "con tres o cuatro genes y podría no ser muy distinto en el hombre".

Sobre otras enfermedades a las que se ha atribuido fundamentalmente un origen social, como la esquizofrenia o el alcoholismo, Lander aportó datos que establecen una predisposición genética a contraerlas. "En algunas familias se ha apreciado que el problema de la esquizofrenia se manifiesta según las leyes mendelianas".

Sobre el alcoholismo puso el ejemplo de que tiene menos incidencia entre los asiáticos porque éstos sintetizan menos cantidad de la enzima que degrada el alcohol. Lander, no obstante, se apresuró a subrayar'que esas enfermedades pueden tener origen genético pero también social y "en ningún caso los condicionamientos genéticos anulan el libre albedrío del ser humano".

Reparos éticos

S. S. Ángelo Serra, profesor de genética de la Universidad Católica de Roma, echó ayer en cara a los investigadores reunidos en el congreso internacional sobre el genoma humano de Valencia la falta de acuerdo de la comunidad científica en la determinación de cuándo comienza a vivir un ser humano.

"Al no existir consenso sobre el inicio de la vida, la Iglesia adopta la postura más conservadora de considerar que empieza en el mismo momento de la concepción. Este es el modo más seguro de respetar como es debido al ser humano", precisó Serra.

En el debate participaron también Azeddine Guessous, en nombre del Islam; Haim Aviv, del judaísmo; y el protestante Jack Stotts. Los cuatro coincidieron en situar la vida, un don divino, como límite inamovible para cualquier actua¿ión científica, aunque la aplicación concreta de este principio varió de uno a otro.

"El límite está en no dañar al ser humano", precisó el conferenciante protestante, que rechazó el principio científico de que "debe hacerse todo lo que es posible hacer".

Stotts recordó que todo aumento de conocimiento es un aumento de poder, "y el poder al final siempre se utiliza". En consecuencia, la ética protestante introduce "el escepticismo en la misma acumulación de conocimiento" para evitar extralimitac`iones.

Ángelo Serra coincidió en la necesidad de establecer límites y señaló que los principios éticos católicos "no tienen por qué modificarse con las nuevas adquisiciones de conocimiento aunque sí puedan ser adaptados y ampliados".

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