Un poeta americano
Jorge Luis Borges, en un poema memorable a un soldado argentino, dijo que con su muerte cumplía su destino suramericano Siempre me sorprendió que Borges, tan argentino, reconociera el destino suramericano en uno de sus antecesores. Ahora es bueno hablar de Octavio Paz, tan mexicano, como de un poeta que cumple su destino americano No se trata del premio, que no es una coronación, sino de toda su vida.Ha habido otros poetas americanos en América (¡no más ese mote latino! como José Martí y Rubén Darío y todavía Pablo Neruda, a pesar de su lastre político, corno Paz, antes de Paz Pero Paz está a la altura de Darío como poeta y como Martí es un intelectual americano.La poesía no es mi fuerte y aunque no puedo reconocer algunos poemas de Paz como importantes y aún decisivos, creo reconocer en sus ensayos, en sus artículos y en sus charlas un intento que, como en Edgar Allan Poe, va unido a una imaginación poderosa.
La imaginación de Octavio Paz (nombre afortunado el del poeta Paz, como dice su rival inseparable Carlos Monsivais) es una isla asediada por el proceloso mar de las pasiones, entre las que está, claro, la pasión poética. Pocos escritores he conocido tan mansos y tan irascibles a la vez en una rebelión util.
Ha ido, como en él castillo de Leeds, ante mis ojos de la monotonía a la ira contenido en un mismo discurso, cuando hacía la historia de la vanguardia en el siglo y llegó a referirse a Borges como el ciego de siempre.
Tuve que recordarle que si Borges murió ciego había vivido como un amante del cine (llegó con el oído, a declararme que Kartum era superior a Lawrence de Arabia, porque "la derrota es siempre más hermosa que el triunfo") y decirle a Octavio que Borges era tal vez el mejor crítico de cine del idioma. Paz enseguida contraatacó a lo que no había sido un ataque, con que Alfonso Reyes había sido el primero. Este cruce de plumas y de espadas mostró a Paz en guerra. Pero después regresamos juntos a Londres y el bus nunca fue un obus.
Si cito esta anécdota es para señalar que hay en los ensayos de Paz la misma mezcla de acuciosa investigación intelectual junto a una pasión mexicana callada pero intensa. Su carácter, que es su destino mexicano.
Paz ha sabido como nadie en el idioma iluminar las zonas oscuras de la vanguardia y al mismo tiempo celebrar su aparición con una continuidad mexicana. Paz es casi un intelectual puro y es difícil encontrar en sus escritos anécdotas, relatos personales o autobiografía pura. Su poesía es su autobiografía y sus ensayos son comentarios al poema que es su vida.
En estado puro
No hay, afortunadamente, trazas de esa plaga de América, el escritor como cuentero, el exotismo que quiere congraciarse con Europa y la estética que siempre aspira la condición, de Carmen Miranda literaria. O el escritor con pluma tutti-frutti.
Afortunadamente encontramos en Paz el intelectual al estado puro. Pero, ¿es esto cierto? No ha habido escritor americano tal vez desde Martí que haya pensado tanto sobre el hecho político y haya convertido su pensamiento en una verdadera guía para la acción no militante sino antimilitar. Paz no quiere ser guerra y sin embargo hay pocos escritores de America que hayan tenido que pelear tanto para salvar el asedio y tal vez su vida.
En México, en una ocasión reciente, hubo manifestaciones en su contra y fue quemado en efigie. No puede haber, creo, un mejor homenaje a su inteligencia. Los malditos que gritaban no eran más que loros de izquierda cuyo plumaje verde oculta siempre un edredón rojo. Octavio Paz siempre, como en su poesía pudo cultivar la gracia bajo presión.
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