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38º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

La organización del certamen obliga al jurado a dar contra su voluntad todos los premios

La película española 'Las cartas de Alou', de Montxo Armendániz, gana la Concha de Oro

La fiesta terminó ayer en bronca, casi en esperpento. El jurado de San Sebastián 90, previa a la lista de los premios, dio a conocer una seca y violenta nota en la que afirmó que "había sido obligado por la dirección del festival a otorgar cinco premios", lo que indica que el jurado no creía que hubiese cinco películas dignas de ser premiadas. Al negarse a decir públicamente cuáles eran las películas que "se vieron obligados" a introducir en la lista, esa claridad se convirtió en confusión.

Obtuvo la Concha de Oro el filme español Las cartas de Alou, de Montxo Armendáriz, que además se llevó para su protagonista Mulle Jarju la Concha de Plata al mejor actor. Los restantes premios oficiales fueron los siguientes: Concha de Plata al mejor director para el norteamericano Joel Cohen por la película Muerte entre las flores; Premio Especial del Jurado para la película mexicana Rojo amanecer; y Concha de Plata a la mejor actriz, para la italiana Margherita Buy por La semana de la esfinge. Los premios se entregaron anoche, con la asistencia del actor Peter O'Toole como invitado especial.La dirección del Festival respondió a la declaración de los miembros del jurado afirmando que el reglamento del Festival, sobradamente conocido por todos los jurados, dice textualmente que éstos "otorgarán obligatoriamente los cinco premios" antes transcritos.

Jurídicamente hablando, la postura de la organizacion del Festival es irrefutable. Pero un festival cinematográfico es algo más que un corsé reglamentario: el jurado no podía, cuando acató ese reglamento, imaginar que de la veintena de películas en concurso sólo dos o como mucho tres eran cine de verdad y las 16 o 17 restantes penosas simulaciones de cine. De ahí que su insólita declaración tenga, ya que no jurídico, un fundamento estético no menos irrefutable.

El jurado aún teniendo la razón de fondo la perdió al no declarar públicamente cuáles eran a su juicio las películas a las que premió sin merecérselo, simplemente por llenar el protocolo jurídico impuesto por la dirección del Festival. Esta negativa del jurado a decir cuáles eran las películas que premiaron por imposición y contra su voluntad, daña la credibilidad de todos los premios, incluidos los justos, y sobre todo daña de manera irreparable a la credibilidad de los criterios de la selección de películas.

Según una fuente próxima al jurado, que por otro lado se niega a dejarse identificar, la interminable discusión que acabó con la antes citada declaración, se produjo como consecuencia de la negativa de al menos dos miembros del colectivo -el británico Ken Loach y el austriaco Axel Corti- a dar opción al gran premio al filme norteamericano Muerte entre las flores, considerado aquí casi unánimemente como una obra magistral y,junto a la triunfadora Las cartas de Alou, la única obra a la altura de un festival de primera categoría.

Durante la ceremonia de entrega de premios anoche, José Luis Borau declaró, sin embargo, que, pese a sus desavenencias con la dirección, los miembros del jurado pretendieron en todo momento otorgar el máximo galardón al filme Las cartas de Alou.

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