El destino de las cartas de Espriu y del original de 'Mort de dama'
Todos los implicados han muerto y la anécdota ya se puede contar. Cuando murió don Llorenç, el poeta catalán Salvador Espriu escribió a la viuda reclamando que fuera destruida toda su correspondencia con el autor mallorquín, formada por alrededor de 100 cartas. Así se hizo. Cuando Espriu tuvo conocimiento del gran favor que le habían hecho, mandó hasta tres cartas distintas de agradecimiento a la viuda, según dijo a este diario José Forteza.El legado literario de Villalonga ha pasado por curiosos avatares tras la muerte del escritor. El poeta Llorenç, Moyá de la Portella Gilabert de la Bombarda fue el depositarlo del manuscrito original de la novela Mort de dama, regalo del propio autor. Sin embargo, cuando murió Llorenç Villalonga, un descuido protocolario motivó que Moyá no fuera presentado al ministro de turno, Ricardo de la Cierva, y ubicado en la primera fila del funeral. El manuscrito, que en ese momento había regresado a la biblioteca de Villalonga, fue reclamado por el poeta por despecho. A la muerte de Llorenç Moyá, el manuscrito, junto con otros originales entre los que figuraban diversos dibujos de Villalonga, fue vendido por los herederos del poeta a una librería de viejo.
Baltasar Porcel -bautizado por Villalonga como "el ángel rebelde" en una novela que llevaba originalmente este título -es otro de los miembros del clan Villalonga. Al igual que Jaume Vidal Alcover, Jaume Pomar, Guillem Frontera, Josep Meliá, Andreu Ferret y Damiá Pons. La lista sería extensa en los 83 años de existencia del novelista y escritor, que vivía en el venerable barrio de la Catedral y pasaba los veranos en Binissalem. Porcel, hijo literario y amigo intermitente de Villalonga, anticipó un libro con la transcripción de centenares de cartas villalonguianas. El traductor Jaume Pomar también hizo lo mismo.
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