Césat Gaviria promete combatir a los 'narcos' y al terrorismo y dialogar con la guerrilla colombiana
Él nuevo presidente de Colombia, el liberal César Gaviria, de 43 años, ofreció diálogo a la guerrilla, persecución judicial a los grupos paramilitares y dureza frente al narcotrárico y el narcoterrorismo, en su discurso programático de toma de posesión, el pasado martes en Bogotá. Los principales diarios de la capital destacaban ayer los aspectos de política interior del discurso del nuevo jefe de Estado. El Tiempo y El Espectador aparecieron con idéntico titular a toda plana en sus primeras páginas: Bienvenidos al fúturo, la frase con la que Gaviria concluyó su discurso. La Prensa, el periódico más joven de Bogotá, le echó más imaginación y resumió en la frase Apertura y mano dura el mensaje de Gaviria.
ENVIADO ESPECIAL,
Los diarios apenas comentaban el discurso presidencial y las reacciones de los políticos se limitaban a los tópicos habituales en estos casos. Llama la atención el orden de prioridades al tratar el mensaje de Gaviria. El nuevo presidente dio prioridad en su discurso, al menos cronológica, a los temas de violencia, pacificación y lucha contra el narcoterrorismo.La Prensa destacaba en los titulares los temas de política interna. Parece como si estuviese latente un mecanismo de dar por cerrado el capítulo de la violencia, un deseo subconsciente de pasar a una vida normal en Colombia, donde la preocupación central sea la seguridad en el empleo o el programa económico.
El aspecto más llamativo del mensaje presidencial fue el diferente trato que ofreció Gaviria a guerrilleros y paramilitares. Fiel a la línea de lograr la integración de los violentos en la vida democrática, Gaviria les ofrece el diálogo y el foro de la, Asamblea Constituyente, que será convocada el próximo 25 de noviembre, "para los grupos guerrilleros que acepten abandonar los métodos violentos".
Mensaje a los paramilitares
Frente a esta puerta abierta a la guerrilla choca la dureza con que Gaviria se refirió a los paramilitares, para los que ofreció "el máximo rigor" y emplear "todo el empeño del Estado colombiano" para su desmantelamiento. Acusó el presidente a estos grupos de haber derivado, "por acción del narcotráfico y de algunos sectores de la extrema derecha, en poderosas organizaciones criminales, principales responsables de las masacres, de los magnicidios y de delitos atroces de toda naturaleza". A los paramilitares y "algunas organizaciones llamadas de autodefensa" Gaviria dijo: "La única actitud posible es la de invitarlos a que se sometan a la justicia".
La duda abierta es si el nuevo presidente tendrá fuerza suficiente para llevar adelante estos planes. Los paramilitares y grupos de ultraderecha están armados hasta los dientes en Colombia y no parece evidente que vayan a entregarse a la justicia sin más, sobre todo si ven a ex guerrilleros integrarse a la vida democrática e incluso sentados en el Gabinete, como es el caso del nuevo ministro de Salud, el dirigente del M-19 Antonio Navarro Wolff.
Una periodista colombiana comentaba que la violencia- en el país procede de todas partes y ha llegado la hora de dejar de buscar culpables y hacer efectiva la paz, y para eso habría que dialogar con todos y con grupos armados de un lado y otro.
Reconoció Gaviria que el narcoterrorismo constituye "la principal amenaza contra nuestra democracia", pero dejó abierta la posibilidad de no insistir en las extradiciones de narcotraficantes a Estados Unidos. Dijo el presidente: "La extradición no puede ser el único, ni el principal instrumento en la lucha contra el narcotráfico". Gaviria puso, como una especie de condición, para renunciar a la extradición, la desaparición del terror y "que se disponga de un sistema judicial fortalecido".
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