El suspiro de 'don Protocolo'
Cuando Mijaíl Gorbachov abandonó ayer la Casa Blanca, dando por concluida la cumbre de Washington, Joseph Reed suspiró. El jefe de protocolo de la residencia presidencial norteamericana también contribúyó, con su trabajo, a que la cumbre fúera un éxito. Reed se caracteriza por no.dejar de mirar su reloj -"protocolo es puntualidad", dice- y comprueba, minuto a minuto, que todo sigue su curso, "tal y como estaba previsto".El presidente George Bush y su esposa Bárbara conflian plenamente en su trabajo y atienden todos sus consejos. Sólo así se puede conseguir que la puerta de la limusina de Gorbachov se abra en el momento exacto o que el presidente se coloque en el lugar adecuado para la foto de rigor.
Reed es el perfecto anglosajón, protestante, de raza blanca y con un capullo de rosa eternamente colocado en la solapa. Tiene 51 años y procede de una familia irlandesa enriquecida con el negocio del petróleo y el oro. El dato no deja de tener importancia si se tiene en cuenta que sus antepasados llegaron a EE UU sin un centavo. Reed creció en la exclusiva localidad de Greenwich (Connecticut) y está casado con una aristócrata de Pensilvania llamada Marie Mimi Byers, con la que tiene dos hijas, Electra y Serena.
El jefe de protocolo de Bush tiene 250 colaboradores bajo sus órdenes y confiesa que lo único que no puede controlar es "el clirna". Pero a juzgar por el sol que ha lucido en Washington desde la llegada de Gorbachov, se diría que ésta vez Reed ha conseguido controlar incluso hasta los elementos.
Durante las dos últimas semanas Reed se había entrevistado decenas de veces con los diplomáticos soviéticos. Todos los detalles fueron pensados, calculados y ejecutados. Todo ha salido bien. La ceremonia de bienvenida a Gorbachov en la base aérea de Andrews; su llegada a la Casa Blanca, con 21 cañonazos incluidos; una cena de gala; los detalles de la ceremonia de la firma de acuerdos, la conferencia de Prensa final de la cumbre y otros muchos detalles.
Reed estudió en la Universidad de Yale, como el propio Bush, y antes de dedicarse al protocolo trabajó para el Chase Manhattan Bank como vicepresidente y asesor personal de David Rockefeller durante 20 años. En 1981 el presidente Ronald Reagan le nombró embajador en Marruecos y en 1987, subsecretario general para Asuntos Políticos de la Asamblea General de la ONU.
El pasado año aceptó el trabajo de jefe de protocolo, por el que percibe 83.600 dólares al año (unos nueve millones de pesetas), lo que le permite pagar sin problemas el pequeño apartamento que ocupa en el edificio Watergate, escenario del escandaloso proceso que terminó con la carrera del presidente Richard Nixon y que se halla muy cerca de su oficina en la Casa Blanca.
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