Libros de ciudad y morcillas de mi pueblo
Inaugurada la Feria del Libro de Madrid
La duda estaba en si, a falta de artillería que diera salvas de honor cuando llegara el ministro del ramo, era mejor tocar España cañí o España cañón. Y, naturalmente, la Banda de la Policía Municipal optó por el segundo pasodoble, aunque Semprún no vino a la guerra. Se reunía el Gabinete y mandó al subsecretario. El alcalde Sahagún parpadeaba empuñando las tijeras para el corte de la cinta que sujetaban dos azafatas con cara de haber leído Las edades de Lulu. Fue lacónico al dar el tajo: "¡Ya está!", exclamó aliviado, mientras el cometa Enrique Rojo soplaba con todas sus fuerzas. Quedaba así inaugurada ayer la 20ª edición de la Feria del Libro en el paseo de Coches del Retiro de Madrid.
Karol Wojtyla, con los brazos en cruz en la biblioteca de autores cristianos, presentaba su volumen de dramas como una novedad excepcional. Pero el volumen era como la puerta herméticamente cerrada en un año santo. Parecía tapiado con cemento. Y daba vergüenza pedir que derribaran ese muro de celofán. Éste iba a ser uno de los problemas del paseante en la Feria. Cerca, inflaban el globo que habría de elevarse al cielo literario proclamando el advenimiento de la alfabetización popular. Al primer intento cayó de costado. Y tardó en recuperarse, para solaz de la tercera edad.Allí estaba la editorial Sígueme, repartiendo pan entre un pueblo hambriento de líderes, y uno de los empleados de la caseta mostró el título del éxito, Vida y pascua de Jesús, en cuya página 67 podía leerse que "el pecado es ignorancia". Costaba 1.910 pesetas sin el 10% de descuento habitual.
Hiperión proponía, en cambio, otras lecturas. "Lo mejor este año es la correspondencia de Hölderlin", dijo la responsable del barracón. También en la página 67 se leía esto: "¿Acaso podrías dudar de mi amor?". Entonces fue cuando un telecámara enfocó su objetivo a un empleado de Alianza Editorial, quien, muy dichoso, dijo: "Esta feria se presenta buenísima, esperemos que haga buen tiempo y que se venda más que el año pasado". La reportera dijo que la respuesta era genial, y recogió su micrófono que parecía un aguacate. Luego vino hacia aquí para seguir entrevistando, y entrevistando, y entrevistando.
Muchachas en flor
Doña Lola Martín Ramos, de 34 años, bióloga y en paro, pedía A la busca del tiempo perdido, concretamente lo de las muchachas en flor. Se lo dieron y confesó que lo había leído hacía años, pero que necesitaba releerlo en lo que le parecía ya la madurez de su vida. Iba con dos hijos pequeños. Añadió: "Voy a olvidarme de la biología, que se ha puesto muy mal, y opositar a una plaza de bibliotecaria donde sea". Luego cambió de choza literaria, y en una de Editorial Raíces compró un ejemplar de Cómo decorar con flores.
La caseta El Aventurero vendía, junto a la nueva novela de Cebrián, que era visible en muchas partes, Las Confesiones de un Vampiro. La vendía un hombre todo vestido de negro, con los ojos negros, que fumaba tabaco negro, y que dijo: "Lo de vampiros se vende muy bien aunque para mí la estrella es El silencio de los inocentes, que es una historia de un psicópata que quiere cambiar de sexo y no le dejan los médicos, y odia a todas las mujeres, y las va asesinando para hacerse un traje con la piel de ellas".
Menos sangriento era Garbancito, donde el cuento El globo de Guillermo sigue acabando así: "Algún día también Guillermo podrá montar en helicóptero como la policía".
De la barraca-bar, con un despliegue de morcillas de mi pueblo y pan de hogaza del pueblo del vecino, llegaba inspiración gastronómica a la caseta de libros de cocina regentada por Elena Martín Alonso, de 40 años, quien dijo que nunca supo freir ni un huevo, y que de lo que ella sabe es de libros y de cómo venderlos. Seguía triunfal el de las 1.080 recetas de Simone Ortega, y creía que no va a ir mal el de la pasta, de Paloma Gómez Borrero, gracias, en parte, al queso de oveja vaticana.
Quien de verdad le daba un repaso a Ortega era Francisco Simanca, de 88 años, al pregonar su Actualización de la rebelión de las masas, en una operación de venta sin intermediarios: "La editorial lo vende a 800 pesetas, pero yo, que soy el autor, lo doy por 600".
Fundamentos estaba desplegando la autobiografía del director de cine Akira Kurosawa en riguroso estreno. Hacia la mitad del libro se podía leer una frase que venía al pelo: "Mirar algo no significa fijar la mirada en ello, sino darse cuenta de ello de una manera natural". 0 sea, mirar con la vista suelta.
Vivir de rentas
Acodada por la parte exterior a la caseta de la Librería de Mujeres, Carmen Martín Gaite estaba siendo interrogada por otra televisión. Le preguntaban qué novedad presentaba este año, y ella dijo que este año no presenta nada, que vive de rentas.En esta caseta recomendaban a una autora chino-americana llamada Amy Tan, escritora que procede de un taller literario, que es lo que pega en la actualidad.
A las dos de la tarde, el alcalde aún seguía la ronda. Por los altavoces se rogaba a los libreros que no echaran la persiana por respeto a la autoridad. Pero el horario era, al parecer, tan importante como la ortografia.
Babelia
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