La conjura, el muro y el fin
La conspiración contra el 'viejo' Honecker abrió las compuertas de la unidad alemana
J. M. M. F. / H. T. ENVIADOS ESPECIALES El 11 de octubre, el Buró Político del Partido Socialista Unificado (SED) emite un comunicado en el que reconoce la necesidad de discutir "todas las cuestiones básicas" y el órgano oficial del partido comunista, Neues Deutschland, publica las primeras cartas críticas con el régimen. El siguiente lunes, día 16, más de 100.000 personas se congregan en Leipzig. Los gerontócratas del Politburó están reunidos. Los dirigentes provinciales, con la complicidad de Guenter Schabowski, inician la operación de acoso y derribo contra Honecker.
Victoria pírrica
El delfín del anciano líder, Egon Krenz, temiendo la reacción popular, rechaza la inclusión de una frase oficial en un comunicado que dice. que "no hay que llorar ni una lágrima" por los traidores que abandonan la patria. Honecker dice al Buró Político que si no se incluye la frase "tendréis que buscaros otro secretario general". Ese día aún gana Honecker por escasa mayoría la votación en el Buró Político. Al día siguiente, tras contactos entre Krenz y el ministro de la Seguridad del Estado, Erich Mielke, el resultado es inverso. El miércoles 18 el viejo líder dimite ante el Comité Central alegando motivos de salud. El Comité Central elige a Krenz como sucesor. Honecker es sacrificado en un último intento de sus colaboradores por salvarse. El 1 de noviembre dimiten los más fieles a Honecker y el 4 de noviembre más de medio millón de personas se manifiestan en Berlín en favor de la democracia.
En vísperas de la reunión del Comité Central, el Parlamento rechaza la restrictiva ley para viajes presentada por el Gobierno y éste presenta su dimisión, al igual que la totalidad del Buró Político. El Gobierno de Praga, que ve cómo el paso constante de refugiados que cruzan su territorio camino de la RFA no hace otra cosa que levantar los ánimos de su población, amenaza con cerrar la frontera.
El 9 de noviembre, el portavoz del partido, Gunter Schabowski, está informando a la Prensa de la decisión de convocar elecciones libres cuando un ayudante le entrega un papel. "Con efecto inmediato", lee incrédulo ajustándose las antiparras, Ios ciudadanos de la RDA podrán salir del país por la frontera interalemana". De esta manera, casi sin creérselo, el portavoz del partido comunista anuncia la caída del muro de Berlín y de la frontera interalemana.
Quienes sí se lo creen son los alemanes orientales, que acuden prestos a los puestos fronterizos para comprobar la verdad de tal anuncio. La policía de fronteras duda primero. "Debe ser un malentendido", dicen los guardias, pero finalmente abren las puertas. Es el delirio. Las dos partes de la ciudad, separadas 28 años, se unen en un abrazo jubiloso, en una gran fiesta que dura días y días. Pasada la resaca de esta fiesta casi inimaginable para dos generaciones de europeos nacidos en la división, el canciller federal, Helmut Kohl, presenta el plan de 10 puntos para la unificación alemana.
La revolución da un giro de 180 grados. Las manifestaciones en Le1pzig dejan de pedir democracia. Exigen unidad. El 19 de diciembre Kohl y Modrow se reúnen en Dresde. Volverán a reunirse el 23 para abrir la Puerta de Brandeburgo. Las navidades se convierten en Alemania en la fiesta del reencuentro.
La campaña electoral comienza con el año y pronto se ve que los partidos de la RFA han decidido desembarcar en la RDA. El canciller Kohl decide apretar el acelerador.
Propone la unión monetaria e inicia una campaña de acoso y derribo contra el frágil Gobierno de Modrow en Berlín Oriental. Tan sólo consigue que las elecciones generales, previstas para el 6 de mayo, se adelanten al 18 de marzo.
Kohl se ve obligado a frenar. La polémica sobre las fronteras polacas y los miedos que empiezan a despertarse en la RDA sobre el futuro incierto que les espera tras la unificación, hábilmente agitados por el reformado partido comunista, aceleran una campaña electoral que llega a sus últimos días en la total incertidumbre.
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