Canciller de la gran Alemania
Los millones de votos obtenidos por la derecha en la RDA permitirán a Kohl ver realizado su sueño
Los resultados del domingo en la República Democrática Alemana (RDA) han sorprendido a todos, pero sería un gran error intentar extrapolarlos a un posible contexto panalemán. Los ciudadanos de la RDA no votaron en una elección normal en la que partidos políticos más o menos establecidos presentaran determinados programas y donde líderes conocidos, provenientes de las bases, disputaran los escaños de sus jurisdicciones a adversarios similares.La baza del miedo al desamparo, esta vez económico, fue la gran carta de la derecha, por más que en los mítines de la Alianza por Alemania no se oyera otra cosa que atribuirle el fomento de la inseguridad a la izquierda.
Los protegidos de Kohl ganaron de manera tan abrumadora porque, entre resistir la Anschluss (anexión) -la propuesta de los comunistas reformados de Gregor Gysi- o acelerarla, dejaron prácticamente sin espacio político al único partido que intentó ofrecer un programa matizado para el proceso de unificación, el socialdemócrata.
No puede extrañar, en las actuales circunstancias, que a quienes más parece asustar el futuro sea a los conservadores de Bonn, los primeros en pedir un Gobierno de coalición, tal vez conscientes de que el bienestar inmediato prometido a sus electores no podrá facilitarse en la fecha anunciada ni con las garantías de calidad suficientes. Por ello intentan integrar en la responsabilidad de gobierno a todas las fuerzas políticas -a excepción de los comunistas- La Alianza por Alemania intenta sumar al Partido Social Demócrata (SPD) y a los liberales en la compleja e ingrata operación de imponer las reglas de una economía de mercado.
El líder del SPD, Ibrahim Boehme, anunció ayer su negativa a entrar en la coalición que apresuradamente le habían ofrecido Lothar de Maiziere y antes incluso que éste los dirigentes de la Unión Cristiana Democrática (CDU) en Bonn, sin lugar a dudas los auténticos directores de la operación. Boehme niega así a la derecha una amplia plataforma de más de dos tercios en la
Asamblea Popular, suficiente para la rápida reforma de la constitución de la RDA.
Impide asimismo el SPD dejar al Partido para el Socialismo Democrático (PDS) como único partido de izquierda en la oposición que podría así fácilmente capitalizar el descontento que las medidas de racionalización y reestructuración van a producir. A sólo 6 puntos del SPD en las elecciones, el partido de Gregor Gysi y Hans Modrow ha demostrado ser un enemigo mucho más peligroso de lo que se estimaba. En sólo cuatro semanas subió del 5% al 16,2% y ha logrado en una hábil campaña desembarazarse de la imagen de heredero del odiado y desprestigiado SED.
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