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UNA NUEVA EUROPA

Willy Brandt: "No habrá IV Reich"

El ex canciller de la República Federal de Alemania y presidente de la Internacional Socialista (IS), Willy Brandt, proclamó ayer en París su convicción de que "no habrá un IV Reich". Brandt, uno de los participantes en el coloquio internacional ¿Adónde va el Este?, celebrado en la universidad de la Sorbona, aseguró que la futura Alemania unida respetará "las fronteras de 1990, incluida la línea Oder-Neisse con Polonia". El dirigente polaco Bronislaw Geremek, líder parlamentario de Solidaridad, agradeció en su intervención el "coraje político" de la declaración formulada por el ex canciller Brandt, y afirmó: "Sólo hay un modo de alterar la línea Oder-Neisse, y es la guerra".

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El coloquio de la Sorbona, el primero organizado conjuntamente por periódicos europeos de ambos lados del antiguo telón de acero, entre ellos EL PAÍS, se abrió con un discurso del primer ministro francés, Michel Rocard. "Los historiadores", dijo Rocard, "nos han enseñado que el siglo XX comelizó en 1914. Pronto se dirá que el siglo XXI comenzó en 1989". Rocard recordó su pertenencia a "una familia política que nunca ha separado el socialismo de la democracia" y, aunque admitió que "es difícil asegurar cotidianamente la justicia social en una economía de mercado", aconsejó a los movimientos socialdemócratas presentar su modelo a los ciudadanos de los países de la Europa del Este. "El liberalismo doctrinario", afirmó el primer ministro francés, "significa pura y simplemente la ley del más fuerte".

Política y economía

Según Rocard, la principal dificultad de los actuales procesos democráticos en el antiguo bloque comunista proviene de la necesidad de "romper el estatismo autoritario sin desarticular al mismo tiempo la sociedad". El primer ministro francés aconsejó a los países del Este "una rápida ruptura política" y "una más lenta transición económica".La diversidad nacional redescubierta en la Unión Soviética y otros países de Europa oriental, dijo el primer ministro francés, "evoca la inquietante posibilidad de un regreso a la Europa de antes de 1939 o de 1914". Para alejar ese fantasma, es preciso que "las fronteras territoriales de Europa, tal como resultaron de la II Guerra Mundial, no sean puestas en cuestión".

Para Rocard, la Comunidad Europea (CE) es "el polo de estabilidad que las generaciones de entreguerras buscaron en vano". La construcción de la Comunidad Europea debe seguir siendo el primer objetivo en Europa occidental y el faro para la oriental, porque supone un proyecto que "elimina lo aspectos más peligrosos de los nacionalismos y conserva sus aspectos más fecundos".

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Willy Brandt tomó la palabra a continuación para aprobar el mensaje de Rocard. El ex canciller alemán manifestó su comprensión por las angustias expresadas por los polacos ante la perspectiva de la unidad de la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, y efectuó una proclamación solemne y muy aplaudida de su respeto a las que llamó "fronteras alemanas de 1990".

Brandt dijo estar seguro de que la futura Alemania unida no propondrá la alteración de esas fronteras, pese a las actuales ambigüedades del Gobierno encabezado por el democristiano Helmut Kohl.

En sus respectivas intervenciones, el polaco Bronislaw Geremek y el primer ministro rumano, Petre Roman, coincidieron en subrayar que la difusión de las ideas socialdemócratas en la Europa del Este tendrá que superar el obstáculo de largas décadas de identificación del concepto socialismo con regímenes totalitarios.

Socialismo y nacionalismo

Las ideas del socialismo, según Roman, han sido objeto en el Este de "una demagogia feroz". Según Geremek, de "un uso abussivo por parte de los comunistas". Roman y Gernerek estuvieron también de acuerdo en alertar sobre los riesgos del renacimiento de los nacionalismos en el Este.A propósito de la encuesta realizada en ocho países europeos con motivo del coloquio celebrado de la Sorbona, Geremek justificó las razones por las cuales los polacos se mostraron los más temerosos ante la perspectiva de la unidad alemana. "Los polacos", dijo el líder parlamentario de Solidaridad, "saben que sólo hay un modo de alterar las fronteras de la línea Oder-Neisse, y es la guerra. El resto de los europeos deberían saberlo también".

Sólo los participantes soviéticos en el coloquio de la Sorbona se opusieron a la idea de la "muerte del comunismo", unánimente aceptada por el resto de sus contertulios, incluido Petre Roman, quien afirmó que ninguna fuerza política rumana piensa seriamente en la "renovación del comunismo".

Vajno Vjalas, secretario general del Partido Comunista de la República Soviética de Estonia, afirmó con humor: "Yo estoy aquí, y bien vivo. Mi partido se renueva y fue el primero en proponer la renuncia al artículo 6 de la Constitución soviética [que establece el monopolio del partido comunista en la URSS]; en las recientes elecciones locales en Estonia obtuvimos más del 60% de los votos". Según Vjalas, las repúblicas del Báltico son el mejor modelo de la perestroika (reestructuración) del líder soviético, Mijail Gorbachov.

Willy Brandt, por su parte, no excluyó la posibilidad de que en el futuro la Internacional Socialista acoja en su seno, dijo, a "antiguos partidos comunistas verdaderamente reformados".

Risas en la Sorbona

El primer ministro rumano, lletre Roman, y el diputado soviético Alexandre Obolensky arrancaron sendas carcajadas de los participantes en el muy serio coloquio sobre el porvenir de Europa del Este.

Roman, abarcando con una mirada circular el imponente escenario del gran anfiteatro de la Universidad de la Sorbona, con sus alegorías de las artes, las ciencias y la república, confesó que hubiera preferido estar allí como una eminente figura de la Física, su especialidad profesional, y no como "un aprendiz de político sin demasiado porvenir". Obolensky confesó que el día anterior había ido de compras por París y se había quedado boquiabierto ante el esplendor y la variedad de los comercios.

"Es toda una demostración", dijo, "de las ventajas de la iniciativa privada. Me hubiera gustado estar acompañado del camarada Gorbachov".

Como viene siendo habitual en este tipo de encuentros Este-Oeste, el periodista polaco Adam Michnik fue la alegría de la fiesta, con su tartamudeo, su exhuberante humor y sus besamanos a las damas.

El ministro de Cultura español, Jorge Semprún, anduvo más bien serio, pero, eso sí, saludó con calor a muchos de sus amigos franceses.

Los grandes aplausos los cosecharon el alemán Willy Brandt, con su defensa de la intangibilidad de las actuales fronteras alemanas, y el polaco Bronislaw Geremek, por su excelente francés y la coherencia de su discurso.

De los participantes, Geremek fue quien destiló un pesimismo más lúcido. "Muchos polacos", aseguró, "desconfían de todas las ideas políticas, ya sean de derechas o de izquierdas. La única palabra que les suena a éxito es capitalismo".

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