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Castro detiene a altos mandos militares acusados de tráfico de drogas

El ex comandante en jefe del contingente militar cubano en Angola y héroe de la revolución, general de brigada Arnaldo Ochoa, fue detenido el miércoles por las autoridades de su país bajo la acusación de tráfico de drogas y corrupción generalizada. Las detenciones se han extendido también a otros cuatro altos mandos militares del Ministerio el Interior y a dos ayudantes de campo del general, mientras que el ministro de Transportes, Diocles Torralba González, amigo de Ochoa, fue destituido el martes bajo sospecha de corrupción en otro caso distinto.

El ministro cubano de Defensa, Raúl Castro, dijo que la detención del general Ochoa pone de manifiesto que nadie es intocable en Cuba y aseguró que el militar está implicado en la venta ilegal de azúcar en Angola. Fuentes norteamericanas consideran que la detención del general y de mandos de la policía sugiere la existencia de disensiones al más alto nivel en las fuerzas armadas de Cuba. Los expertos señalan que los cargos contra todos los implicados podrían servir de excusa para eliminar a los disidentes que están ejerciendo presión para introducir cambios desde la reciente visita a Cuba del presidente de la URSS, Mijail Gorbachov.Sin embargo, según Granma, el periódico del partido comunista cubano, el general Ochoa está implicado en tráfico de drogas, lo mismo que los altos mandos militares de Interior. Éstos son el general de brigada Patricio de la Guardia, jefe del cuartel general central del Ministerio del Interior -según fuentes norteamericanas-, el coronel Antonio de la Guardia, el teniente coronel Alexis Lago Arocha y el comandante Amado Padrón Trujillo. Con ellos han sido detenidos también los ayudantes de campo capitán Jorge Martínez Valdés y el coronel Antonio Rodríguez Estupinan.

Tribunal militar

El citado periódico afirma que el general Ochoa, cuya edad se calcula cercana a los 60 años, y los oficiales del Ministerio del Interior detenidos "estaban en contacto con narcotraficantes internacionales" e incluso "puede que cooperasen en operaciones de tráfico cerca de nuestro territorio". Para Granma, se trata de un hecho sin precedentes en la historia de la revolución cubana. A Ochoa, que será juzgado por un tribunal militar, se le imputan tambien "graves violaciones de la moral y las leyes socialistas".Por otra parte, Granma informó de la detención de Diocles Torralba, destituido por "conducta personal inmoral, disipada y corrupta". Junto a él fue detenido el funcionario de la empresa cubana de turismo Publicitur, Idalberto Gálvez Richardson. El periódico afirma que aunque los casos de Ochoa y Torralba se refieren a "conductas distintas y problemas diferentes, hay personas gravemente implicadas que mantienen lazos comunes con estos dos hombres". Desmiente las alegaciones de que tanto Ochoa como Torralba estén "mezclados en actividades políticas y actos de traición contra la revolución".

Por su parte, Fidel Castro se vio forzado el jueves a reconocer públicamente que las viejas acusaciones norteamericanas según las cuales funcionarios cubanos de su régimen están implicados en el narcotráfico tenían fundamento. Las detenciones se han producido en un momento en que el régimen cubano estaba proclamando que las relaciones Washington-La Habana habían mejorado con el nuevo presidente de Estados Unidos, George Bush.

Las acusaciones norteamericanas se remontan a los primeros tiempos de la presidencia de Ronald Reagan, aunque los nombres de los militares y funcionarios acusados por EE UU no coinciden con los detenidos.

Numerosos observadores estiman que el jefe de la revolución cubana, Fidel Castro, estaba muy lejos de imaginar las presuntas implicaciones con los narcotraficantes en los niveles más altos de su Ejército y de su policía, dos de los pilares del régimen cubano.

El ex jefe del Ejército del Aire, Rafael del Pino, que en 1987 huyó a Estados Unidos, ha asegurado en Washington que las detenciones tratan de detener la ola de descontento en el seno de las fuerzas armadas contra Fidel Castro.

Funcionarios estadounidenses, que pidieron el anonimato, declararon al Miami Herald que los casos de Ochoa y Torralba y demás presuntos implicados, además de la misteriosa negativa a que un avión norteamericano que llevaba a un grupo de cubanos deportados aterrizara el miércoles en La Habana, sugieren que puedan estar produciéndose grandes cambios en el régimen de Castro.

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