Octavio Paz: "Deberíamos abolir la arrogancia"
Los países muy ideologizados tienden a la corrupción, según el escritor mexicano
El escritor mexicano Octavío Paz, de 76 años, realizó el viernes una lectura de poemas en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde manifestó su satisfacción por encontrarse "en una institución cuyos beneficios recibí en mi época de estudiante". El ensayista y poeta ha estado en España para recibir el doctorado honoris causa por la universidad de Murcia y presidir el jurado del segundo Premio Loewe de Poesía, que fue otorgado a Jaime Siles. Ensayista, crítico, además de poeta mayor de nuestra lengua, en esta entrevista declara: "Deberíamos abolir la arrogancia y la susceptibilidad entre España e Hispanoamérica, para mirar con ojos nuevos nuestras realidades, que son iguales y no lo son".
Octavio Paz atrae sobre sí una antigua tradición hoy en desuso: la del intelectual que opina, genera corrientes de creación y pensamiento, se inmiscuye en la realidad social y habita en sus contradicciones sin temor a que su maquinaria intelectual quede mellada. No evita el contraste ni el peligro del error.El quinto centenario, desde su perspectiva, debe evitar ciertos peligros. "Las conmemoraciones, como todas las ceremonias, tienen un aspecto oficial bastante aburrido, son pretexto para festejos y discursos huecos. También pueden ser forma de inclinarse sobre el pasado y reflexionar. En Francia, con motivo del bicentenario de la revolución, se ha realizado un examen muy amargo, pero útil, de la etapa del Terror".
Advierte del vicio de considerar el concepto Hispanoamérica como un todo homogéneo, "cuando relizar un análisis global es muy difícil, casi imposible, debido a lo extenso del territorio y la complejidad de 500 años de historia".
Hay -son sus palabras- dos enemigos mortales del entendimiento: la ignorancia y su consecuencia natural, el espíritu arrogante. "El español debiera conocer mejor la América prehispánica y los hispanoamericanos reintegrar la aportación española, que fue, en México particularmente, muy rica en los siglo XVI, XVII y XVIII".
La pasión, la ligereza, el error tan común de unir el pasado a los desastres del presente hace que se cometan juicios temerarios: "Muchos hispanoamericanos -argentinos y uruguayos particularmente- hablan de las atrocidades de la conquista, del genocidio, olvidando que la extinción de aborígenes se produjo fundamentalmente en el siglo XIX".
Estos juicios sumariales al pasado, como lanzas que lanzáramos a nuestra propia sombra, ennegrecen también a aquellos personajes que lo forjaron. "Hernán Cortés no fue desde luego, un espíritu inmaculado ni un héroe sobrehumano como interpreta Solís o los panegíricos del XIX. Pero puede decirse de él que era un héroe moderno que conocía bien las doctrinas de Maquiavelo, como recientemente afirmaba Juan Marichal en un artículo. Es un personaje renacentista y un gran fundador".
Culturas subterráneas
Las culturas prehispánicas, ¿en qué forma se pueden identificar en el presente? "Son grandes secciones del tiempo del origen que perviven subterráneas, disfrazadas bajo formas occidentales. Muchos escritores, afortunados y mediocres, han tratado de captar esta pervivencia, como Lawrence en La serpiente emplumada. Unido a la ignorancia, los españoles mantenemos con facilidad el mito de la semejanza. Identificamos con excesiva rapidez a Latinoamérica con España. "También las diferencias entre unos países y otros son abismales, con frecuencia se olvida que ocupamos un continente. América no tuvo la gran expenencia medieval".
Cuestión que quizá tenga algo que ver con "la gran dificultad para modernizarnos política e intelectualmente", aunque la tesis de Paz resulta mucho más contemporánea: "Europa ha abandonado la intoxicación ideológica, mientras en Hispanoamérica continuamos con ella. La figura de Fidel Castro, por ejemplo, continúa siendo un tabú". Ideología que tiene, en su opinión, consecuencias nefastas: "Los países muy ideológicos tienden a la corrupción, porque reproducen la ideología de la familia, el espíritu de cuerpo. En México, la corrupción está muy unida a la concepción patrímonialista del Estado. El sentimiento de familia, de casta, obtiene de Paz dos interpretaciones trágicas: "Es una maldición porque perpetúa la moral familiar y una bendición porque supone un elemento fortísimo de resistencia frente a la cultura anglosajona".
Susceptibilidad
Le obsesiona la dificultad de entendimiento entre España y Latinoamenca, y la cuestión retorna como hilo conductor de la entrevista: "Tendríamos que abolir la arrogancia española y una suerte de suceptibilidad de los latinoamericanos que los convierte (a mí, no) en una especie de licenciados Vidriera permanentes". Hace una pausa como buscando la fórmula mejor de señalar nuestros defectos, y finalmente la encuentra: "Hay una frase terrible en español que los mexicanos hemos logrado superar. Para sellar la ignorancia sobre el otro, ustedes dicen que es un don nadie. Nosotros decimos que es ninguno. Incluso hemos inventado el verbo ningunear".
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