Los expertos investigan el riesgoo del aluminio en la alimentación, los envases de cartón y los frutos secos
Los alimentos que consumimos actualmente pueden considerarse seguros y "en absoluto más peligrosos que los de antes", según el profesor John Gilbert, director del Food Science Laboratory de Norwich (Reino Unido). "Lo que ocurre" sostiene, "es que ahora se conocen mejor los riesgos y eso crea la impresión de que existe mayor peligro". En cuanto a las hormonas utilizadas en la carne, R. W. Stephany, director del Laboratorio de Análisis de Residuos del Instituto Nacional de Salud Pública e Higiene Ambiental de Holanda y uno de los principales expertos europeos en esta materia, considera que su prohibición en Europa responde más a cuestiones de orden ético y político que estrictamente científicas.
A pesar de los fertilizantes y los aditivos, en opinión del profesor John Gilbert, los alimentos que actualmente se consumen no son más peligrosos que antes. Lo que ocurre es que los riesgos se identifican antes y se puede intervenir. Los toxicólogos británicos están investigando en estos momentos tres posibles nuevos riesgos: el uso del aluminio, la contaminación por micotoxinas de ciertos productos importados, como los higos o los cacahuetes, y el uso de cartón blanqueado con cloro en los envases de la leche y otros productos.Existe una relación comprobada entre el aluminio y la enfermedad de Alzheimer, un tipo de demencia grave que cada vez tiene mayor incidencia. La actriz Rita Hayworth fue una de sus más notorias víctimas. "Hemos intentado averiguar si el flúor que contine el agua provoca una liberación de alumnio en las baterías de cocina de este material. También se estudia la hipótesis de que sea la acidez de determinados alimentos la que provoque esa liberación. Pero no hemos obtenido todavía un resultado concluyente".
El riesgo para la salud de las micotoxinas que se encuentran en determinados frutos secos sí que está, en cambio, perfectamente determinado. Pero en este caso la dificultad reside en distinguir las piezas contaminadas. Primero se descubrió la presencia de hongos tóxicos en los cacahuetes, pero ahora también se han descubierto en los higos, en los que el riesgo es mayor porque la concentración es superior. El problema se ha planteado en Europa especialmente con los productos importados de Turquía. La contaminación sólo afecta a algunas unidades entre muchas, lo cual dificulta mucho la intervención. Existe un procedimiento de fluorescencia que permite des cubrir las unidades contamina das, pero su aplicación es muy cara, y los países productores sólo lo utilizan para las exportaciones destinadas a países con un control de alimentos más estricto.
Cloro
El cartón que se utiliza en lo envases de la1eche y otros líquidos es blanqueado con cloro, lo que provoca la formación de dioxinas, que pueden pasar al alimento. El riesgo para la salud no ha podido ser todavía evaluado, y las cantidades de contaminante detectadas son, según John Gilbert, muy pequeñas. "Lo importante en este caso es que los fabricantes son sensibles al problema y comienzan a utilizar otros métodos para blanquear el papel".
El control de los pesticidas en Europa ha eliminado prácticamente el riesgo en las frutas y verdudas, según John Gilbert aunque el uso de pesticidas prohibidos por parte de otros países está provocando problemas. Por ejemplo, con la carne de conejo importada de China
El profesor Stephany, al hablar del uso de las hormonas en las carnes, que se sigue practicando en muchos países europeos, pese a estar prohibido por la CE, considera que no es peligroso para la salud y que su prohibición responde más a cuestiones de orden ético y político que estrictamente científicas. "El consumidor no tolera sustancias extrañas en la carne que consume, y está en su derecho, pero desde el punto de vista científico el uso controlado de hormonas -yo prefiero hablar de anabolizantes en general- no es un problema de salud pública. Ni siquiera su uso clandestino representa un riesgo impor "El mayor riesgo", continúa el profesor," se produciría si una persona ingiriera precisamente el trozo de carne donde se hubiera efectuado la inyección, porque habría una gran concentración de hormonas". Pero aun siendo el mayor, el riesgo es mínimo, según él, porque las hormonas modifican el aspecto de la carne, de modo que el granjero las inyecta en las partes menos vendibles, que se suelen destinar a embutidos. En ellos la concentración de hormonas se diluye lo suficiente para no ser peligrosa.
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