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Marià Villangómez: "La poesía es magia"

El poeta ibicenco recibió ayer el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes

El lunes pasado, a las; 19.40, 10 minutos después de que se hiciera público el nombre del ganador del Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, a Marià Villangómez le estalló por los aires su tan preciada calma de ses illes: el teléfono no paró de sonar, y siguió martes, y el miércoles, y aún sigue. El poeta recibió en la tarde de ayer en Barcelona el premio de la asociación Omnium Cultural, que está dotado con un millón de pesetas. Marià Villangómez, el más importante escritor que han producido las Pitiusas, encontró tiempo para hablar sobre su obra. "La poesía es algo especial, es algo aparte en la literatura, es magia", dijo a este diario. Tan importante es para él, que, honesto consigo mismo, dejó de escribir poesía en 1962, porque continuar hubiera sido traicionarla.M. Villangómez Llobet, como firma todas sus obras, quizá por aquello de que en su isla nadie le llama Mariá, sino Marianu, se siente bastante ajeno a la peripecia seguida por su obra: ni uno solo de sus libros, a no ser sus traducciones, magníficas traducciones al catalán (Yeats y Apollinaire, en Edicions dels Quadems Crema, o Thomas Hardy, en Columna, por citar las últimas), se encuentra estos días en las librerías barcelonesas. En Ibiza es diferente. En Ibiza se pueden encontrar incluso los tres primeros volúmenes de su obra completa, que coeditaron Llibres del Mall y la Caixa de Balears. Aparecieron en 1987 y se acordó que en Baleares serían distribuidos por la editorial Moll y en Cataluña por Llibres del Mall. Mall cerró por problemas financieros, y en su desaparición arrastró estos tres volúmenes como tantos otros libros.

Nada de esto parece importar demasiado al poeta. Él ya ha cumplido. Aunque los chispeantes ojos claros de este joven de 76 años se iluminan cuando habla de proyectos: dos editoriales están interesadas en continuar la publicación de su obra completa. Otra parece dispuesta a editar sus traducciones en cuatro volúmenes. Y podría ser que salga adelante un viejo proyecto: traducir una antología poética de Villangómez al castellano. El traductor sería Antonio Colinas.

Poeta, traductor, adaptador, prosista, de toda la obra de Villangómez destacan con luz propia su poesía y sus versiones poéticas. Empezó a escribir a los 14 años.

Autodidacto de la lengua

Autodidacto de la lengua catalana, como tantos otros, Villangómez empezó a aprender las formas dialectales ibicencas con Isidor Macabich, sacerdote y canónigo que trabajó hasta su muerte en recuperar y conservar la historia y costumbres de Ibiza. En Barcelona, donde estudió Derecho, aprendió el catalán literario (aún conserva una vieja gramática de Pompeu Fabra que tiene fecha de 193 l). "Cada domingo me, compraba La Publicitat, por su suplemento literario; cada noche, La Nau; y cada semana, Mirador y El bé negre". Descubrió las "lletres catalanes", pero no conoció a sus compañeros de generación (Salvador Espriu, Joan Teixidor, Joan Vinyoli ... ) hasta finalizados los estudios. "Yo en esa época escribía poesía casi clandestinamente, era como una cosa secreta y no la compartía con nadie". En 1945 apa reció su primer libro, Sonetos mediterráneos, el primero y único escrito en castellano -"Ya se sabe, en aquellos tiempos era muy difícil publicar en catalán"-, editado casi entre amigos con una tirada de sólo 100 ejemplares. Villangómez lo tradujo posteriormente al catalán y lo incluyó en sus obras completas.A este primer libro le siguieron ocho volúmenes. Y en 1962, después de escribir Declarat amb el vent (publicado en 1963), decidió abandonar la poesía y dedicarse exclusivamente a las traducciones y a la prosa.

"Mi poesía trata de explicar racionalmente un impulso hondísimo, casi irracional. Nace de manera muy espontánea, como una conmoción muy profunda. Para traducir esa conmoción en palabras, la someto a un proceso de racionaliz ación, de elaboración. Es un doble proceso: una necesidad irrefrenable que estalla y una racionalización posterior". "Por eso", añade "no volveré a escribir poesía. Porque la necesidad, el impulso, fue disminuyendo hasta que desapareció. Entonces me pregunté: si ya no siento el impulso, ¿por qué he de escribir poesía? Cuando dejó de producirse esa explosión espontánea, me hubiera repetido, hubiera escrito una poesía meramente formalista. Todo hubiera quedado reducido a la segunda parte del proceso: la racionalización, la elaboración. Hubiera sido fruto del esfuerzo y no de la necesidad. Y la poesía es algo demasiado importante para eso, es algo aparte en la literatura. La poesía es magia".

En 1962, escrito el último poerria, Villangómez inició la revisión de su obra. "Mis primeros libros fueron bastante modificados, los últimos no tanto". Los cuatro que el poeta considera más importantes porque son representativos de diferentes épocas: Els dies (1950), Els béns incompartibles (1954), Sonets de Balansat (1956) y Un cop a la terra (1962), ya revisados, fueron publicados conjuntamente en 1969 en una Antología poética que editó Selecta. La versión revisada de Terra i somni (1948) y Elégiés i paisatges (1949) fue publicada en 1972 por el Institut d'Estudis Eivissencs (IEE), y también el IEE editó, en 1977, la versión corregida de otros dos libros: La miranda (1958) y Declarat amb el vent (1963). Villangómez hizo una segunda revisión, mucho menor, que fue publicada en sus obras completas.

El poeta llegó a la traducción del mismo modo que había llegado a la poesía: por necesidad. "Traducir a mis autores favoritos era la manera más intensa de leerlos y también sucumbí al deseo de ver cómo Baudelaire, Apollinaire, James o Yeats, entre tantos otros, quedarían en mi lengua".

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