La verdad amenazada
Una palabra, verdad, es la que atraviesa casi desde el principio al fin este tercer volumen de los Carnets, de AIbert Camus.No se trata exactamente de un diario íntimo, aunque a veces -pocas-, sí, sino de un conjunto de notas de trabajo, de planes, esbozos y de apuntes de viaje.
Ya en su cuarta página, aparece este aforismo, "La verdad no es una virtud, sino una pasión. De ahí que nunca sea caritativa". Y el 23 de julio de 1957, tres meses antes de que le den el Nobel, Camus exclama simplemente: "¡La verdad, la verdad!". Y casi al final de! libro la frase clave: "Vivir siempre en y para la verdad".
El Premio Nobel le desarbola: "Nobel. Extraño sentimiento de hundimiento y melancolía. A los 20 años, pobre y desnudo, he conocido la verdadera gloria. Mi madre." Como se sabe, lo primero que hizo al recibir la notici,a fue telefonear a su madre, que, inadaptable para vivir en Francia, seguía residiendo en Argelia, adonde iría su ligo para cuidarla en una grave enfermedad poco después.
A su padre no lo conoció, y cuando vio su tumba, en Saint Brieuc, se dio cuenta de que ya había traspasado la edad que su padre tenía cuando murió en la I Guerra Mundial.
Aventura espiritual
Escasas pistas sobre su vida afectiva, la amistad con el poeta René Char, amargura ante la polémica con Sartre, la afición a los temas españoles -desde su ayuda a los republicanos exiliados hasta sus lecturas de Ortega o Marañón-, reflexiones sobre el mundo árabe de su infancia y sobre el cristianismo -"No creo en Dios y no soy ateo"- y varios proyectos recurrentes -la novela El primer hombre, y dos obras de teatro, sobre Fausto y Don Juan unidos y sobre Julie de L'Espinasse, la musa de los enciclopedistas- van desgranando este texto emocionante, una aventura espiritual emocionante.
Babelia
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