El Gobierno uruguayo espera conseguir una clara mayoría
El Gobierno uruguayo se muestra tranquilo ante el referéndum, de hoy y espera conseguir una clara mayoría del voto amarillo, partidario de mantener vigente la ley de caducidad, que otorgó una amnistía a militares y policías por los crímenes cometidos durante la dictadura. Más de 2,2 millones de uruguayos están convocados a las urnas para decidir si se mantiene o no esa ley. El presidente, Julio María Sanguinetti, expresó su confianza en el triunfo de la papeleta amarilla, que supondrá la continuidad del perdón.
Un ministro del Gobierno se negó, ante el enviado de este periódico, a hacer pronósticos. "No quiero desoir la prohibición de facilitar resultados de encuestas en las 48 horas anteriores a la votación", dijo.Afirmó el ministro que el Gobierno no tiene encuestas propias pero reconoció que el gubernamental Partido Colorado sí las tenía. A la pregunta de si se conformaría con un 55% a favor de la papeleta amarilla, el ministro respondió que el resultado será más amplio.
Probablemente el ministro confunda el deseo con la realidad, pero no cabe duda de que los verdes se presentan más resignados ante el referéndum de hoy. En privado, muchos cuentan con una derrota, aunque no se atrevan a pronosticarla abiertamente. Las encuestas y su interpretación llegan a resultados curiosos. Dan mayoría al voto verde, pero el 39% de "no sabe no contesta" presenta un perfil del votante amarillo. Esto ha llevado a la conclusión de que el techo del voto verde está en un 40%.
Pronóstico aventurado
Todo esto resulta muy aventurado en Uruguay. Se recuerda que en 1980, en plena dictadura, las encuestas eran favorables al sí en el referéndum, pero un 57,8%. votó no y rechazó así la Constitución que pretendían imponer los militares. Entonces estaba en juego todo el modelo de sociedad futura y ahora se trata, nada más y nada menos, que de confirmar o no la amnistía a militares y policías.
El informe, de reciente aparición, Uruguay nunca más, cita con detalle que desde el 14 de abril de 1972 hasta el final de la dictadura, en 1985, hubo en Uruguay 53 "muertos en operativos callejeros de las fuerzas conjuntas" y 78 muertos en prisión. De éstos, 32 murieron a consecuencia de la tortura, 30 por enfermedad, nueve se suicidaron y se desconoce la causa del fallecimiento en siete casos. Hubo además 17 "muertos en Argentina por motivos aparentemente vinculados a la situación uruguaya".
El informe registra también los nombres de 21 del "personal militar y policial muerto a raíz de enfrentamientos o atentados subversivos" y otras siete personas figuran bajo el epígrafe "otros muertos". A esta relación hay que añadir 118 uruguayos desaparecidos en Argentina, 33 en Uruguay y cinco niños secuestrados que permanecen en paradero desconocido.
El recuerdo de estos crímines pesa todavía en la sociedad uruguaya. Resulta sintomático de ello que el viernes, casi simultáneamente, se celebraron en Uruguay dos actos de signo contrario relacionados con crímenes cometidos durante la dictadura. Con adhesión de médicos y otros sindicatos, en muchas partes del país se guardé un minuto de silencio en memoria de VIadimir Roslik. Este médico de 42 años y padre de un niño que entonces contaba cinco meses, murió el 16 de abril de 1984 a manos de sus torturadores en una zona perteneciente a la región militar que entonces comandaban el general Hugo Medina, actual ministro de Defensa de Uruguay. Roslik está considerado el último muerto de la dictadura uruguaya. Paradójicamente, el quinto aniversario de su muerte coincide con el plebiscito.
El mismo viernes el Gobierno y las Fuerzas Armadas conmemoraron el día de los caídos en defensa de las instituciones. Asistieron a la ceremonia el presidente Saguinetti, el ministro de Defensa, Medina, y el del Interior, Antonio Marchesano, que fue el encargado de pronunciar el discurso. Este acto se celebra en recuerdo a cuatro personas asesinadas por el movimiento guerrillero de los Tupamaros, el subsecretario del Ministerio del Interior y tres. miembros de la policía y del Ejército. En respuesta a estos asesinatos, efectivos policiales y militares mataron aquel mismo día a ocho tupamaros y tres días después a ocho militantes del Partido Comunista.
Marchesano dijo en su discurso: "Hemos venido para honrar la memoria de los que cayeron defendiendo los valores que respaldan nuestra nacionalidad. Como cada año, llegamos con el espíritu levantado por los ideales de libertad y paz, que esos mártires exaltaron hasta la ofrenda de su propia vida; sin que aniden rencores en nuestro corazón, sin ánimo de revancha. Con profundo dolor y con agradecimiento".
No desaprovechó el ministro la ocasión para hacer una referencia velada a la inminente consulta electoral, cuando ya en la medianoche anterior se había cerrado la campaña.
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