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Pérdidas y psicosis

Estimaciones oficiales cifran en 20.000 millones de pesetas, las pérdidas ocasionadas por la salmonelosis en 1985. En esta cifra sólo se incluye el gasto directo consecuente de la asistencia médica a los enfermos. Queda, por tanto, fuera de ella la pérdida de horas de trabajo, las que provocan la resistencia del consumidor a volver a adquirir el producto, las ganaderas, las de clausura de establecimientos y especialmente las del turismo disuadido por acontecimientos de estas características.La escasa colonización de salmonellas en el huevo español contrasta con el escándalo que conmovió al Reino Unido a finales del pasado año, y que costó el puesto a la subsecretaria de Sanidad de aquel país, Edwina Currie, después de haber afirmado que casi todos los huevos ingleses estaban contaminados. "Oficiosamente, la contaminación masiva se debe a la alimentación de las gallinas o piensos contaminados. Estos se habían infectado por el uso de harinas de carnes contaminadas", manifestó a EL PAÍS Ismael Díaz Yubero, director general de Salud Alimetaria.

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Desde enero de este año, tres camiones de huevos procedentes del Reino Unido han sido devueltos a su país, según este alto cargo, después de que se decidiera el control de todas las partidas de este alimento que llegan a España. "Además, tenemos un sistema de vigilancia internacional que nos alerta de los casos demasiado numerosos, como por ejemplo, un brote reciente que ha habido en Italia de contaminación en pollos", añade.

Dificultades

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acoge a 22 países de este área en el Centro Mediterráneo Contra Zooriosis, cuya oficina principal se encuentra en Atenas.Esta entidad tiene serias dificultades para elaborar un programa de aplicación común contra las zooriosis por la diversidad de hábitos y tradiciones sacralizadas en su mayoría por las religiones de pueblos como Egipto, Jordania, Arabla Saudí, Kuwait y Turquía, participantes en las jornadas.

El consumo de carne cruda, la cohabitación de personas con animales, la utilización de algunos de ellos con fines domésticos sin la higiene precisa y otras muchas costumbres impiden la aplicación de normas sanitarias que faciliten la erradicación de éstas y otras zoonosis de atención preferente -hidatidosis, rabia y brucelosis, junto a la salmonelosis-

Según George Papadopoulus, director del centro coordinador, sólo la educación sanitaria podrá prevenir y reducir las toxiinfecciones alimentarias.

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