El viaje de Gorbachov a Cuba anima a los disidentes
La carta se deshace en elogios de Gorbachov, a quien llega a calificar como "uno de los grandes reformadores sociales de nuestro tiempo", y afirma que "la inmensa mayoría del pueblo cubano también desea cambios democráticos".El mensaje fue presentado en una conferencia de prensa por Elizardo Sánchez, de la Comisión de Derechos Humanos; Samuel Martínez, del Partido Pro Derechos Humanos, y Hubert Jerez, del Comité Martiano por los Derechos del Hombre. Este último gestiona en la actualidad su salida hacia España. Los tres anunciaron que no convocarán actos públicos de protesta durante los tres días de la visita de Gorbachov.
Nunca hubiera esperado nadie en Cuba que la visita de un dirigente de la Unión Soviética suscitara tanto interés y esperanza como la que inicia el próximo domingo el presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, quien tendrá la primera oportunidad de pisar suelo latinoamericano para enfrentarse al mismo tiempo con el más histriónico líder vivo del Tercer Mundo y el más severo detractor de la perestroika, encuentro difícil que puede comprometer el futuro de ambos.
Las autoridades cubanas han hecho todo lo posible en los últimos meses para relajar el ambiente y rebajar la tensión que precedió a la visita anunciada para el pasado mes de diciembre, finalmente aplazada por el terremoto de Armenia. Esta vez se ha optado por la discrección y el tono bajo de las declaraciones para evitar ahondar diferencias con el principal aliado de Cuba, el sostén de su economía.
El último pronunciamiento oficial sobre el proceso de renovación, hecho el pasado jueves por el ministro del Interior, José Abrantes, reconoció que "no hay duda de que estamos en presencia de cambios", y advirtió que no se pueden cerrar los ojos ante estos cambios". Algo distinto a los discursos en los que el jefe del Estado cubano, Fidel Castro, encontraba el pasado mes de diciembre peligrosas coincidencias entre la perestroika y el modelo de desarrollo capitalista.
La televisión de EE UU
Más moderación en el lenguaje, y también se observa mayor voluntad por favorecer el éxito de la visita. Hasta la sala de prensa, en la que se espera dar cabida a medio millar de corresponsales extranjeros, está mejor dotada que en el anterior viaje frustrado. Las principales cadenas de la televisión norteamericana han desplazado hasta La Habana equipos nunca vistos en la isla para transmitir en directo bajo la conducción de sus principales figuras.El éxito de público, por supuesto, está garantizado. Cientos de miles de personas, tal vez hasta un millón, saldrán a las calles de La Habana el domingo para escoltar la entrada triunfal de Gorbachov en la misma ciudad que hace 23 años asistió impasible a la visita de Leónidas Breznev, el último dirigente soviético que- viajó a Cuba después de Nikita Jruschov.
Grupos de trabajadores dan los últimos retoques en la carretera que une la ciudad con el aeropuerto recién inaugurado y ponen los últimos clavos en los carteles que proclaman la reafirmación socialista del régimen de Castro, frente a lo que aquí se interpreta como titubeos procedentes del Este.
Fidel Castro ha insistido en sus últimas tribunas que la perestroica, aun siendo buena para la URSS, no es posible en un país situado a 150 kilómetros de las costas de Estados Unidos. Frente a este proyecto, Cuba, que se cree más amenazada por el capitalismo que los demás países socialistas, camina en la actualidad por la senda del purismo ideológico, y apuesta por la ortodoxia frente a la confusión ideológica, por lo que se ha convertido en la castroika.
El interés principal de este viaje, que finalizará el próximo miércoles, radica en comprobar cuál de los dos proyectos cedemás para conseguir una convivencia necesaria. Los más destacados observadores creen que la visita de Gorbachov no va a ser escenario para la enfrentamiento sino, por el contrario, para el entendimiento y la búsqueda de espacios comunes.
Como prueba puede citarse el protocolo de intercambio comercial para 1988, firmado el pasado fin de semana en Moscú por ministros de ambos Gobiernos y cuyo monto total asciende a cerca de 10.000 millones de dólares, casi 1.000 millones más que el del año anterior.
La eficacia del sistema
Gorbachov sabe probablemente que no puede torcerle el brazo a un personaje como Fidel Castro sin poner en peligro su credibilidad en el Tercer Mundo, y Castro sabe que no puede agotar la paciencia de Gorbachov sin tener una alternativa muy clara sobre la que sustentar la economía del país.Esto no va a evitar, sin embargo, que el líder del Kremlin anime a sus aliados cubanos a poneren práctica métodos de producción y de comercio que aumenten la eficacia del sistema y, sobre todo, alivien la pesada carga de la ayuda soviética a este país. Gorbachov llega a una Cuba acosada por la peor crisis económica de su historia, sin divisas para comprar en el exterior y sin la capacidad productiva necesaria para llenar los escaparates de las tiendas.
Al mismo tiempo, Fidel Castro ha ganado en el último año mucho terreno en cuanto a sus relaciones con los países latinoamericanos. En siete meses ha visitado Ecuador, México y Venezuela para asistir a la toma de posesión para sus respectivos presidentes.
La situación en el continente americano, crecientemente amenazado por la deuda externa, y en Centroamérica, donde la agudización del conflicto salvadoreño eleva el papel de Cuba -partidaria de la guerrilla- van a ser también temas importantes de las conversaciones entre un impetuoso reformista y un prudente conservador que han intercambiado sus papeles.
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