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Locos por el vino

Silenciosa como todas las verdaderas revoluciones, ésta se produce ante nuestros ojos. A medio camino entre la cultura y la agricultura, el vino ha abandonado el ámbito agrícola para llegar a ser un fenómeno cultural. Pero, ¿cómo explicar tal revolución? De la manera más simple: dos tabúes han volado en pedazos. El vino no está ya, en primer lugar, ligado al alcoholismo; se bebe menos, pero mejor. El descenso del consumo es continuo, y llega a más de un 5%. al año. En segundo lugar, el vino no es esencialmente masculino. Limpio de su pecado original etílico, el vino ha seducido a las mujeres. Ellas son las que llevaron al éxito las bodegas a comienzo de los años ochenta. "Las bodegas son sitios sencillos para gente esnob y sitios esnob para gente sencilla. La definición es de Georges Bardawil, creador en 1977 de La Exclusa, una tasca refinada exclusivamente dedicada al vino de Burdeos. Los cursos de degustación florecen como los laboratorios de idiomas en los años sesenta. Los alumnos aprenden allí una lengua muerta: el gusto.. Y los alumnos rehacen el aprendizaje de un sentido olvidado: el gusto. Prueba de la curiosidad por el fondo del vaso es el éxito de los vinos extranjeros en Francia, aunque no representen aún más que el 1% del mercado, pues el vino no es ya una cultura regional, sino mundial. Los de Rioja, por ejemplo, han franqueado los Pirineos desde hace tiempo, mientras que los de Chile se han estancado.

12 de marzo

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