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El abandono del modelo socialista en Argel favorece la 'cohabitación' con Rabat

El definitivo abandono de la opción socialista por parte de Argelia multiplica las posibillidades de una cohabitación de este país y Marruecos en el seno de una comunidad magrebí, afirman de modo unánime los observadores que siguen la visita al reino jerifiano de Chadli Benyedid. Éste celebró ayer en compañía de Hassan II su décimo aniversario en la jefatura del Estado argelino. Ambos dirigentes participaron en una gran cacería en las montañas del Medio Atlas y sostuvieron numerosas conversaciones privadas. Hoy termina la primera visita oficial a Marruecos del presidente argelino.

El pasado domingo, Chadli Benyedid presentó un proyecto de reforma de la Constitución argelina, que deberá ser ratificado en referéndum el 23 de febrero. La gran novedad de ese proyecto es que no hace mención a la opción socialista, considerada hasta el presente como irreversible por el régimen de los coroneles del Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia. El proyecto reformista de Benyedid ofrece más amplias libertades individuales y colectivas, y abre una puerta al multipartidismo, al contemplar la posibilidad de "asociaciones de carácter político".Si se exceptúa el problema del Sáhara, el principal obstáculo para la construcción de un eje Rabat-Argel -base de una más amplia comunidad magrehí- era hasta el presente la diferencia de los modelos económico y político. Durante sus primeros cinco lustros de independencia, Argelia ha venido practicando el sistema de partido único y economía socialista. Marruecos, en cambio, camina desde hace años por la senda del liberalismo.

Después de la revuelta

La revuelta juvenil argelina del pasado octubre ha acelerado la reconciliación entre Rabat y Argel. Chadli Benyedid, vencedor de la lucha de clases que siguió a los disturbios, se ha consolidado definitivamente como el hombre fuerte de Argelia. A los 10 años de su primera toma de posesión como jefe de Estado, puede finalmente hacer su propia política. Su programa es simple y realista: liberalización de su propio país, búsqueda de una salida sin vencedores ni vencidos en el Sáhara y buenas relaciones con Marruecos.A la Prensa marroquí no se la ha escapado la importancia para las relaciones entre los dos grandes países magrebíes del proyecto de reforma de la Constitución argelina. El diario nacionalista L'Opinión le llamó ayer "un nuevo factor de acercamiento". "La tendencia general en el Magreb es a la tolerancia y a la democratización de los actuales sistemas políticos", escribía el director.

En recientes declaraciones al director de EL PAÍS, Hassan II afirmó que los males de la sociedad argelina procedían de la elección por el sistema de partido único y de economía socialista adoptada por los fundadores del moderno Estado argelino. El rey de Marruecos se ha mostrado siempre partidario de la adopción en el Norte de África de sistemas políticos y económicos emparentados con los de la CE.

Marroquíes y argelinos descubren ahora las posibilidades de un trabajo conjunto de sus complementarias economías. Ambas partes pretenden que el primer símbolo de su reconciliación sea un gasoducto que lleve gas argelino a Europa a través de Marruecos. Todo el mundo está de acuerdo en la importancia política del gasoducto, pero la rentabilidad económica es más dudosa.

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