_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuestión de carácter

Al final el presidente ha logrado convencer sobre la verdadera naturaleza del problema: el problema no era político sino caracteriológico. Es decir, la crisis no es un caso de mala dirección administrativa sino de mala educación. El presidente, el Gobierno, han sido descorteses, abruptos, arrogantes, no atendían a las buenas razones de los demás y se suponían ostentadores de la ciencia absoluta. Fueron incluso antipáticos. No se percataban, sin embargo, del mal efecto que producían y probablemente por ello volvían a hacerlo. Sin mala voluntad exactamente sino impelidos por la natural ofuscación natural que provoca estar demasiado ocupados. He aquí el análisis político total. Lo que necesitaba el Gobierno era una voz amiga que hablándoles con la debida severidad les hiciera conscientes de la mala impresión que daban al país y a los sencillos obreros especialmente. Nada más apropiado para ello que una huelga general. Mano de santo. Si antes se hubiera convocado antes habría comprendido el Gobierno, con el presidente: a la cabeza, la necesidad de cambiar.El Gobierno no es detestable, la política económica no es intrínsecamente errónea, la línea de desarrollo social dista de ser perversa, pero el carácter del presidente, del vicepresidente, del ministro de Economía y de bastantes dirigentes socialistas se había hecho insufrible. La huelga general tenía una expresa intención política y social, pero el fondo del asunto era mejorarles la manera de ser. Objetivo cumplido.

Más información
Suárez afirma que el día 14 el presidente perdió "un pulso" con la sociedad

Ganar prestancia

La comparecencia de Felipe González ante el Parlamento ha sido un prodigio de la psícoterapia sindical, un peeling perfecto para fomentar la humildad, un lifting contra los rictus adustos y avinagrados. Un presidente salido de este fino tratamiento se hacía perdonar y amar. De todos los modelos de líderes con que cuenta hoy el país nadie posee la categoría y la prestancia del presidente. Le perjudicaba ese aire bronco de asentador de lonja con que, en ocasiones, ha despachado los asuntos, pero también sobre este defecto estético ha operado la huelga.

Por otro lado, poco a poco, los muchos viajes al extranjero han introducido al presidente González en unos atuendos y ademanes, una pátina locucional y una leve inclinación cervical homologables internacionalmente. Cuando ayer subió al estrado, el presidente español denotaba con su estampa elegante y un punto cuitada al promotor de la paz social y la benevolencia negociada, en línea con el líder europeo que está aprendiendo a ser. Contra tal actitud, conciliadora y augusta (de amplias miras), las palabras de los portavoces de la oposición sonaban a intervenciones de barriada. González, condescendiente, hasta pudo acabar dándoles las gracias por los esfuerzos críticos en los que se habían afanado. No le costaba gran cosa hacerlo, cederles uno o dos puntos.

En buena medida al presidente González le sucede frente a sus rivales políticos nacionales lo que al Real Madrid le ha venido ocurriendo con sus rivales de la Liga española. Son un problema menor cuya resolución es sólo el primer paso hacia las importantes confrontaciones internacionales. De igual modo que el prestigio del Real se obtiene desde hace tiempo en la competición trasnacional, demostrada ya su supremacía interior, el desafío del presidente se dirime sobre todo en Europa, una vez que aquí, aún con escándalos (como la huelga, como el Madrid con su caso Buyo) sigue dominando la escena.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_