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36º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

El guión desnudo

El guión es la osamenta de la industria cinematográfica y si se descalcifica los proyectos más poderosos se desvanecen. Almodóvar, ebrio de éxito y en un ataque de corporativismo, atribuyó a sus actores en declaraciones de urgencia su premio veneciano al mejor argumento. Los guionistas de culo en silla y papeleras desbordantes se sobresaltaron entonces ante una posible resurrección de Stanislawsky en el distrito de Malasaña. Que no cunda el pánico.El Festival donostiarra incorporó el lunes una demostración práctica de análisis fílmico y de estructura del relato en imágenes a cargo del Instituto Flamenco de media (FEMI).

Se esperaba al padre del proyecto, Frank Daniel, director de la Escuela de Cine de Praga en los sesenta y ahora decano de la Escuela de Cine y Televisión de la universidad de California, además de fundador del Instituto Cinematográfico de América. Pero fue su hijo, Martin Daniel, quien desarrolló la cátedra a través de un clásico de Hitchcock, Vértigo, interrumpiendo la cinta para subrayar los distintos tiempos de exposición, enredo y resolución; definir los ocho bloques con fundido a negro hijos de la tradición técnica que obligaba al operador a cambiar ocho veces de rollo en los inicios del cine, y mostrar los trucos del clímax, ritmo descendente y gráficos de culminación según se quiera elaborar tragedia, comedia o géneros mixtos. Fue una interesante lección de anatomía narrativa que no debe interpretarse como univocidad de criterio: FEMI acepta toda suerte de estilos e innovaciones en los esbozos o infraestructuras de películas que deben presentar los aspirantes a alumnos.

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Celérica academia

Ingresar en esta celérica academia, itinerante a lo ancho del mundo, que en diciembre funcionará en Barcelona y el año próximo en Euskadi, financiada por el Gobierno vasco para 40 alumnos, supone superar una reñidísima y exigente preselección antes de acceder a la segunda fase, en la que cada secuencia es discutida y perfeccionada en grupo.

FEMI requiere de sus cursillistas que hablen correctamente inglés, cuesta 90.000 pesetas los diez días que dura el seminario y ofrece preferencia de inscripción a personas previamente relacionadas con el cine.

Cierto que hay abundantes libros y manuales, como el de W.H. Clarence, para devotos de la trama convencional. Pero FEMI oferta la encarnación progresiva y casi robótica de una historia con el fin concreto de hipnotizar al público, de seducirle, de engancharle.

La gran incógnita es si FEMI, dados sus orígenes, no constituye un topo de Hollywood en Bélgica y, por consiguiente, en las delicadas carnes de Europa. Y no faltan escépticos que resumen el secreto del guión cinematográfico, e incluso telefílmico, en tres palabras: papel y lápiz.

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