Pinochet, en la boca del lobo
La presencia del presidente chileno Augusto Pinochet en la comuna Cerro Navia, a 17 kilómetros del centro de Santiago, en un acto para promocionar su candidatura única en el plebis cito del 5 de octubre, desencadenó enfrentamientos entre pobladores y fuerzas del orden. Los incidentes en la tarde y noche del domingo en Cerro Navia dejaron un saldo de al menos cuatro heridos graves por bala y pelotas de goma antidisturbios, en una larga noche de barricadas, quema de neumáticos y basura en las calles y pánico entre los pobladores de una barriada del cinturón de pobreza de la capital chilena.
La tarde del 11 de septiembre, 15º aniversario del golpe militar que le llevó al poder, el candidato Pinochet salió a los barrios pobres de Santiago. En la comuna de Cerro Navia estaba previsto que a las 17.00 hora local (23.00 en España peninsular) que Pinochet "tomaría una once [merienda] con sus simpatizantes", que apoyan el sí en el plebiscito. Grupos de pobladores opuestos a Pinochet recibieron a la comitiva presidencia con insultos, suelta de cometas con un no escrito y un diluvio de piedras.La merienda, que se celebraba en un gimnasio municipal, concluyó de forma apresurada. El candidato apenas pudo improvisar unas palabras ante sus simpatizantes. Dijo Pinochet: "Hoy se cumplen 15 años desde que las fuerzas armadas y de orden público ocuparon el Gobierno, por que el pueblo lo pedía, y en Chile no aceptamos la esclavitud.
Cuando nos llaman dictadura, yo les pediría que meditaran, porque nosotros luchamos para mantener la libertad". Concluyó Pinochet: "Yo estoy junto a los pobladores. El 11 de septiembre luché por ustedes, para hacerlos hombres dignos de Chile".
En medio de las pedradas y sorteando barrricadas construidas con montones de piedras, la comitiva abandonó rápidamente la zona. Las fuerzas de seguridad de Pinochet tuvieron que disparar, para amedrentar y mantener a raya los manifestantes. Dos horas después, un mayor de carabineros confirmó en la Posta 3 (ambulatorio) al enviado de este periódico que allí habían ingresado cinco heridos de bala y pelotas antidisturbios, cuatro de ellos graves por los enfrentamientos con la comitiva presidencial. El mayor explicó: "Ya sabe usted como es esto. Atacaron a la comitiva presidencial y se respondió al ataque".
Noche de terror
Después que Pinochet abandonó Cerro Navia, la población vivió una noche de terror. Acceder a la zona era casi imposible. Varias poblaciones próximas habían quedado sin luz por atentados contra las líneas eléctricas. Los transportes urbanos no circu laban y mucha gente esperaba en vano, la llegada de algún ve hículo. Por todas partes ardían montones de basuras y llantas que iluminaban una suave noche de la primavera anticipada.
Barricadas de piedras y miguelitos (clavos entrelazados) hacían casi imposible el paso de vehículos, que arriesgaban recibir una lluvia de piedras. La única defensa para evitar las pedradas era tocar la bocina con un ritmo de eslogan opositor o gritar "somos del nooo". A veces había que levantar las barricadas para hacerse paso.
Pasadas las 22.00 horas, en las cercanías del gimnasio donde por la tarde Pinochet había tratado de festejar con sus partidarios, grupos de jóvenes se refugiaban en los callejones de la población. Con gesto temeroso, los chicos señalaban siluetas furtivas de uniformados armados y explicaban: "Son los Pacos (carabineros), que andan disparando a la gente". En la esquina de las calles sin asfaltar Lisboa con Mapocho un grupo rodeaba a un hombre inerte, tendida en el suelo. No daba señales de vida. Había recibido en la cabeza un impacto de pelota antidisturbios.
Se mueven por la zona dos carabineros con las porras desenvainadas. Ante la advertencia del enviado de este periódico de que hay un herido grave, se aproximan a la esquina. Con gesto indiferente le miran e inmediatamente se encaran con los que rodean al herido. Uno de los carabineros les increpa: "Esto les pasa por andar hueveando por la calle. ¿Qué les cuesta marcharse a casa?". No parecen preocuparse los carabineros por la suerte del herido. El otro carabinero comenta que "la ambulancia a lo mejor no viene. Con esos huevones no podrá acercarse aquí, porque la agarran a peñascazos [le lanzan piedras]". Después, sólo se preocupan de pedir "algo para tomar apuntes, una hoja" y tomar la filiación del enviado de este diario sin molestarse en constatar los datos del herido, que seguía sin dar señales de vida. A la sugerencia de que ellos lo podrían transportar, uno de los carabineros respondió: "No podemos llevarlo en la micro [autobús policial], porque después nos vuelan [nos caen encima a nosotros]". Sin inmutarse, siguen su camino por la población con la porra desenvainada.
Un joven tiene en las manos los documentos del herido. Se llama Héctor Alejandro Fuentes Olivares, nacido el 31 de agosto de 1965. De los documentos se desprende que no está casado, pero tiene dos hijos a su cargo.Explica el joven que es un vendedor de helados. El herido se queda tendido sobre el fondo de la calle. Poco después un coche particular se apiada y el conductor lo tomará para llevarlo al ambulatorio de la zona. Al otro lado de la calle hay grupos que lanzan piedras a todo lo que se acerca. Se advierten sombras furtivas de uniformados armados. De vez en cuando se escuchan disparos aislados. Desde atrás de las cercas de maderas de las casas surgen esporádicamente gritos e insultos que se pierden en la noche. "¡Paco [carabinero] concha [coño] de tu madre!".
"Disparaban a cualquiera"
En el 1513 de la Diagonal Remis reina la desesperación. Manuel Romero, 17 años, el mayor de cuatro hermanos, yace en el ambulatorio con dos heridas de bala en el tórax. Los amigos de Manuel explican que "veníamos caminando por la tarde, a las seis y media. Veníamos de la cancha y había cualquier gente [mucha gente]. Los pacos estaban disparando a cualquier persona y desgraciadamente le tocó a él".
La humilde casa de la familia del joven Romero se llena de personas que explican atropelladamente lo ocurrido. En la pared hay recuerdos de diferentes momentos del padre y de la madre, una foto grande de un paisaje de Viña del Mar y un cuadro de la última cena de Cristo. Sobre la mesa un mantel de hule con rotos. El padre de Manuel no sabe nada todavía, porque está trabajando. Un hombre explica que "Pinochet iba a dar una once a los del sí, la gente del no estaba afuera. Pinochet llegó a las seis de la tarde, estuvo 12 minutos y se tuvo que ir, porque la bievenida no fue muy buena".
Poco antes de las 23.00 unos carabineros suben a la baca de un vehículo y abandonan la zona. Un joven comenta con amargura: "Ya mataron y se van hartos".
Se palpa el odio en las poblaciones vecinas a Santiago. La situación económica es difícil. Un tercio de la población urbana de Santiago son pobladores pobres. Cerro Navia, la comuna escenario de los choques de la tarde y noche del 11 de septiembre, tiene 139.000 habitantes y es la segunda comuna con más número de pobladores. Según una investigación del Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET), el 68% de los pobladores de las poblaciones son jóvenes entre 15 y 19 años. Uno de cada cuatro pobladores no tiene trabajo, un 15% trabaja en los planes gubernamentales de empleo comunitario y un 11 % tiene oficios en sectores de economía informal.
Sólo un 10% de obreros vive en las poblaciones. Se habla de un proceso de desobrerización. Los ingresos familiares del 55% de los pobladores de Santiago se estiman en 15.000 pesos (7.500 pesetas) mensuales. La desesperación de estos sectores es un potencial de explosión social en el momento que vive Chile, cuando faltan 23 días para el plebiscito.
Ayer en Valparaíso, el general Pinochet quitó importancia a los incidentes del domingo. Según él, los autores de los ataques contra su comitiva "son gente que está buscando molestar; no les doy ninguna importancia".
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