El campo frente al turismo
La escasez de agua enfrenta a municipios agrícolas y turísticos en Alicante
Orba y Callosa d'En Sarriá, dos localidades agrícolas del interior de las comarcas turísticas de La Marina Alta y Baixa, respectivamente, se han puesto poco menos que en pie de guerra este verano. De sus acuíferos, se abastecen buena parte del los municipios costeros, carentes de recursos propios y con un crecimiento de la construcción tan acelerado como carente de previsiones de futuro. El agua es la base de su economía y constituye también la primera necesidad de las grandes concentraciones turísticas. No hay agua para todos y la sobreexplotación de acuíferos provoca su salinización.
"El agricultor no puede ser el gran perjudicado de la expansión turística y de la especulación del suelo sin control en el litoral", afirma Vicent Berenguer, alcalde socialista de Callosa d'En Sarriá. Berenguer ha sido acusado días atrás por sus colegas de municipios como Alfaz del Pi, Villajoyosa y Benidorm, de insolidario. Su pecado es haberse opuesto junto con los agricultores de su pueblo, a que sigan las extracciones de agua del río Algar "sin un plan de ahorro que permita controlar el consumo y el riego de jardines y parques con agua de los demás". La Confederación Hidrográfica del Júcar ha reconocido que los callosinos tienen razón y está dispuesta a elaborar un plan de ahorro que complemente el plan de utilización integral del río Algar elaborado por el Consorcio de Aguas de La Marina Baixa, al que pertenecen ocho poblaciones cuyo poder real en el organisino es directamente proporcional a su consumo de agua y no al aporte de caudales que realizan.Juan Ferrándiz, un agricultor de 47 años, presidente de la Cámara Agraria de Callosa asegura que las fuertes extracciones de Algar, superiores a los 10 millones de metros cúbicos anuales, "han destrozado el microclima de la vega baja del valle, y plantaciones de nísperos que nunca se helaron sufren ahora el frío por la falta de humedad, y ello nos ocasiona pérdidas, de más de 300 millones de pesetas, de lo que nadie se acuerda". Ferrándiz dice que nadie puede acusar a Callosa de falta de solidaridad, porque ellos nunca han tenido agua y su crecimiento se ha hecho a nuestra costa sin contrapartida alguna en los últimos 15 o 20 años". Para él, tan justo es que vivan los pueblos turísticos como los agrícolas.
Con más de 1.000 millones de inversión, los agricultores de Callosa han conseguido implantar riegos por goteo y una red de pequeños embalses que han reducido a la mitad las necesidades de agua que imponía el riego tradicional. "En la costa no hay control del consumo; cada vez hay mayores necesidades para beber y para regar jardines, llenar piscinas y atender otros servicios, pero no vemos ningún ejemplo de ahorro", comenta Juan Berenguer, presidente de la Comunidad de Regantes del río Algar. "Si ellos necesitan agua para que siga adelante la industria turística", añade este agricultor de 45 años, con cuatro hijos, "nosotros la necesitamos para que nuestro valle no se convierta también en un desierto, las cosechas cuajen sin problemas y nuestros hijos tengan el futuro asegurado".
José Arbona es el presidente de los regantes del río Girona, en la Marina Alta. Desde los pozos de Orba se han extraído este verano 140 litros por segundo como medida de emergencia para abastecer a Calpe, que, con más de 100.000 habitantes en verano, carece de recursos suficientes y conoce un desarrollo urbanístico sin precedentes al igual que el resto de municipios costeros. "De los 14 pueblos de la cuenca del río Girona", comenta José Arbona, "más de la mitad ya tienen sus pozos salinizados. No hay agua para todos y quieren secarnos a los más débiles, a los agricultores, en beneficio de un turismo al que nadie pone límites". En Orba, vecinos y ecologistas rompieron las instalaciones de bombeo y conducciones de agua días atrás, a pesar de la vigilancia de la Guardia Civil, en defensa de sus intereses.
El alcalde de Benidorm, el socialista Manuel Catalán Chana, confía en que Ia vía del diálogo y la colaboración es mejor que la guerra de insultos a que estamos acostumbrados cada verano". Reclama el trasvase de aguas del Júcar como única solución definitiva al problema y se muestra optimista frente al futuro turístico de la zona.
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