Mayor especialización en la Feria del Libro de Madrid inaugurada ayer

La mejor temperatura de los últimos años acompañó ayer a mediodía la inauguración de la Feria del Libro de Madrid, que en la presente edición ha reunido 400 casetas a lo largo del paseo de Coches. La huelga de maestros, presumiblemente, permitió que pandillas de niños recorrieran las casetas en busca de pegatinas o cualquier otro regalo, ajenos al hecho de que una de las características de esta feria es una notable producción de literatura infantil y juvenil, con la incorporación al género de novelistas españoles. Confirmando una tendencia insinuada el año pasado, se observa en esta edición una mayor especialización de las casetas.

"Están tocando música militar", le decía una señora mayor a su marido, "debe de ser que viene el Rey". Pero lo que la señora llamaba música militar era la de la banda municipal, que amenizaba el corte de la cinta y precedía al discurso del alcalde (está previsto que el Rey visite la feria el martes), y era mucho más apropiada al estilo del Retiro y a la paz de la mañana que el rock de discoteca con el que alguien de la organización, tras los discursos, amenazó a los pájaros y a los aún escasos paseantes. Según dijo el alcalde Barranco, la Feria del Libro de Madrid "no ha sido nunca ni será un gran mercado ni un gran negocio, sino un acto de difusión de la cultura".Entre los participantes de esta edición figuran 22 editoriales de México. Se pretende invitar cada año a un país iberoamericano distinto hasta llegar en 1992 a una gran feria conjunta.

Según el tramo que se recorra -pues la visita a la feria es ya más un viaje que una excursión- es apreciable fácilmente una mayor especialización de las casetas, y no sólo las de editoriales o comercios ya de por sí especializados.

La librería Lecturas, por ejemplo, que en su local madrileño ofrece todo tipo de publicaciones, ha llevado a la feria libros de diseño, publicidad y arte. Según Ricardo Sánchez, esta librería pensó que no tenía sentido llevar lo que todo el mundo.

Aun así, se repiten algunos títulos de narrativa como una seña de identidad de esta feria, y es fácil adivinar que entre ellos se encuentran los éxitos de la temporada, con muy poco margen para las sorpresas.

Como en toda feria, en la del libro algunas especialidades bajan y otras suben. Está claro que entre las que suben está la de los libros de viajes, que ya dispone de más de una caseta especializada. Según indica Alfonso Ormaetxea, de la librería Años Luz (conectada con una agencia de viajes), lo que está de moda este año es Indonesia, tanto en libros como en viajes, además de otros territorios con mucha solera, como India o Turquía. Se observa un mayor interés por los relatos de viajes.

La feria es no sólo del libro, sino del comic, al acudir a ella las tres o cuatro librerías especializadas. Novedades muy recientes son las reediciones (caras) de dos clásicos de una línea lúgubre: Mortcinder y Perramus, de Alberto Breccia, y el primer número de la revista Medios Revueltos (600 pesetas).

"Yo acuso a los socialistas de ser contrarrevolucionarios", dice Francisco Simancas para explicar el título, Yo acuso, de una de sus dos últimas producciones. Ambas están publicados por Ediciones Libertarias. Simancas es uno de los personajes habituales de la feria. Desde hace 15 años se acerca para ofrecer sus últimas obras. Es un viejo simpático con tiempo para perder y talento para contar historias, y salta a la vista que es un viejo anarquista, aunque él no cree que lo sea aún. "Lo seré cuando me muera", dice sonriendo.

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