_
_
_
_
Tribuna:'PERESTROIKA' / y 4
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La paz

Creo poder afirmar que la política de paz seguida por la URS S en los últimos años es el aspecto de la perestroika que ha tenido más amplia y favorable repercusión en el mundo y sobre el cual ya apenas quedan dudas en cuanto a la sinceridad soviética.Como no podía menos de suceder, las primeras propuestas de Gorbachov fueron consideradas por la trompetería de los medios de comunicación de masas de EEUU y de todo el mundo capitalista como nuevos y meros actos de propaganda. Hoy es muy dificil hacer comulgar a la opinión mundial con semejantes ruedas de molino. Sobre todo cuando esa política ha sido decisiva para llegar a un acuerdo tan importante como el de la retirada de los misiles soviéticos y norteamericanos de alcance medio y corto desplegados en Europa.

Mi convencimiento es que irá sucediendo lo mismo, a ritmo creciente, con los demás aspectos de la nueva política de la URSS.

Gorbachov no se ha recatado en decir que la política exterior de paz de la URSS es una consecuencia de la política interior, de la perestroika.

Romper el estilo

La confesión de Gorbachov tiene, en mi opinión, una importancia muy considerable. Rompe con el estilo de las argumentaciones de los dirigentes soviéticos anteriores. No parece propia, por su sencilla sinceridad, del máximo dirigente de una de las dos superpotencias mundiales, que pretenden encarnar dos concepciones distintas, dos sistemas económico- sociales diferentes, que compiten entre sí en todos los terrenos y, en primer lugar, en el militar.

En esa competencia, y no sólo por razones de prestigio, un principio básico era demostrar al oponente que cada paso suyo en el fortalecimiento de su poderío militar iría seguido inmediatamente de otro igual o más largo por el que momentáneamente había quedado rezagado.

Es lo que se llamó "la política de disuasión nuclear", la "mutua destrucción asegurada", el "equilibrio del terror", etcétera, que se traducía, en la práctica, en la interrumpida carrera armamentista, en la creación de armas cada vez más terribles por su capacidad para matar y destruir, más costosas y más peligrosas por el hecho mismo de su existencia.

Puede parecer sorprendente una declaración de ese tipo de Gorbachov, "a toda voz" y en ocasión solenme. Parece en contradicción con la política anterior de la URSS, y, en efecto, lo está. Gorbachov expuso ampliamente y a toda voz, en su informe al congreso del PCUS, el contenido de la nueva política exterior de la URS S y las razones de la misma:

"Cada vez más, la seguridad se presenta como una tarea política, y sólo es posible cumplirla con ayuda de medios políticos (la cursiva es mía). Lo que hace falta, en primer término, es voluntad para seguir por el camino del desarme. La seguridad no puede estructurarse hasta el infinito sobre la base del miedo ante la represalia; es decir, en las doctrinas de la contestación o la intimidación".

En realidad, ¿qué significa eso sino la condena y el abandono de la política de disuasión nuclear, que antes era el principio estratégico fundamental de la "política de paz" de la URSS? Ese principio se formulaba así:

"La URSS no aspira a la superioridad militar ni se propone imponer su voluntad a los demás. Pero tampoco permitirá que nadie rompa el equilibrio militar existente".

Aproximadamente, ése es también el razonamiento justificativo de la "política de paz" de EE UU y de todos los Gobiernos aliados.

En su informe al congreso del PCUS, dice también Gorbachov: "Esto quiere decir, en fin, adquirir conciencia de que en la situación contemporánea no hay alternativa a la cooperación y la interacción entre los Estados. Por consiguiente, se han creado condiciones objetivas, vuelvo a subrayar, objetivas, en las que el enfrentamiento del capitalismo y el socialismo sólo es posible exclusivamente (la cursiva es mía) bajo las formas de emulación pacífica y rivalidad política". Insisto. El cambio en la política exterior soviética, en la defensa y mantenimiento de la paz, es radical.Pero si la guerra nuclear es racionalmente imposible, la carrera de armamentos ininterrumpida -es decir, la dinámica de bloques militares, la política de disuasión nuclear- puede reportar a EE UU o, mejor dicho, al complejo militar-industrial que domina la economía y la política de EE UU los beneficios económicos y políticos que podían proporcionarle una guerra que hubiese librado y la hubiera ganado. La política de bloques militares, disuasión nuclear y la carrera de armamentos ininterrumpida es la forma posible de una guerra imposible.

Pero lo es sólo para EE UU. Nunca lo será para la URSS, a menos que se convirtiese en un Estado con un sistema económico-social capitalista e imperialista. ¿Por qué?

Hemos analizado con amplitud esta cuestión en otro capítulo y no vamos a repetir aquel análisis. Exponemos escuetamente las conclusiones del mismo.

Los bloques

Los bloques militares surgieron por iniciativa (más justo sería decir por imposición) de EE UU, que deseaba convertirse, aprovechando la situación favorable que se le presentó al terminar la II Guerra Mundial, en el imperio mundial. Y la dinámica desencadenada por los bloques militares es lo que dio vida al complejo militar-industrial; es la base de su poderío militar, tecnológico, económico, político y de su dominio sobre EE UU, y de este país sobre el mundo capitalista. Si desaparecieran los bloques militares, la carrera armamentista, las bases militares en países extranjeros, la ayuda militar, etcétera, el inmenso poder del complejo militar-industrial, y él mismo como tal, desaparecería.

Es natural, en consecuencia, que hagan todo lo posible para prolongar la situación actual todo el tiempo que puedan.

En la URSS no existe complejo militar-industrial equivalente al de EE UU, ni imperialismo, ni empresas transnacionales que expolien a numerosos países. Los gastos de armamentos ha de pagarlos el pueblo soviético. La desaparición de la carrera de armamentos, el desarme, la paz, permitirían dedicar los enormes recursos que hoy se dedican a las armas a producir para resolver los problemas de los ciudadanos soviéticos y mejorar sus condiciones de vida material y espiritual.

La política de bloques militares, impuesta por EE UU y seguida por la URSS durante largos años, ha contribuido poderosamente a crear en ésta la grave situación contra la cual se ha lanzado la perestroika. La política soviética actual es la que corresponde a su naturaleza de país socialista, además de ser la que mejor defiende la seguridad de la URSS.

Lo que sucede es nada menos que esto: la existencia de los bloques militares, con todas las nefastas consecuencias que acarrea en todos los órdenes, se ha establecido y sostenido sobre dos pilares: EE UU y la URSS. Pues bien, la URSS, con la perestroika, ha dicho: no continuamos más por ese camino. No hay más solución que la paz; es decir, el desarme controlado total, con la destrucción de todas las armas nucleares, químicas, etcétera, estableciendo un sistema general de seguridad y cooperación entre todos los Estados, grandes y pequeños, y eliminando los bloques militares.

No cabe duda de que esa política es revolucionaria, en el sentido de que cambia toda la situación anterior, para la lucha por la paz. Porque la decisión de continuar la política de bloques y la carrera armamentista (guerra de las galaxias) sigue siendo firme para el complejo militar-industrial de Estados Unidos. Ésa sigue siendo su política, porque constituye su razón de ser y una necesidad de su supervivencia.

Es decir, la lucha por la paz, hoy, tiene ante sí posibilidades enormes, incomparablemente superiores a las de antes. Pero todavía encuentra enfrente fuerzas importantes. Por eso es preciso que se desarrolle por todos los medios, en todos los países -y de forma permanente, incansable-, la lucha para hacerlos retroceder, para imponerles el desarme y la paz.

La paz no puede ser conquistada y mantenida definitivamente sólo con la política pacifista de la URSS. Necesita la participación activa, permanente, entusiasta, de millones de hombres y mujeres de todo el mundo que aman la vida, la libertad y el progreso y que saben que todo desaparecería con la guerra.

El movimiento pacifista

El movimiento pacifista no se puede erigir en defensor de las propuestas de paz de Gorbachov porque sean de él. Equivaldría, en efecto, a perder su independencia. Pero si en aras de esa independencia no se apoya una propuesta importante para la paz porque viene de la URSS, ¿dónde está la lucha por la paz?

La cuestión creo que tiene una solución muy fácil: el movimiento pacifista debe apoyar todas las propuestas efectivas de paz, cualquiera que sea su origen, y exigir que se conviertan en realidad. Y denunciar cualquier actitud contraria a la paz, sin mirar su procedencia.

La lucha por la conquista de la paz, de una paz permanente y segura, es la tarea más importante y más universal en este momento histórico. Es decisiva para los hombres y mujeres de todos los países, pues aseguraría la vida de la humanidad, amenazada hoy por la guerra nuclear.

Pero, además, la lucha por la paz es, al mismo tiempo, la lucha contra las fuerzas belicistas, reaccionarias, que en todo el mundo, y también en España, intentan mantener la existencia de los bloques militares, la carrera ininterrumpida de armamentos, las bases militares en países extranjeros, la dominación y expoliación de los países débiles por los fuertes...

Por ello, la paz significa la libertad, la justicia social, el progreso y la igualdad para todos.

es miembro del comité ejecutivo del Partido Comunista de España.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_