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Tribuna:'PERESTROIKA' / 2
Tribuna
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El desarrollo económico

En el 27º Congreso del PCUS, Gorbachov destacó en su informe que "la aceleración del ritmo del desarrollo económico-social" era el objetivo estratégico para el partido y para el pueblo soviético en este momento, pues constituye "la clave para todos los problemas inmediatos y prospectivos, económicos y sociales, políticos e ideológicos, interiores y exteriores".Lograr el desarrollo económico capaz de resolver todos los problemas exige una nueva y avanzada tecnología en todas las ramas de la economía, en los ser vicios, en la Administración. Exige realizar plenamente la revolución científico-técnica. Pero eso, según la opinión de muchos que se dicen conocedores de la URSS, está fuera del alcance de ese país, por las limitaciones del sistema soviético, por su incapacidad para evolucionar, etcétera. La sociedad soviética es incapaz, según ellos, de las finuras que exige la nueva tecnología y la economía que ella origina.

Nueva tecnología

Pero el desarrollo de la nueva tecnología había adquirido ya antes de la perestroika un grado elevado en la URSS, como lo prueba la industria militar y espacial. ¿En qué se diferencia, fundamentalmente, de la norteamericana?

Las causas que dificultan el desarrollo tecnológico, y la extensión a toda la economía de los avances logrados y aplicados en la industria militar y espacial, son perfectamente conocibles y superables. La perestroika las está poniendo públicamente al desnudo, señala a los responsables y marca el camino para resolverlas. No hay nada que imposibilite a la URSS avanzar con rapidez en el desarrollo de la nueva tecnología y su aplicación en toda la economía hasta ponerse a nivel de los países capitalistas más desarrollados.

El capitalismo ha demostrado una vitalidad y capacidad de adaptación y desarrollo asombrosas. Pero no ha podido escapar a sus propias leyes. Sigue siendo capitalismo e imperialismo. Y el altísimo nivel tecnológico y económico alcanzado, lejos de permitirle superar las contradicciones sociales que le han acompañado desde su nacimiento, las ha elevado a niveles también altísimos, desconocidos antes.

Y esto es lo que, en definitiva, decide la viabilidad y el futuro de un sistema económico social.

¿Cuáles serán las consecuencias sociales y políticas del desarrollo tecnológico? Yo no dudo en afirmar que serán completamente distintas en el sistema capitalista y en el socialismo.

¿Qué está sucediendo ya en los países capitalistas más desarrollados; es decir, EE UU, Japón, RFA y Reino Unido? Lo que conocemos ofrece una perspectiva sombría para los trabajadores. Pero al mismo tiempo espléndida para las grandes transnacionales de esos países, sobre todo para EE UU y Japón.

Entre 1974 y 1983, los salarios reales han crecido en EE UU el 1,3%; el paro ha aumentado del 5,6% al 9,5%, y el producto interior bruto (PIB), el 21,1%, Durante el mismo período, en Japón el paro obrero ha subido del 1,4% al 2,6%, los salarios reales han subido el 14% y el PIB ha aumentado el 45,4%.

En el mismo período, el proceso de fusión de empresas -es decir, de concentración del capital- se ha intensificado de forma extraordinaria.

En el número de diciembre de 1985 de Le Monde Diplomatique se publica un estudio sobre el club de los 200. Se denomina así a los 200 conglomerados o firmas privadas más grandes de la economía mundial. Es decir, las transnacionales mayores del mundo. Según datos del secretario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), las ventas de las 200 transnacionales más poderosas representaron en 1984 el 26% del producto nacional bruto (PNB) de todo el mundo capitalista.

De esos 200 gigantes, 103 son de EE UU, y 37, de Japón. Entre ellos venden el 75,3% del total de los 200. Les siguen la RFA, con 18 y el 6,5% de las ventas, y el Reino Unido, con 11 empresas y el 5,1 % de las ventas. Y después, Corea del Sur, con cinco transnacionales, e Israel, con cuatro, mientras Italia tiene dos, y Francia, una. Está clara la influencia decisiva del capital de EE UU en Corea del Sur e Israel, así como en Suráfrica, que también tiene tres gigantes económicos.

Crisis económica

En el mismo artículo -que no está escrito precisamente por comunistas- se dice: "Escapando a todo control, esta concentración se produce sobre un fondo de crisis económica global que, en los países capitalistas desarrollados, deja en la calle a decenas de millones de desocupados y abandona importantes capacidades de producción (.. ). Cuando se habla de crisis debe plantearse esta pregunta: ¿crisis para quién? En ningún caso para el club de los 200 primeros conglomerados de actividades altamente diversificadas".

Podemos, pues, decir que el desarrollo tecnológico en los países imperialistas y capitalistas se traduce en:

1. Aumento de la concentración del poder económico, de la investigación y nueva tecnología y, como consecuencia, del poder e influencia política en los gigantes del club de los 200 y otros que les siguen a no mucha distancia, radicados en su mayoría en dos países, y sobre todo en uno, EEUU, que va extendiendo su influencia y poder sobre todo el mundo capitalista. Y convirtiendo el océano de empresas grandes, y sobre todo medianas y pequeñas, en meras auxiliares que pagan las consecuencias de la crisis.

2. Aumento del paro obrero y la marginación social hasta alcanzar cifras aterradoras en todos los países capitalistas, incluidos, los cuatro más avanzados.

3. Crecimiento también de la expoliación económica de los pueblos del Tercer Mundo, agravación de sus dificultades económicas y de la atroz miseria y el atraso en que viven centenares de millones de personas de esos países.

Pero esa concentración monstruosa, que concreta, resume, objetiva el poderío económico, político y espiritual de todo el sistema capitalista en unos pocos centenares de grupos de magnates, no significa ninguna fortaleza superior para el sistema capitalista e imperialista en su conjunto.

Al contrario, le hace más débil. Pues la desaparición de esa monstruosa concentración de poder en muy pocas manos es una exigencia para que la inmensa mayoría de la humanidad pueda vivir.

¿Cuáles son los principios y las formas prácticas de la transformación tecnológica y económica en la URSS?

1. El estímulo material en toda la economía, de forma universal. Pagar a cada uno según la cantidad y la calidad de su trabajo.

2. Descentralización de la dirección y gestión. Autonomía y responsabilidad de las empresas, utilización de una parte considerable de sus beneficios para obras de carácter social (viviendas, clubes, etcétera) para los trabajadores de la misma.

3. Desarrollo del cooperativismo como forma organizada de la iniciativa personal no sólo en la esfera productiva, sino en los servicios también.

4. Democratización plena de la vida en la empresa, en todas las empresas de todos los tipos, lo cual equivale a decir que abarca a la totalidad de los trabajadores de la URSS.

Gorbachov ha repetido insistentemente que es esencial que cada trabajador o trabajadora, cada ciudadana o ciudadano, se considere dueño de la empresa y del país, en unión de todos los demás ciudadanos.

5. Autogestión. Pero de verdad. Es la materialización de ese sentimiento de propiedad. El colectivo de trabajadores de la empresa dirige y gestiona ésta plenamente.

Democracia, autonomía, gestión y planificación no son contradictorias, sino complementarias; no puede existir una sin las otras, y todas lo son a su vez con el principio de estímulo material.

Es decir, los principios que informan el planteamiento del desarrollo tecnológico y económico implican necesariamente la participación activa, en plan de dueños, de todos los trabajadores de la empresa en la dirección y gestión de la misma y en la proyección social.

Me parece clara, segura, la respuesta a una pregunta básica para millones de hombres y mujeres: ¿puede existir paro obrero estructural, permanente, en la sociedad capitalista, por muy grande que sea el desarrollo tecnológico? ¿Puede haber sectores sociales enteros marginados de la actividad creadora? Está claro que no.

El fabuloso desarrollo tecnológico abre las puertas del futuro de la humanidad. Y ese futuro sería incomparablemente más libre y humano en el socialismo que en el capitalismo e imperialismo.

Es verdad que el futuro no está escrito. Puede fracasar la perestroika, puede seguir dominando el imperialismo. Incluso puede desaparecer la humanidad sobre la Tierra.

Pero el futuro no es obra de los dioses. Lo construimos todos los hombres y mujeres; lo estamos construyendo cada día con el esfuerzo consciente y el compromiso, o quedando al margen del quehacer social, que es otra forma de actuar y de comprometerse..., pero en favor de lo actual. La confianza en la sensatez y el amor a la libertad y el progreso de la gran mayoría de hombres y mujeres, y el hecho de que sólo en él pueden hallar solución efectiva los problemas de hoy, me hacen tener plena confianza en que el futuro es del socialismo.

Simón Sánchez Montero es miembro del comité ejecutivo del PCE.

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