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Editores y Administración pactan el futuro del libro

El plan de reconversión persigue la superación de la crisis actual

Los editores y la Administración han elaborado un plan para asegurar el futuro del libro español. De momento, el proyecto anda aún en borradores, pero parece haber un acuerdo de principio, tanto sobre los males que afectan a la edición como sobre sus posibles soluciones. Lo que deba ocurrir -piensan los dos sectores- no está escrito en las estrellas, sino que depende de que el análisis del presente sea acertado y de que, establecido el objetivo al que se quiere llegar -que no es otro que la consolidación de la edición española en el panorama interior y exterior-, se sepan tomar las medidas adecuadas.

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El libro tiene un plan

Desde mediados de 1986 -hace ya más de un año-, un grupo de editores se viene entrevistando con representantes del Ministerio de Cultura y se aplican a un trabajo ingrato: establecer con precisión cuáles son los males de La edición española. Fruto de estas conversaciones y estudios fue un primer documento titulado Análisis de la industria editorial, que ha servido como punto de panida para otro texto titulado Borrador de plan para el desarrollo de la industria editorial.Los próximos pasos son llegar a un acuerdo en las medidas a tomar, buscar la dotación presupuestaria que las hagan posibles -cifradas en un mínimo de 4.000 millones de pesetas- y aprobar ambas. Si no se hace todo esto -piensan políticos y editores-, el libro español puede entrar en una pendiente peligrosa.

Diagnóstico

Si algunas de las cosas que dice el primer borrador elaborado por editores y representantes del Ministerio de Cultura aparecieran escritas en un informe periodístico no dejaría de haber quien en nombre del colectivo se sintiera ofendido y humillado, pues es sabido que la crítica acostumbra a sentar mal, aunque sea cierta. Sin embargo, los encargados de analizar la situación editorial española no han tenido contemplaciones. El texto no ha evitado la dureza, y en el apartado referente a los puntos débiles de la edición pueden leerse afirmaciones como las que siguen: exceso de títulos, alto índice de mortandad de proyectos innovadores insuficientemente analizados o mal financiados, baja creatividad y gran dependencia del extranjero, papel caro y de mala calidad.

Al tratar lá situación de la distribución y difusión del libro, el infórme apunta: atomización de empresas, obsolescencia del sistema, exceso de oferta editorial -que dificulta la promoción, sacrifica el fondo, incrementa las devoluciones, eleva los costes y perjudica la imagen-, raquitismo de los puntos de venta, desconocimiento del mercado, falta de prospección y mala fijación de cuotas.

La librería es el tercer apartado analizado. Al hablar de sus puntos débiles se afirma que sólo entre 60 y 70 librerías de las existentes en España son "adecuadas". Ellas solas representan el 60% de las ventas totales del país. Unas 1.500 "se mantienen con dificultad y ofrecen servicios insuficientes".

Alcanzan el 33% de la cuota total del mercado. Respecto al resto, unas 2.500, el texto afirma: "Son irrelevantes y representan el 7% de las ventas". El texto apunta también otras deficiencias, como la competencia, muy mal organizada, y también un marco fiscal que resulta disuasorio para el lector y complicado para el librero.

El último sector vinculado al libro que el informe analiza es la demanda; es decir, el comprador de libros. También tiene sus puntos débiles. Los dos primeros son el bajo índice de lectura y la escasa conciencia social de su utilidad. La red bibliotecaria es definida como "insuficiente", al igual que la colaboración de la escuela en la creación de hábitos de lectura.

Pero los autores de estos informes no son masoquistas que gusten de complacerse en sus males. Antes al contrario: el informe recoge otro tipo de datos; uno de ellos, titulado Puntos fuertes, en el que se describen los factores positivos del sector, y el último, dedicado a establecer las medidas correctoras de los puntos débiles.

Aspectos positivos

En la edición española, editores y Administración coinciden en considerar positivos los siguientes aspectos: la variedad y el pluralismo de la oferta editorial; la variedad de las empresas existentes, tanto en lo que hace a su dedicación como a su tamaño; el aceptable nivel de equipamiento gráfico, y el papel preponderante de España en el conjunto del área idiomática.

En lo que hace a la distribución, el informe apunta como factor positivo la existencia de organizaciones solventes y técnicamente equipadas, "aunque escasas", y la cifra de negocios del sector, que está por encima de los 80.000 millones de pesetas. En el sector de librerías, dos son las anotaciones incluidas en el apartado de puntos fuertes. La primera nota dice: "El deterioro progresivo ha generado grandes expectativas. Conciencia generalizada de la necesidad de cambios". La segunda: "Experiencia positiva en grandes superficies y libreros destacados, incluso para fondos minoritarios".

Los principales factores positivos del sector de la demanda son su no saturación y la amplitud del mercado potencial.

Este primer texto apuntaba también algunas soluciones, muchas de las cuales han sido recogidas en un documento posterior que sirve como punto de partida para el texto legal que deba aprobarse en su momento. Este segundo texto empieza afirmando: "Desde hace más de cinco años, la Administración y el sector del libro han intentado, sin éxito aparente, poner en marcha un conjunto articulado de medidas que permita recuperar el dinamismo y el carácter expansionista que caracterizó la industria de la edición y el comercio del libro durante gran parte de las dos últimas décadas".

Ése es el punto de partida: una situación de crisis, especialmente desde 1983, producida en buena parte por los problemas derivados de las dificultades surgidas en los países latinoamericanos, que han restringido notablemente la exportación de libros españoles.

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