_
_
_
_

El supuesto descubrimiento de la más importante metrópoli precolombina levanta polémicas en Perú

Seis extrañas estatuas de piedra blanca, de cuerpo monolítico y rostros ovalados y aplanados, adosadas a un farallón que sobresale de un bosque tropical repleto de neblina y espesura, vigilan amplios horizontes de selva con su mirada rígida. Para llegar aquí, expediciones sucesivas norteamericanas y peruanas hechas durante 20 años, y encabezadas siempre por un explorador de Oregón, consiguieron, a lo largo de seis meses entre 1984 y 1985, levantar de su letargo de siglos lo que aseguran sea la metrópoli precolombina más importante encontrada hasta hoy, superior en antigüedad y dimensiones al Machu Picchu. La divulgación de imágenes sobre el hallazgo ha levantado polémicas en Perú.

Las imágenes, contenidas en un documental de una hora de duración, después de 50 horas de filmación dos años atrás, entremezclan sorprendentes caminos de piedra, amplias escaleras y construcciones imponentes de piedras cuadradas, además de los vigías petrificados del farallón, con las peripecias de la expedición y todos los ingredientes del reportaje de aventuras para unas vacaciones exóticas. Recientemente, este hallazgo hecho dos años antes apareció en el decano de la Prensa peruana, el matutino conservador El Comercio, llamando la atención sobre el encuentro de esta metrópoli preincaica, que sobrepasaría en dimensiones y antigüedad al archifamoso Machu Picchu.Un nuevo viaje a Perú de Gene Savoy, que periódicamente viene haciéndolo desde 1957, y en esta ocasión para dejar en las oficinas centrales del turismo peruano la cinta La última ciudad de los Andes, motivó el nuevo anuncio del descubrimiento que ya había sido dado a la publicidad, en 1985, a través de este mismo periódico por el explorador de Oregón.

En medio de palabras impactantes -leyenda, misterio, fascinación, centurias, selva- imágenes sorprendentes, el documental y la publicación, el año próximo, del libro número 60 de Savoy, con fotografías hasta ahora inéditas, son hasta ahora las únicas pruebas del descubrimiento del Gran Vilaya o de la metrópoli de los chachapoyas, como ha bautizado el norteamericano su hallazgo.

Para Savoy, que se identifica como historiador y fotógrafo, el encuentro de esa civilización anterior a los incas parece responder al impulso que con recursos económicos estadounidenses dio a su Club de Exploradores de los Andes, así como a su sueño de explorar y tener la "posibilidad de encontrar alguna cultura antigua en la selva peruana", sin evidencias tangibles hasta ahora en los anales de la antropología y la arqueología mundiales.

Con escaso dominio del castellano y una mezcla enredada de ideas, situaciones, evidencias y suposiciones, Savoy, que desayuna en el bar de un elegante hotel limeño acompañado de la inseparable marca de la aventura, un cuchillo de monte y un intérprete local, remonta su encuentro con los chachapoyas a los comentarios de los cronistas de la Conquista. Según el explorador norteamericano, desde 1964 los padres agustinos en Perú le dieron la ruta hacia el Gran Vilaya. Esta comunidad religiosa y su vieja vocación por el sacerdocio ayudaron a cultivar, con sus lecturas, el descubrimiento. Savoy ya había pasado por experiencias similares.

De esta manera, su explicación actual es que la metrópoli selvática preincaica, que se situaría entre los ríos Vilaya y Marañón, muy cerca de la localidad amazónica de Inguilpata, abarcaría 160 kilómetros cuadrados. Allí se encontrarían 46 grupos de 500 casas que, en palabras de Savoy, totalizan "más de 23.00", pues "en otras ciudades que yo encontré entre 1965 y 1970 cada una tiene de 400 casas hasta 1.000. Son de piedra labrada, de laja". A estos números añade la visión, en cantidad, de "tumbas, momias, cerámicas". Más adelante, Savoy recrea, en un ir y venir que esquiva milenios, el poblamiento y las migraciones americanas que, desde su punto de vista, habrían tenido en los incas a sus mentores espirituales.

Savoy afirma que el desarrollo de la investigación sobre su descubrimiento quedará en manos del arqueólogo peruano Francisco Iriarte Brener, director de patrimonio cultural del Instituto Nacional de Cultura (INC), quien, a su vez, dice conocer y "estimar" al norteamericano, pero no estar al tanto de su trabajo.

El director del INC, Fernando Silva Santiesteban, niega la existencia hasta hoy de cualquier informe científico a este respecto. "Tampoco hemos tenido ningún pedido para alguna exploración así, y el señor Savoy no está registrado dentro de los arqueólogos que tenemos aquí con currículum vitae científico, documental y profesional", dice. Hace la salvedad de que bien puede "haberse chocado con alguna cosa excepcional, pero mientras no recibamos un informe científico no podemos pronunciarnos".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_