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MUERE EL AUTOR DE 'ALONDRA DE VERDAD'

Gerardo Diego fue enterrado ante no más de 50 personas

Los restos del poeta quedaron depositados en el cementerio de Pozuelo de Alarcón

En sólo cinco minutos, y ante no más de medio centenar de personas, los restos mortales del poeta Gerardo Diego fueron depositados ayer en el cementerio municipal de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Fue una ceremonia breve por deseo de la familia, que mantuvo durante el miércoles en privado la noticia. Gerardo Diego Cendoya, de 90 años de edad, murió el miércoles, en torno a las dos de la tarde, en su domicilio de la madrileña calle de Covarrubias, de una bronconeumonía, según informó uno de sus seis hijos, Carlos. Los funerales se celebrarán el próximo lunes en la parroquia del Perpetuo Socorro de Madrid.

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Un gran poeta del segundo Siglo de Oro

Por el domicilio del poeta y académico Gerardo Diego desfilaron ayer por la mañana personalidades del mundo de las letras la política, académicos y amigos del difunto, entre los que se en contraban José García Nieto miembro de la Real Academia Española; Rafael Morales y Luis López Anglada, que recibieron ambos el Premio Nacional de Literatura; el musicólogo Federico Sopeña; la hermana de Federico García Lorca, Isabel, y el ministro de Cultura y portavoz del Gobierrio, Javier Solana.Entre los muchos telegramas de condolencia recibidos por la familia se ericuentra el enviado desde Praga por los Reyes de España. José García Nieto trazó una breve semblanza del poeta fallecido: "Siempre se puede decir lo mismo, pero Gerardo era una cabeza privilegiada en España, un hombre de una bondad sin límites, y su ayuda a los poeta jóvenes fue extensísima, cubriendo un gran trozo de la Vida cultural española".

En el portal número 9 de la calle de Covarrubias se fueron reuniendo antiguos amigos de Gerardo Diego, que comentaron los méritos tanto humanos como literarios del poeta fallecido. Rafael Morales murmuró afectado: "No quiero verle".

Estricta intimidad

Al entierro, celebrado en el cementerio municipal de Pozuelo de Alarcón en la más estricta intimidad, por deseo expreso de sus familiares, asistieron no más de 50 personas. La viuda del poeta, Germaine Marín, con el rostro sereno, sobreponiéndose a la tristeza, se acercó del brazo de sus hijos a la fosa, que quedó cubierta por las numerosas coronas de flores recibidas, entre las que se encontraban las enviadas por la Comunidad de Madrid y la universidad de Cantabria. Rafael Montesinos, visiblemente emocionado, fue el único en arrojar un puñado de arena sobre el féretro del poeta.

García Nieto comentó tras la ceremonia, glosando de alguna manera la figura del poeta fallecido: "Si Gerardo decía a menudo: 'Ay del poeta que no tuviese nada de Garcilaso', de la misma manera podemos afirmar: 'Ay del poeta que no tenga nada de Gerardo Diego". En el momento de su muerte, el poeta estaba trabajando en la edición de su obra completa, pese que a menudo manifestaba que no podía terminar el trabajo porque necesitaba incluir nuevas creaciones.

Gerardo Diego, nacido en Santander el 3 de octubre de 1896, pasará a la historia de la literatura por tres aportaciones fundamentales a la poesía española.

Redescubridor de Góngora

Diego es el gran impulsor e, hispanizador de las vanguardias, especialmente del creacionismo, que descubrió principalmente por su intensa amistad con el poeta chileno Vicente Huidobro. En segundo lugar, es el redescubridor de Góngora, poeta. que aglutinó y cohesionó a la generación del 27, el grupo poético español más importante de este siglo. Diego organizó el homenaje a Góngora en 1927 que sirvió de encuentro a un grupo de jóvenes poetas. De todos ellos, y tras la muerte de Diego, sólo permanecen con vida Rafael Alberti y Dámaso Alonso, ambos más Jóvenes que Diego.

Pero tal vez la aportación esencial de Gerardo Diego fue la publicación de su antología Poesía española (1932), en la que agrupó a los 17 poetas que: formarían más tarde el grupo poético de 1927. Muchos no supieron ver en su momento que detrás de estos jóvenes que reivindicaban a Góngora se escondían algunos de los mejores versos que se han escrito en lengua castellana, y que influyeron de una manera decisiva en toda la producción poética posterior.

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