España, en la lente de 100 fotógrafos
Para el libro 'Un día en la vida de...'
El lugar de actuación de cada uno de los fotógrafos participan tes en este libro, sexto de la serie Un día en la vida de..., había sido decidido a lo largo de los dos meses de trabajo previo a la jornada de ayer. Diferentes equipos con tratados por los editores habían hecho un riguroso estudio de la actualidad española y de cuáles podían ser los focos de mayor interés cotidiano, fuera de la imagen tópica y folclórica que habitualmente se destina a los turistas. No obstante, durante las dos últimas jornadas se produjeron algunos cambios de planes de trabajo en función de la actualidad e incluso ya sobre la marcha algunos de los fotógrafos varia ron ayer su ruta inicial, según lo que cada cual se encontraba por la calle.Una gran parte del centenar de los fotógrafos extranjeros elegidos para participar en el libro -25 de ellos son españoles- habían llegado a España el día 5 y se habían alojado con familias medias españolas contactadas previamente por los editores. La pretensión de esta iniciativa era conseguir una rápida ambientación de los fotógrafos venidos de fuera, si bien algunos de ellos prefirieron alojarse en hoteles. Los editores pagan a todos losfotógrafos sus gastos de viaje, alojamiento y mantenimiento y 1.000 dólares (unas 124.000 pesetas) o un ordenador.
Pierre Oliveira, free-lance nacido en Madrid hace 32 años, fotógrafo especializado en arquiectura interiorista, salió de su casa madrileña a las cero horas de ayer jueves equipado con una Nikon F2 y película Kodachrome 200, nuevo material de especial sensibilidad que aún no se distribuye en España, y se dirigió hacia los aledaños del café Gijón. A Oliveira se le había encargado retratar el ambiente costumbrista de los cafés madrileños, un tema que él confiesa que no hubiera elegido voluntariamente, ya que hubiera preferido algo relativo a su especialidad. Instantes después de entrar en este establecimiento empezaron a ocurrir sucesos que inmediatamente reclamaban la atención de la cámara de Oliveira: justo enfrente del café empezaron a arder unas bolsas de basura que provocaron la agitación de las numerosas personas que a esas horas, y más en una madrugada primaveral como la de ayer, poblaban el paseo de Recoletos. La llegada de los bomberos e incluso de las cámaras de TVE invitaron a Oliveira a tomar la primera fotografia de su periplo. "Fue la más difícil", dice, "porque es con la que empezaba el reportaje y eso es siempre difícil para mí. En este caso era especialmente complicado, porque he estado dos meses trabajando con la organización del libro y el cambio era muy brusco".
Diricultades
Desde el Gijón, Oliveira se trasladó caminando hasta el Candelas, un bar situado en la zona de Antón Martín frecuentado mayoritariamente por gente de raza gitana. Aquí permaneció - hasta las cuatro de la madrugada haciendo numerosos retratos de los clientes, algo que para Oliveira sugiere una de las mayores dificultades de su trabajo, ya que toda aquella persona cuyo rostro aparece claramente en la fotografia debe dar al fotógrafo su autorización por escrito y renunciar al copyright. Entre las cuatro y las cinco de la madrugada
recorrió a pie la zona de Tirso de Molina, Atocha y Paseo del Prado y después se fue a su casa para dormir una hora, refrescarse con una ducha y lanzarse otra vez a la calle a las 7.30.
Medianamente despejado, Oliveira tomó fotos en color del amanecer madrileño junto a lafuente de Cibeles y a las 8.30 estaba otra vez en el café Gijón intentando vencer la resistencia de las señoras encargadas de la limpieza del bar que se resistían fieramente -y finalmente no consintieron- a dejarse retratar por Oliveira. El mismo problema se le plantearía después con los cocineros del Gijón, quienes exigieron que su rostro no fuera registrado por la cámara. Hasta la hora del aperitivo, en que volvería al café Gijón, Oliveira aprovechó el buen día de ayer tomando imágenes de la Feria del Libro Antiguo, la cuestación contra el cáncer o algunos tenderetes en los que se vende toda clase de iconograrla franquista. A las tres de la tarde, Oliveira había disparado unas 500 fotografías (el tope de cada fotógrafo es de 1.800) y creía que, a la doce de la noche, con la jornada concluida, duplicaría esa cantidad. Hoy, al igual que sus compañeros, entregará el material a los editores, para que los equipos designados por éstos inicien la dura tarea de seleccionar el material gráfico realizado por los fotógrafos y entrar ya en la última fase, con la que se realizará Un día en la vida de España, libro que estará a la venta en otoño.
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