Chile prepara dividido la visita del Papa
A pesar de los llamamientos de la Iglesia católica chilena para que no haya pancartas contrarias al régimen en los encuentros masivos con el Papa, sindicatos, comunidades cristianas de base y pobladores están preparando carteles y consignas contra la tortura, la represión y el hambre. La dividida sociedad chilena aparece también fraccionada en vísperas de la llegada del Papa a Santiago el 1 de abril. Mientras el Gobierno y los ayuntamientos remozan calles y jardines y engalanan la capital, en las poblaciones quieren mostrar a Juan Pablo II el Chile real que ha soportado la dictadura durante 13 años.
La agitación previa es notoria en las poblaciones. Abiertamente, en las barriadas obreras se habla de realizar una ocupación masiva de terrenos y bautizar el campamento como Juan Pablo II, con la esperanza de que haya menos represión contra quienes luchan por una vivienda, debido a la presencia del Papa. La visita que el Pontífice efectuará por seis días al Chile de Pinochet es uno de las más conflictivas de los 32 viajes que ha efectuado por el mundo.Desde el Vaticano hay un intento de equilibrar el significado del viaje. Si bien Juan Pablo II se reunirá en tres ocasiones con el general Augusto Pinochet, algo que el régimen intentará aprovechar propagandísticarnente, el nuncio del Vaticano, Ángelo Sodano, rechazó una significativa petición del gobernante. Según versiones periodísticas, el propio Pinochet pidió que el Papa oficiara una misa para él, su familia y sus colaboradores más cercanos en el Palacio de la Moneda, donde hace 13 años murió el ex presidente Salvador Allende defendiendo la democracia.
En al menos cuatro ocasiones Juan Pablo II afrontará situaciones que provocan malestar e incomodidad en el régimen. Durante el acto masivo en Santa Rosa, al sur de la capital, se leerá la Biblia manchada de sangre que perteneció al sacerdote André Jarlan, muerto por los carabineros. En el mismo acto, los organizadores recordarán a los detenidos desaparecidos y hablarán los padres de José Miguel Zabala, un poblador de la barriada de La Victoria que murió durante las manifestaciones de protesta.
Además, en el hospital del Hogar de Cristo el Papa saludará a Carmen Gloria Quintana, la muchacha de 18 años que fue quemada por una patrulla militar en 1986. Y por último, en el Estadio Nacional, el Papa se dirigirá a los jóvenes y, según se anunció, recordará a las víctimas que hubo en ese recinto deportivo, que fue usado como campo de prisioneros después del golpe militar.
Como en pocas ocasiones, cualquier palabra que pronuncie el Papa será cuidadosamente interpretada por pinochetistas y opositores, buscando llevar aguas a su molino y capitalizar la visita. Incluso sus expresiones pueden tener un peso decisivo en la Iglesia católica chilena.
Sólo en Santiago, 8.000 policías forman el amplio dispositivo de seguridad montado para la visita, a pesar que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el grupo que atentó contra Pinochet en 1986, anunció una tregua.
Guardia papal
Los carabineros tendrán una ayuda muy especial: tratando de preservar el carácter pastoral y evangélico de la visita, la Iglesia chilena formó una guardia papal con 15.000 voluntarios católicos, cuya misión es ayudar a la organización de los actos masivos y frenar manifestaciones políticas. Los guardias tienen la instrucción de quitar las pancartas ofensivas que se exhiban.La presencia de esta guardia papal es observada con desagrado en las comunidades cristianas más radicalizadas de barriadas obreras. El sacerdote español Jesús Herreros, párroco de la población Santa Adriana, al sur de la capital, dijo que "en las bases hay una crítica muy dura a la Iglesia por la sobreabundancia de preparativos, gastos y medidas de seguridad que resultan incomprensibles, como la guardia papal".
Mientras grupos civiles se preparan para vitorear al régimen, en las comunidades cristianas más militantes el ánimo es distinto. En ellas se entona una canción de Violeta Parra dedicada a la muerte del comunista español Julián Grimau: ¿Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma? / Que le están degollando a su paloma....
Para la mayoría de los católicos chilenos, sin embargo, la visita del Papa no es sentida como un hecho político, y es más intenso el fervor por ver, saludar o tocar a Juan Pablo II. El regreso del ex vicepresidente socialista Clodomiro Almeyda y su posterior confinamiento, junto con la huelga de hambre de los presos políticos, se ha convertido en elementos de tensión ante la visita de Juan Pablo II a Chile.
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