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La 'comisión Tower' descalifica a Reagan y a su equipo

Francisco G. Basterra

La operación de venta de armas a Irán y posterior desvío de fondos a la contra fue una "aberración", y el principal responsable de la misma es Ronald Reagan que, con sus estilo distanciado de gobernar, no controló el proceso de toma de decisiones del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), que es un instrumento que sirve al presidente y cuyo correcto funcionamiento es de responsabilidad última del presidente de Estados Unidos. Esta es la principal conclusión del esperado informe de la comisión Tower sobre el Irangate, que acusa a los más altos escalones de la Administración norteamericana de incompetencia, abandono de los canales ordinarios, falta de previsión, descuido e incapacidad para detener una política exterior caótica.

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Una larga lista de errores

La aparición del voluminoso informe, aunque esperado, provocó ayer un ambiente de sombría resignación en la Casa Blanca. El presidente Ronald Reagan anunció que responderá ante el país la próxima semana en un discurso televisado, pero mientras tanto ha suspendido su tradicional fin de semana en Camp David y ha convocado hoy a sus principales asesores y amigos para montar una reacción, que sus más próximos consideran quizá "la última oportunidad de salvar su presidencia".Se espera en las próximas horas la dimisión del jefe del gabinete presidencial, Donald Reagan, de quien el informe afirma que "debe asumir toda la responsabilidad del caos" provocado por el Irangate.

La comisión Tower llega a la conclusión de que la operación lue finalmente sólo un canje de armas por rehenes, en la que la coartada estratégica de abrirse a los moderados en Irán sólo fueron. Pero el informe una justificación salva al presidente en un punto importante: no hay pruebas de que Reagan conociera el desvío de fondos a la contra ni lo que estaba haciendo Oliver North, que dirigía ilegalmente desde el NSC una red privada de ayuda a los rebeldes antisandinistas. La comisión Tower no sabe dónde está el dinero desviado del suministro de material bélico al régimen del imam Jomeini.

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Mala actuación

El presidente no comprendió la naturaleza y el desarrollo de la operación iraní, afirma el informe. El sistema no falló, fueron los responsables del proceso los que actuaron mal. El informe describe una situación en la que un presidente que delega excesivamente es engañado por asesores de la operación iraní. Y él mismo no se preocupó de enterarse de lo que estaba pasando. "El presidente no siguió el proceso correcto; si lo hubiera hecho quizá esto no habría ocurrido", afirmó John Tower, presidente de la comisión. Pero tampoco el vicepresidente, George Bush, miembro del NSC, y los secretarios de Estado y de Defensa, George Shultz y Caspar Weinberger, respectivamente, hicieron bastante, afirma, con distanciarse de una política a la que se oponían y querer saber sólo el mínimo necesario. Su obligación era proteger al presidente de una acción equivocada, y no lo hicieron con la suficiente energía. Weinberger, a través de los servicios de espionaje, asegura el informe, conoció "los detalles de la operación".

El presidente hizo una aparición fugaz, en la que se mostró nervioso antes de que los miembros de la comisión, el ex senador John Tower, el ex secretario de Estado Edmund Muskie y el ex consejero de Seguridad Nacional Brent Scowcroft, presentaran los resultados de su trabajo de casi tres meses a los medios de comunicación. Reagan afirmó que "no se puede hacer un análisis inmediato" del informe, y prometió estudiarlo durante el fin de semana y "actuar según sus recomendaciones".

El informe, para cuya elaboración fueron entrevistados todos los ex presidentes vivos (Richard Nixon, Gerald Ford y Jimmy Carter), así como los ex secretarios de Estado y de Defensa, y los ex directores de la CIA, los antiguos consejeros de Seguridad Nacional y los intermediarios Manucher Gorbanifar y Adnan Kashogui, es especialmente duro con Donald Reagan, jefe del Gabinete de Reagan: "Era personalmente activo en los asuntos de seguridad nacional y asistió a la mayor parte de las reuniones importantes sobre la operación secreta con Irán".

Debido al enorme poder que acumula y conociendo la gran delegación de poder con que funciona el presidente (esta acusación es formulada en todos los escalones de la Casa Blanca y de la Administración), el jefe del gabinete debió "insistir en que se siguiera un proceso ordenado" en la toma de decisiones. "Especialmente debió asegurarse de que había planes para afrontar el descubrimiento de la iniciativa secreta".

El ex consejero de Seguridad Nacional John Poindexter es uno de los personajes que salen peor parados en el informe. "Falló gravemente en el tema del desvío de fondos ala contra. Hay pruebas de que lo sabía y no adoptó las medidas necesarias". Y también revela la desparición de importantes documentos de Poindexter.

Los que tienen en esta Administración el poder delegado del presidente no actuaron responsablernente, pero es finalmente el jefe del Estado quien debe controlar a sus asesores, afirmó Brnet Scoweroft, miembro de la comisión. "La política era equivocada, pero era la política del presidente".

El informe concluye que los asesores engañaron al presidente en un esfuerzo deliberado que le obligó a cometer errores en su conferencia de prensa del pasado 19 de noviembre. Pero Reagan no quiso engañar al pueblo norteamericano. No sabía la verdad y creía lo que estaba diciendo. Aunque el informe sugiere un encubrimiento no actúa como acusador de nadie (no es su misión) ni explica que leyes han podido ser violadas. Esta decisión la tendrá que tomar el fiscal especial nombrado para el caso.

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