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Octavio Paz reafirma en Santander la intemporalidad de la poesía

"La poesía que comienza en este fin de siglo es un perpetuo recomienzo y un continuo regreso, busca la intersección de los tiempos, el punto de convergencia. Dice, que entre el pasado abigarrado y el futuro deshabitado, la poesía es el presente". Octavio Paz repitió ayer en Santander estas palabras escritas hace 15 años y añadió: "el presente se manifiesta en la presencia y la presencia es la reconciliación de los tres tiempos. Poesía de la reconciliación: la imaginación encarnada en un ahora sin fechas". Con ello terminaba su conferencia en un abarrotado paraninfo de la universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. El poeta y ensayista mexicano acababa de recibir la medalla de oro de la universidad de manos del rector de la misma, Santiago Roldán, en presencia de Francisco Rico, director del curso dedicado al romanticismo y la literatura contemporánea del que formaba parte la charla del poeta.

Romanticismo y modernidad

Octavio Paz había afirmado como presentación de su conferencia: "la poesía es para mí un vicio, un destino, un culto, una religión íntima, pero la escribo de forma intermitente". También afirmó que reflexiona sobre el proceso de creación y presentó su discurso como una reflexión en voz alta sobre ese proceso. Paz analizó los términos romanticismo y modernidad. Ésta, tal cual hoy la entendemos, empieza en el siglo XVIII. Se podría decir, explicó, que ese siglo prefigura nuestro hoy, pero también que el hoy es una desfiguración de los proyectos de entonces, aquel momento en el que "la razón dejó de ser la casa de la idea y se convirtió en un camino".La modernidad, siguió diciendo Paz, es la edad de la crítica. Se inicia con la crítica a la noción de tiempo del cristianismo. Para éste, hay un tiempo lineal, con un principio y un fin, y una eternidad. La edad moderna rompe con esa imagen y sitúa la perfección en el futuro. Para decirlo con Hegel, ve la rosa de la razón crucificada en la cruz del presente. Pero la modernidad alumbra también las utopías, lugares privilegiados del futuro, sueños activos de la razón y fermento de los siglos XIX y XX.

El romanticismo, por su parte, es el gran cambio, un hijo de la modernidad. Hijo rebelde, crítica de la razón crítica que opone al futuro el origen y el presente de la pasión. Es la negación moderna de la modernidad, convive con ella y la transgrede. Los ejes del romanticismo son la analogía, que proporciona una visión del universo como un sistema de correspondencias, y un lenguaje correlato del universo, y la ironía.

Tras un paseo por el siglo XIX y su estética, Paz criticó la tendencia de algunos estudiosos anglosajones a denominar modernismo a la época de Joyce y compañía y posmoderno a la continuación. Reivindicó el modernismo como una época ocurrida 30 años antes y el nombre de vanguardia para el período al que los anglosajones dan el nombre de modernismo, así como su raíz francesa, con citas específicas a Cendrán y Apollinaire.

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